Capítulo VII

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Mi corazón se detiene durante una dolorosa fracción de segundo para reanudar su marcha a una velocidad impresionante, pero me obligo a mantener una expresión serena.

ÉL va acompañado por tres personas y no parece percatarse de mi presencia hasta que estoy a escasos metros y, cuando lo hace, algo cambia en su rostro.

Su traje se ve elegante y costoso; pero él luce cansado y fatigado.

Por su expresión pareciera como si tratase de decidir qué hacer, como si por su cabeza estuvieran pasando miles de escenarios.

-¡Hola!- Dice, Dimash con un hilo de voz.

-¡Hola!- Devuelvo con el mismo tono.

Al cabo de unos segundos mira a sus acompañantes y estos automáticamente continúan su camino dejándolo atrás.

Su vista de inmediato se dirige a la cantidad de documentos que llevo en mis manos.

-¡Trabajo!- digo, mientras me encojo de hombros–Justo ahora voy a una reunión- medio sonrió.

-¿Ahora?- Sus ojos se abren de golpe.

-Sí, surgió algo inesperado y debemos armar algunos planes de respaldo.

Él abre la boca para hablar, pero parece pensarlo mejor y la cierra. Se aclara la garganta y vuelve a intentarlo.

-Cuando termines ¿Podemos hablar?- suelta.

Me toma más de unos segundo reaccionar a lo que dice.

-No sé la hora en que terminare- suelto, con lo que pretendo sea un tono aburrido pero estoy segura que soné fría hasta la mierda.

El silencio se apodera del ambiente y por primera vez un aura tensa se forma a nuestro alrededor.

-¡Ya debo irme!, se me hace tarde- suelto.

"Estoy molesta y no estoy muy segura del porque"

"Es por que no te hablo en todo el día; estas así, porque paso de ti por completo" dice la voz insidiosa en mi cabeza.

Algo cambia en su expresión y de pronto luce como si hubiese sido golpeado en el estómago.

-¡Oh!- masculla.

- Si eso es lo único que impide que puedas hablar conmigo-dice, al cabo de unos segundos en silencio- Te esperare, ¡Esperare hasta que termines!- anuncia.

Un par de segundos pasan antes que tome una inspiración profunda, en un intento de aplacar mi corazón, y responda.

-Te envió un mensaje- la frialdad de mi voz me sorprende.

Él parece entender a qué me refiero y solo asiente.

Entonces, sin decir más, me encamino a la habitación de mi jefe.

~*~

El ambiente de la habitación es jodidamente incómodo y ambos parecemos notarlo.

-¿Deseas tomar algo?- Dice, mi jefe, rompiendo el silencio.

-Agua, por favor- respondo, solo porque no se me apetece beber nada.

Doy un gran sorbo a mi bebida para disipar el enorme nudo que siento formándose en mi garganta y sé que debo aprovechar que estamos solos para abordar el tema de la cena.

Es mi jefe y lo menos que quiero son malos entendidos.

-Y-Yo, quería disculparme por lo de ayer-digo con un hilo de voz- Yo no...

-¡Ah!- me corta- ¡La cena!- mi atención se vuelca en su dirección mientras se incorpora a su asiento- Creí que sería algo bueno llevarte a cenar, hiciste un gran trabajo- una sonrisa tensa se dibuja en sus labios- Pero no pensé que tendrías otros planes, ¡Lo siento, mi error!- masculla antes de sonreír una vez más y mover la cabeza.

"Di algo estúpida" me repito una y otra vez pero nada viene a mi mente.

-Todo bien ¿Si?- Dice Marco, al cabo de unos segundos en silencio, con una sonrisa que nunca le había visto antes.

-¡Todo bien!-aseguro, con una sonrisa en mis labios también.

No sé en qué momento exacto fue que paso pero el ambiente se siente completamente diferente.

Más ligero.

Ambos estamos más relajados.

-Entonces ¿aún me debe la cena?, ¡trabaje muy duro!- suelto, antes de poder detenerme.

La sonrisa que emboza y la risilla que suelta es tan contagiosa que termino siguiéndolo.

-¡Paso su oportunidad en esta ocasión, Señorita Hernández!- dice, sin perder la sonrisa- Si quiere que gaste mi dinero en usted, deberá darme buenos resultados mañana- termina, poniéndose de pie.

Sé que ha dado por finalizada la conversación pero aun así me es imposible dejar de sonreír.

Tal vez, después de todo, no es una persona tan seria como quiere aparentar.

Tal vez...solo tal vez.

Tres golpes leves desvían nuestra atención hacia la puerta.

"¡Sebastián!"

-¡Llegue!- dice Sebas en cuanto Marco abre la puerta.

-¡Si, y lo haces tarde!- suelta nuestro jefe y me contengo las ganas de reír.

~*~

Hace diez minutos que terminó la reunión y hace cinco que estoy con el celular en la mano sin saber que escribir.

He escrito y borrado el mensaje más veces de las que me gustaría admitir.

"¡Ah! No puedo con esto" grito tirándome a la cama de manera dramática.

Unos golpecitos provenientes de la puerta hacen que me levante de golpe.

Todo a mí alrededor parece perder enfoque cuando lo veo.

Dimash está parado justo en frente.

Mi pulso late tan rápido que puedo escucharlo en mis oídos.

-¡Veo que ya has acabado!- Su voz ronca hace que toda mi piel se ponga de gallina.

No me muevo durante lo que parece una eternidad; hasta que habla.

-¿Puedo pasar?

-¡Claro!- suelto después de otros segundos en silencio.

Una vez dentro de la habitación el nerviosismo se hace presente.

El arrepentimiento, al recordar cómo fue que le hable hace unas horas en el pasillo, no hace más que aumentar la maraña de sentimientos crecientes en mí interior.

-¡Lo siento!- masculla.

Mis cejas se alzan con incredulidad y mi ceño se frunce ligeramente.

-Y-yo lo siento, no quiero que pienses que estoy intentado poner alguna excusa o algo parecido- me mira- cuando estoy en el trabajo me suelo concentrar demasiado en ello, nunca tomo mi teléfono, a menos, que sea para algo que requiera mi trabajo ese momento- masculla.

"¡Lo sabe, sabe porque actué así en el pasillo!"

No digo nada, no digo nada porque la vergüenza no me lo permite, así que me limito a mantenerle la mirada.

-Estuve pensando en ti todo el día- se acerca- En cada momento del día quise hablarte..., pero no podía,-algo en su expresión cambia- decidí no hacerlo-dice al cabo de unos segundos.

Está cerca, tan cerca que temo que pueda escuchar el latido desembocado de mi corazón. Temoque pueda ver el efecto que su cercanía produce en mí.

-¡Decidí no hacerlo!,-suelta, con naturalidad- lo decidí después de la cena de ayer- su voz es cada vez más suave- Me dije, que la próxima vez que habláramos o nos viéramos, dejaría de lado mi caballerosidad y no desaprovecharía la oportunidad de hacer lo que quise hacerte desde la primera vez que te vi.

La confusión me invade, pero no me da tiempo de procesar nada.

 No cuando ya ha unido sus labios a los míos.

Que lo nuestro se quede nuestro 《Dimash kudaibergen》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora