Parte 31 - Mentiras

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-No, nena, no te he mentido. - empezó a decirme.

Caminé hasta mis zapatos y empecé a calzarme mis botas azul oscuro con un poco de tacón hasta las rodillas.

-Tienes que escucharme.

-Vale, te escucho. - respondí caminando al sofá y sentándome en el. Iba a salirme humo de las orejas, estaba muy molesta, no me gustaba que me ocultasen cosas así. -Quedamos en que íbamos a ser monógamos mientras estuviésemos juntos.

-Sí, lo sé. Y te dije que no estaría con ninguna otra que no fueses tú. - respondió él acercándose a mi.

-¿Y por qué tienes unas bragas de otra en el suelo de tu baño? - pregunté cruzándome de brazos.

-Tengo una buena explicación. Pero nena, yo nunca te mentiría.

-Las personas que dicen eso suelen ser las más mentirosas. - repliqué. - Pero te escucho, dame la explicación.

-Jaime me llamó el otro día y me dijo que estaba teniendo problemas con Aileen en la cama, y me pidió si podían usar mi casa para reavivar su chispa.

-¿Qué? - pregunté totalmente extrañada.

-Hay parejas que creen que un cambio de escenario reavivará su pasión sexual. Esas bragas deben ser de Aileen, porque yo no he traído a ninguna mujer a mi casa, nena.

-Las parejas van a hoteles, no a casa de su hermano.

-No soy yo el de los fetiches raros, no iba a decirles que no.

-Vale. - respondí, poniéndome de pie de nuevo.

-¿Estás enfadada? - me preguntó él acercándose a mi y abrazándome.

-No. - susurré. Y era cierto, no lo estaba. Le devolví el abrazo y luego me dio un rápido beso en los labios. -Voy a irme ya, que se ha hecho tarde. - le avisé caminando hasta la entrada de su casa para coger el bolso.

-Vale, nos vemos mañana. - respondió él siguiéndome.

Abrí la puerta y le guiñé el ojo antes de picar al ascensor. Tres minutos más tarde, estaba sentada en mi coche, sin saber qué pensar. Después de que Jess me llamase hace tantos meses diciéndome que le había visto con una mujer, hablé con Leonardo para que mientras estuviésemos juntos, no nos acostásemos con otros. Y esa era la razón por la que yo no me había acostado con ninguna de mis citas, además de que no me habían agradado.

Pero a Leonardo le gusta divertirse, le gusta el sexo. Y su explicación me convence lo más poco. Aún así, no estoy enfadada. Estoy molesta porque no estoy segura de que me haya dicho la verdad, y eso en el fondo me ayuda en la búsqueda de mi respuesta. 


*****

-Hola Aileen, ¿cómo estás hoy? - le pregunté en cuanto descolgó.

-Hola Grace, ¿bien y tú?

Desde aquella vez que comí en su casa, al cabo de dos semanas me llamó para que charlásemos un rato y desde entonces nos hemos ido llamando varias veces al mes, solamente para saber cómo está la otra.

-Bien, te pongo en altavoz que estoy haciendo la cena. - le expliqué intentando apretar el botón del altavoz en la pantalla de mi móvil.

-Vale. - respondió ella. Oía unos ruidos de platos y justo cuando le iba a preguntar si estaba haciendo la cena también, me dijo que estaba en la cocina.

-¿Qué estás preparando? - le pregunté mientras abría la nevera de casa.

La llamé justo al llegar, tras haber deliberado conmigo misma en si debía hacerlo o no.

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