Epílogo

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Mia se miraba en el espejo de cuerpo entero revisando su vestido blanco, de media manga y con transparencias donde en esta habian leves bordados, su espalda quedaba al descubierto dejando ver su piel blanca.

Su pelo esta recogido en un muy complicando recogido que su peluquera tardo cinco horas en hacerle, en este yacia un pequeño broche con pequeños zafiros azules que una hora atras la madre de Mark le habia regalado con la única condición que lo guardara y que se lo diera a su hija y ella a su hija o su suegra, quien sabe.

Ella miraba cada detalle de su vestimenta buscando un pequeño fallo, pero no lo encontró, todo estaba perfecto.

Y entonces, la puerta de la pequeña habitación se abrió de golpe dejando ver a una bonita niña de cuatro años, con un pelo largo y castaño como el de su madre y unos ojos oscuros como el mar como los de su padre. Venia con su vestido blanco con un cinturón de rosas rojas y su pelo lo había dejado suelto con un mecho de cada lado de la cabeza cogido por detras con una pequeña rosa roja. Ella era preciosa, un pequeño ángel.

- Guau...- dijo la niña con admiración- pareces una princesa.
- Tu si que eres una princesa- dijo Mia agachándose para ver mejor el rostro de la niña- eres mi hermosa princesa .
- De grande quiero ser como tú, un princesa que al final del cuento se queda con el príncipe, ¿o es qué papá no es un príncipe?- se pregunto La Niña.
- No, claro que no, papá es un ogro malo que solo quiere comerte- dijo Mia haciendo caras feas y cosquillas a la niña.
- No, papá es un príncipe, un príncipe muy guapo.
- ¿Papá es guapo?- se pregunto y la niña río.
- ¡Si! Papá es un príncipe muy guapo- dijo la niña entre carcajadas.
- Y... cuéntame, ¿qué se supone que haces aquí?
- Pues, primero- conto la niña con los dedos- papá esta muy nervioso- Mia sonrió al imaginárselo- y la tía Jennifer ya te quiere ver, y la abuela no se para de quejar y el tío Eliot se a vuelto a quedar dormido encima del basto- la niña imita al tío Eliot de una manera demasiado cómica y al final las dos chicas acaban riendo.
- Si... ¿me haces un favor, cariño?
- Si- grito la niña levantando las manos hacia arriba con ilusión.
- Pues dile a tía Jennifer que venga a ayudar a mamá y de paso intenta despertar al tío Eliot ¿si?
- ¡Si!- gritó con alegría la niña.

Y desapareció por la puerta, no sin antes darle un beso en la mejilla a su madre.

Minutos después, una chica rubia demasiado estresada entro en la habitación.
- ¡Mia!- grito la rubia.
- Hola.
- ¿Tan solo hola? Después de que tu mejor amiga, o sea yo, hubiera que lidiar con el tío Eliot que se queda dormido por todas partes y tan solo me dices hola ¿enserio?- pregunta Jennifer alzando una ceja.
- Si- le dijo con una gran sonrisa en la cara.
- ¿Sabes qué? Olvídalo, es el día de tu boda y ya sabes que nadie puede estar más que un minuto enfadado contigo si le sonríes de esa manera.- Mia se río- a mi no me hace gracia, ¿necesitas ayuda?
- Si, ¿me ayudas a ponerme los zapatos?
- Claro, me haces venir aquí solo para ponerle los zapatos ¡increíble!- exclama Jennifer y las dos rompen en carcajadas.

Jennifer le pone los zapatos te tacon blanco con transparencias y pequeños bordados como los de la parte alta del vestido.
- Ya está- dijo Jennifer cuando da por acabado el trabajo- ahora, ponte de pie, ya quiero ver como te queda este hermoso vestido.

Mia se pone de pie con la ayuda de Jennifer y cuando ya no se tambalea por la falta de equilibro, Jennifer hace un pequeño grito de alegría que luego lo tapa con la mano en la boca.

- Estas preciosa, la novia más guapa que he visto en mi vida- escáner a Mia que cuanto más pasa el tiempo más nerviosa se pone.
- Tampoco exageres.
- No estoy exagerando.
- Estáis todos perfectos, soy la familia perfecta, a partir de ahora os llamare los Perfect family
- Lo que tu digas, ¿qué tal con Adam?- digo subiendo y bajando las cejas expectante y su perfecta piel blanca de repente se vuelve roja como la de un tomate- ya veo que muy bien.
- Cállate.
- Pero es verdad.
- Claro que no.
- Claro que si.

Mark©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora