C a p í t u l o 7

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-¿Problemas en el paraíso?

-La madre...- me quejé mientras intentaba levantarme de mi camita.

Abrí los ojos para ver la hora, y efectivamente, era la hora de practicar la murisión. Le había prometido a mi madre que me levantaría temprano para ir al mercado a comprar unas malditas sandias. Sí, sandias, tanto madrugar a las ocho de la mañana para comprar unas malditas sandias.

-¡Mar!- gritó mi madre desde el piso de abajo- ¡Espero que ya estés lista! Esta niña me va a matar... ¡Te dije que pusieras la alarma temprano, tanto móvil tanto móvil y para nada sirve! Claro... ¿Cómo se va a levantar la señorita pronto si llega a las horas que le apetece a la casa? Mi casa no es hotel.

Mi madre es de las típicas de hacer drama por todo, por lo que no le tomé mucha atención a sus gritos y me vestí lo más rápido posible. Como tenía que ir a toda prisa si no quería recibir unos chanclazos voladores, opté por coger lo primero que había en el armario y que más o menos conjuntase bien, unos baqueros negros de talla alta y un body Levis rojo de tirantes.  Y una vez lista y aseada bajé como toda una valiente a enfrentar los gritos de mi madresita.

-Estoy harta de que te levantes a la hora que quieras y ni me ayudes en las tareas del hogar maldita mal agradecida. Que sepas que es la última vez que te doy permiso para salir con tus amigos hasta tan tarde, y espero que no me hayas mentido sobre que no bebiste...

- Sabe bien que no bebí, no miento y lo sabe de sobra. Lo que pasó es que me tiraron alcohol encima.- me excusé.

No mentía. Volví sana a casa luego de llevar a Dani a la suya, y una prueba de ello es el hecho de no tengo resaca, solo estoy cansada por haber dormido apenas unas pocas horas horas.

-¡Mira las horas que son! Como lleguemos y halla cola... ahí si que me conocerás Paloma del Mar.

- Mamá, no hace falta hacer un culebrón si apenas son las ocho y cuarto y el mercado no abre hasta casi las nueve.- dije mientras me ponía los zapatos- Ya estoy lista, vamos.

- ¿Otra vez con esos malditos zapatos hija? Parece que no tienes más.

-¿Está criticando mi outfit? Estas Lacoste y yo somos inseparables.- hice referencia a los viejos zapatos grises, antes blancos, que traía puestos en esos momentos- Y para su información, utilizo otros dependiendo del día, no es mi problema que usted no lo haya notado.

-Mira, haz lo que quieras, total en esta casa ya nadie me respeta.

Acabada la discusión sin sentido nos dispusimos a salir de casa he ir al lugar donde venden las estúpidas sandias. Durante todo el trayecto hubo un silencio bastante agradable entre nosotras, por lo que no pude evitar que pensamientos furtivos de los mensajes  que me mandó anoche  James llegaran a mi mente. 

Wey, no voy a mentir diciendo que no me emociona la idea de que en entre lo que me envió diga que después de todos este tiempo conociéndonos siente algo por mi, pero... Se de sobra que solo soy un juego para él, una pequeña distracción y salida de la rutina. Y no lo culpo por ello porque en un principio yo lo había visto de esa forma, porque a veces hablar con extraños puede hacernos sentir mucho más libres. Pero weee, me metí yo solita en un callejón sin salida al encariñarme demasiado de esa sensación de libertad, de esa seguridad que me transmitía debido a que tenía más experiencia en la vida, y no lo voy a negar, los mensajes subidos de tono me agradaban.

-¿Problemas en el paraíso?

-No se de que me habla mamá.

-No te hagas la loca conmigo. Soltabas suspiros tristes mientras mirabas distraída la pantalla del  móvil apagado. ¿A caso tu enamorado todavía no te manda un mensaje de buenos días?

-Ojalá tuviera uno.

- Lo dudo con esa cara.

- Me encanta que siempre me de apoyo emocional mamá.

-Ya ves, para que luego te quejes.

Sin duda mi mamá es la mejor /c ríe para no llorar/.


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⏰ Última actualización: May 18, 2020 ⏰

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