El tiempo a partir de ahora.

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Cuando su mirada se enfrentó a seis pares de ojos, cada uno de diferente color, que lo miraban de distintas maneras, supo de inmediato que como lo temió, no sería nada fácil congeniar con estos niños prodigios.

Aomine y Murasakibara eran indiferentes a su presentación, uno comía dulces y el otro hacía girar el balón de básquet en su dedo índice mientras bostezaba; Midorima fue el más respetuoso y que no parecía tener ningún tipo de prejuicio solo por la manera en que lucía, Kise tenía una sonrisa en sus labios y una agradable aura de niño lindo pero, si eras la suficientemente observador podías ver que en esa sonrisa había un rastro de burla, por otra parte la mirada de Akashi, el capitán, fue de incredulidad, aunque supo esconderla bajo una sonrisa suave y un apretón de manos que lo hacía ver como un hombre de negocios engatusando a su nuevo socio.

Un par de ojos color azul celeste, sin embargo, fueron muy difíciles de descifrar.

—Así que él será su nuevo entrenador, mientras el entrenador se recupera o hasta su graduación. Entonces me retiro, entrenador son todos suyos. — La sonrisa del vice director se ensanchó más y sus ojos brillaron con algo parecido a la expectación, lo cual por supuesto es culpa suya.

Fue él quien pidió este trabajo, fue él quien lleno de promesas y dulces palabras a este hombre que, lejos de importarle que estos talentos innatos aún eran niños, se dejó seducir por palabras que él mismo, alguna vez anhelo.

Él dijo que podría llevarlos más allá de la perfección, prometió que seguirán ganando y ganando, sin importar qué, fue tan lejos como para incluso poner en riesgo su nuevo empleo, así un hombre de treinta y un años hizo una reverencia al vice director, en su mente sus propias palabras revoloteaban como una burla "si alguna vez perdemos, renunciaré inmediatamente".

—Vice director. — Los pasos pesados y desiguales del ambicioso vice director se perdieron en algún momento, cuando eso sucedió se dio media vuelta para encarar de nuevo a sus nuevos y singulares niños genios. — Supongo que ahora son todos míos. — Dijo, con una gran sonrisa que no pasó desapercibida para nadie, ni siquiera para Aomine.

El nuevo entrenador era... no algo que esperarían de un entrenador.

Kise alzó su mano, como si estuvieran en clases y quisiera preguntar por algo que no entendió.

— ¿Sí? — El niño rubio sonrió también cuando obtuvo la atención deseada.

—Aún no hemos escuchado su nombre entrenador. — Las palabras de Kise podían parecer tan dulces como los manju que Murasakibara comía, no obstante al darle una mordida podías notar el ligero sabor agridulce en ellas.

Este es Kise, el último de los niños milagro.

—Furihata. — Dijo, deliberadamente no dando un nombre.

Y todos lo notaron.

Los labios de Kise se abrieron nuevamente, su mirada decidida y una sonrisa como la del gato Cheshire, burlona y presumida.

—Es nuestro primer día... — Furihata interrumpió las palabras no dichas por Kise, quien simplemente se alzó de hombros y guardó silencio. —He escuchado de ustedes, pero creo en no tener ningún tipo de expectativa hasta no verlo con mis propios ojos, de ese modo...

El sonido del balón entrando al aro hizo que todas las miradas, incluso la de Furihata se desviaran a la esquina contraria, Aomine tenía la mano alzada, una mirada perezosa y una sonrisa aburrida.

— ¡Dai-chan! — Momoi gritó y se apresuró a correr hacia su amigo, preocupada porque el nuevo entrenador no fuera tan paciente con Aomine como lo fue el anterior, pero al As de Teiko no parecía importarle en lo más mínimo si alguien sabía que él había lanzado el balón, él había tenido el tiempo suficiente para bajar su mano y pretender que no sabía nada, Furihata se dio cuenta entonces que fue intencional.

Una historia diferente. |AkaFuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora