•Cap 5 ¿Me odias?•

3.9K 408 10
                                    

Dos semanas habían transcurrido ya desde el incidente en casa de Vegetta, desde entonces, el pelinegro era más cuidadoso con las trampas y torretas que ponía en su vivienda, sinceramente estaba cansado de que siempre fueran a explotarle la casa a él y nadie hiciera nada al respecto, ni si quiera los policías Fargan y Alex se molestaban en detener los crímenes, así que, ¿por qué no tomarse la justicia por su propia mano? Eso haría, sí.

Vegetta decidió salir a tomar el aire para descansar de unos largos días de trabajo consiguiendo materiales para terminar su grandiosa mansión en la isla flotante; caminaba por el pueblo saludando a algunos vecinos que pasaban por allí mientras compraban comida, adornos, materiales...

Se paró en una tienda para comprar algo de madera especial que no sabía de dónde demonios la sacaban, porque mira que había explorado, pero algunos materiales eran realmente difíciles de encontrar.

Estuvo un rato sumergido en sus pensamientos cuando notó una sombra sobre él y se puso alerta decidido a atacar hasta que se giró y vio a un peliblanco sonriendo mientras le miraba.

—Hola Vegettita—le saludó haciendo una falsa reverencia.

Vegetta rodó los ojos devolviéndole el saludo con una forzada sonrisa, quería estar tranquilo por un día, y teniendo a Rubius cerca eso sería imposible y es que el más alto siempre la estaba liando por ahí, haciendo ilegalidades y portándose como un absoluto niño pequeño.

—¿Qué te trae por el pueblo?—miró algunas de las cosas que había comprado Vegetta—¿De compras señorita?—sonrió socarrón.

Vegetta le sacó el dedo matándolo con la mirada.

—No tendría que comprar tanto si no viviera rodeado de tontitos que solo se dedican a romperme la puñetera entrada, no tengo tanto tiempo de farmear—se excusó.

—Admítelo Vege, te encanta venir de compras estoy seguro—le miró sonriendo.

Vegetta se horrorizó poniéndose rojo y dándole la espalda al peliblanco. Y es que Dios, Rubius era malditamente odioso cuando se ponía tan molesto...

—¿Has venido a algo más que dar por culo?—respondió molesto.

Rubius tuvo que inclinarse ligeramente para hablarle cerca del oído para que el pelinegro le escuchara.

—De hecho, venía a ofrecer mi ayuda para arreglar tu entrada, si quieres—aclaró sonriendo.

Y es que la verdad es que Rubius se sentía algo culpable de haber explotado su entrada junto a sus compañeros de la hermandad, pero quien podía culparle, lo volvería a hacer con tal de estar con Vegetta a solas en los baños viendo como se sonrojaba, le encantaba cuando Vegetta se sonrojaba, pero eso, eso es algo que jamás admitiría en alto.

—¿Desde cuando haces obras de caridad Rubén?—le miró encarando una ceja—¿Por fin te han admitido en el grupo de niñas scout?—se mofó.

Rubius frunció el ceño mirándole pero terminó sonriendo mientras le miraba directamente en los ojos.

—Vamos Veg, te encanta estar conmigo, anda, vamos—le cogió del brazo andando hacia la casa del pelinegro dejándole con la palabra en la boca.

Vegetta calló sonrojado mientras miraba la delgada mano de peliblanco sobre su muñeca, le cogía con fuerza, pero sin llegar a hacerle daño. Observaba a Rubius desde atrás, podía ver el inicio de unas rebeldes raíces morenas en su teñido pelo, y su olor... Que le volviese a perdonar Dios pero olía... Espera, no, daba igual, caminaría mirando a otro sitio, sí.

Tras un rato, llegaron por fin a la casa de Vegetta y se pusieron a trabajar mientras charlaban de algunos temas. Estuvieron alrededor de una hora para terminar de arreglar todo, no se llegaron a dar cuenta de que se empezaba a hacer de noche. Se quedaron en silencio un largo rato hasta que Rubius rompió dicho silencio.

—Oye Vegetta...—llamó su atención.—¿Tú me odias?—preguntó de repente.

Vegetta abrió los ojos sorprendido, ¿odiarle? por qué haría eso.

—¿Qué?—quiso entender.

—Sí... bueno ya sabes...—se aclaró la garganta—He notado que eres algo distante conmigo y a la mínima siempre me echas la bronca y bueno... Cuando estamos juntos siempre acabas evitándome, por eso pensé que...

—Para ahí—le cortó—Por dios Rub, no te odio—sonrió acercándose algo a él— Es solo que eres un tontito y me gusta picarte, pero nunca te odiaría bobo.

La sonrisa del peliblanco se hizo grande mientras un gran calor le invadía el pecho al saber que su querido pelinegro no le odiaba y que simplemente le gustaba bromear con él.

—Vale—sonrió—Bueno creo que ya se está haciendo tarde, debería irme—se comenzó a despedir.

—¿Quieres quedarte?—ofreció Vegetta.

—¿Q-qué?—preguntó sorprendido.

—Claro, ya es tarde, seguro que acabas palmando como siempre por ahí, quédate.

Rubius tragó duro mirándole serio mientras asentía.

Pasar la noche con Vegetta, nah, no le preocupaba, estaba absolutamente calmado...

El Secreto|-Rubegetta AU omegaverse-| TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora