Tres días después Ribba y Oliva volvían al colegio con cara de frustración, su suspensión había terminado.
Valentín se encontraba a mi lado, con su mirada puesta en mí. Pero no era una mirada amigable, más bien era una asesina.
Me limité a ignorarlo, no tenía ganas de escuchar sus reclamos.
—¿Sos amigo de la yuta?, gato.— susurra por lo bajo, para que solamente yo pueda escucharlo.
Sigo escribiendo, total me importa muy poco lo que él diga.
—Me las vas a pagar.— ahora habla Daniel, quien también me mira mal.
¿Qué se creían estos payasos? Para hacerse los piolas.
—Chupenla, nadie los manda a fumar en el patio de la escuela.— digo en modo de burla.
Mateo comienza a reír al unisono mío.
Ambos habían quedado como los bobitos de la escuela por ser descubiertos fumando en el patio. Se lo merecen por pajeros.
—Altos giles son.— acoto el moreno riendo.
—Tomatela Palacios, que vos sos un quebrado.— responde Valentín mirándolo mal.
—A mi no me engacharon fumando papi.— habla Mateo burlandolo.
El ojiazul se queda en silencio en todas las primeras horas restantes, de milagro.
[...]
Me encontraba en el patio con Mateo como siempre, él hablaba de pelotudeces mientras yo lo ignoraba.
—Mira esa, está re buena.— comenta mientras sonríe.
—Mateo para vos hasta el árbol está bueno.— hablo riéndome, él me mira mal.
—Y para vos Oliva.— responde Palacios, formando una sonrisa en mí.
—Tomatela, no me hables de ese salame. — hablo de malagana, solo pensar en él me irrita.
El moreno solo se digna a reír.
Miró hacia en frente y ahí se encontraba Lombardo y su grupito quienes nos miraban a ambos mientras hablaban.
—¿Qué les pinta a esos?— pregunta el moreno mirándome.
—No tengo ni puta idea.— respondo también mirándolo.
Seguramente es por los pelotuditos de Valentín y Daniel, ya que son sus amigos.
Después de un rato teníamos a Mauro e Ignacio frente a nosotros.
—Me dijeron que andas hablando mal de mí. — habla Lombardo acercándose a Mateo.
—Nada que ver amigo.— responde éste confuso.
—Yo no me meto con vos eh gil.— habla nuevamente, tomándolo de la remera está vez. Mateo solamente se queda petrificado mientras lo mira. — Si tan piola sos, te esperó hoy a la salida.— dice por último para irse y regalar una mirada peligrosa.
Mateo me mira algo asustado, yo miro la escena sin comprender.
—¿Qué dijiste de él?— preguntó extrañado.
—Yo, yo no dije nada.— habla aún asustado y confundido.
Horas más tarde nos encontrábamos en la aburrida clase de matemáticas, posta que la odio y más a ese profesor de mierda que no me lo banco.
De vez en cuando miraba a Mateo quien no paraba de jugar con el lápiz nervioso.
—¿Sabes cómo se hace este problema?— pregunta Valentín mientras mira su hoja confuso.
—Sí, pero no pienso ayudarte.— respondo simple, que no me rompa las pelotas que hoy estoy tranqui.
—Dale Manuel, no seas mala onda.— insiste mirándome.
—Lastima, el drogado es mala onda.— contesto al instante rodando los ojos.
—Ja, ¿seguís enojado por eso?— ríe burlón. — Si te drogas es tu problema, corta.
Habla mientras me mira neutro.
—No sabes nada Valentín.
—¿Qué tanto? Es normal, ¿quién no probo?— seguía hablando y mis ganas de romperle la cara aumentaban.
—Deja de joder, basta.— hablo calmado, aunque por dentro quería estamparle la cara contra la pared.
—Pero...
Interrumpí y no lo deje terminar.
—Profesor, Oliva me está molestando.— llame la atención del nombrado, haciendo que todos miren.
Sí, el viejo truco. En algún momento se tenía que usar.
—Oliva, sientese con Monzón.— habla por fin sacándolo de mi lado.
Éste se queda en silencio agarrando sus cosas, su mirada se posa en mí. Era una llena de odio, camina hacia Mauro dejándome tranquilo y en paz.
Sonrió victorioso ante eso.
—•—
Se pudrió todo con el duki bro.
ahre, nada, eso cada vez más odio por esos lados equisde.
Para los que no entienden sobre las pastillas, tranqui que más adelante se van a enterar, todo a su momEnt0.
depende de como me vaya en este fic, creo que no van a haber más de diez capitulo(?
no sé, bue.
Nos vimo.
