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La hora de ir a casa llegó, por fin. Todos guardaban sus cosas desesperadamente en la mochila. Era obvio seis horas encerrados en este lugar del orto te cansaba.

Menos Mateo, quien todavía seguía sentado en la silla, con la mirada en el piso.

Lo miro confundido, no entendía que le pasaba.

El timbre suena y todos salen corriendo como monos felices siendo liberados.

Comienzo a caminar felizmente para la salida, pero una voz me detiene. Mi felicidad se va en segundos.

—Manu.— era Mateo quien todavía seguía sentado en aquel sitio.

Me acerco a él mirándolo extrañado.

—¿Qué pasa Teo? Nos tenemos que ir.— aclaro, capaz se olvido es más boludo.

—Ya sé, pero... Mauro.— responde asustado.

Cierto Lombardo, y ahí me salta toda la ficha. Ya que hoy a la mañana lo había amenazado que lo iba a cagar a palos a la salida. Me rió por eso.

—Ya se habrá ido, boludo.— digo aguantándome las ganas de reír.

—No, yo lo conozco. Le re gusta pelear a ese, es re gede.— comenta angustiado.

Lo miro algo apenado, ya que tenia razón, Mauro era re quilombero y jodido. Si le quería pegar a Mateo no iba a ser él solo en un mano a mano, sino que todos los monos de su grupito también le iban a pegar.

Me asomo a la ventana que da a la calle, para ver si se fueron y definitivamente, no. Estaban todos ahí fumando y hablando.

Mateo suspira y me mira.

—¿Qué hago?— pregunta preocupado.

—No sé, llama a tu papá.— contesto.— Es lo único que se me ocurre, además Lombardo es más grande que vos, se puede comer alta denuncia por pegarle a un menor.

Le digo seguro, mientras lo miro, él rápidamente niega con la cabeza.

—Voy a quedar como un pelotudito.— habla convencido.

Me quedo en silencio, no sabíamos que hacer, me estaba metiendo en un quilombo que ni estaba involucrado la puta madre. De pronto un grito nos asusta a ambos.

—¡BAJA CAGÓN!— se escucha desde la calle, era Duki gritando.

Mateo me mira con desesperación en sus ojos.

—¡DALE SI TE DA LAS NAFTA, BAJA CAGÓN, BAJA!— no paraba de gritar repetida veces.

Yo solo me quedo en blanco escuchándolo. Palacios me ruega con la mirada que me quede con él.

Ambos esperamos en el aula a que se vaya, después de media hora no había rastro de Duki y su grupito. Mateo llamó a su papá quien lo vino a buscar y cada uno se fue a su casa. Hoy si fue un día re cualquiera.

[...]

Me desperté re tarde, ya que la alarma del orto no sonó. Sabia que un día de mierda se aproximaba.

Salí lo más antes posible de mi casa, tomé el bondi y me encamine a la escuela.

Ya llegando al colegio, me largue a correr como nunca antes lo había hecho.

Me dirigí rápido a la puerta, pero una mano detuvo mi camino.

Unos ojos azules se conectan con los míos, quienes me miran profundamente.

—Hola Manu.— habla Valentín tranquilamente.

Lo miró confundido, ¿qué le pintaba?

—Hola, llegó tarde.— respondo simple.

A lo que cierran la puerta de la escuela, la puta madre.

Lo miró y trato de encaminarme a la puerta, pero nuevamente soy interrumpido.

—¿Qué pasa?— preguntó ya enojado, otra vez Oliva jodiéndome la vida.

—¿Nos rateamos?— habla el ojiazul divertido.

Una sonrisa se formó en mi cara. Capaz el día no era tan mierda como pensaba.

—•—

El duko es alto problemático, ahre.

¿qué opinan de está shit? equisde comenteN giles!

Manuel es más bipolar bue.

wosplik; del odio al amor😳

Nos vimo perros marinos.

Hαтє; ωσѕρℓιкDonde viven las historias. Descúbrelo ahora