cero.

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Apagué la alarma entre quejidos y volví a hacerme un bollito con las sábanas, aprovechando los pocos minutos de paz que me quedaban antes de que mi madre entrara colérica a mi habitación como era costumbre.

Cierro los ojos y las imágenes de lo que pasó la noche anterior se reproducen en mi mente,  haciendome arrugar la nariz ante el recuerdo de un fogoso beso por parte  de aquel muchacho de cabellos rubios al que bien conocía.


"Genial, otra mañana de arrepentimientos".


Mientras intentaba conciliar el sueño, más recuerdos seguían apareciendo, haciendome caer en cuenta de que la noche estuvo llena de sucesos interesantes... para otros.
Porque para mi, sólo traería molestias y malos ratos.

Suspiré y tapé mi rostro con las mantas cuando un golpeteo peculiar resuena en mi puerta.


"Que empiece el show".

—¡Ellie Wright, si no te levantas en este instante estarás castigada hasta el próximo milenio!

Pasé mis manos por mi rostro antes de sentarme y observar el desastre que era mi habitación. La amenaza que mi madre siempre utilizaba cuando estaba en problemas ya había sido pronunciada, avisándome de antemano que su humor no era el mejor.

—Esto es un asco—Murmuré para mi misma, prometiendo que si tenía tiempo la ordenaría para que se viera presentable.

Aunque todos bien sabían que esa promesa jamás sería cumplida.

Tomé la falda y camisa que eran parte del uniforme, junto a un juego de ropa interior y un par de medias para luego salir de mi habitación y caminar hasta el baño. 

—¿En donde has estado anoche?—La voz de mi madre me detiene a la mitad del pasillo.
Estaba tan concentrada que por un momento olvidé su presencia.

—Por ahí—Me limité a contestar.

La escuche suspirar con cansancio. Y yo rodé los ojos con fastidio, preparándome para el mismo discurso de siempre.

—No puedes salir días de semana, sabes bien que tienes que asistir a clases.

—Lo sé...—Di media vuelta, sonriendole con la esperanza de tranquilizarla—Será la última vez. Lo prometo.


"Otra promesa que no será cumplida".



Caminé los pocos pasos que me quedaban y me encerré en el baño, escuchando al otro lado de la puerta cómo mi madre murmuraba algo antes de quedar en completo silencio.

—No sé qué es lo que está mal con ella...

Apoyé mi cuerpo sobre la madera de la puerta y observe mi reflejo en el gran espejo que tenía en frente.

—Todo...—Le respondí a mi madre, sabiendo bien que ella ya no me oía.

Mi cabello enmarañado, mis ojos hinchados y la palidez de mi rostro delataban mi cansancio.
Y no era por haber pasado una noche agitada... aquel cansancio siempre estaba conmigo.

UNPREDICTABLE | Park Jinyoung |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora