Parte 23 - Mamá

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-¿Hablar de qué? - le pregunté, pero él me arrastraba hasta la piscina agarrándome fuerte de la mano. -Me estás haciendo daño Mike, suéltame. - le ordené. 

Pero él no me soltó y siguió arrastrándome hasta que llegamos a las hamacas.

-No puedo seguir con esto. - soltó de repente.

-¿Seguir con qué? - le pregunté cruzándome de brazos.

¿Qué? Mi interior estaba chillando, furiosa, sin entender qué es lo que había pasado. Pero por fuera, estaba completamente seria, ahora era yo la que no demostraba mis sentimientos.

-Tú y yo, Grace, no tenemos futuro. - habló, y sus palabras se clavaron en mi como cuchillos.

Joder que daño.

-Tenemos que ceñirnos al plan. - añadió sentándose en la hamaca blanca.

Yo me quedé de pie, si me sentaba, ya no me levantaba.

-¿Y cuál es el plan? - pregunté, estaba totalmente desconcertada. ¿De dónde salía todo esto?

-Actuar. Hacer ver que estamos prometidos durante unos meses... y luego decir que no funcionamos cómo pareja, y que lo hemos dejado. - empezó a decirme, pero yo ya no le estaba escuchando.

-¿Qué ha cambiado? - pregunté. Él alzó la vista y nuestros ojos se encontraron, pero se quedó callado. - Dime qué ha cambiado de hace dos horas a ahora. - le exigí.

-Nada, Grace, es solo que...- empezó a decir, pero volvió a callarse.

-¿Qué que? - se puso de pie, acercándose a mi. Extendió su mano hacia mi para tocarme, pero yo me aparté. -No me toques - hablé con tristeza. - dime qué pasa, háblame. - volví a pedirle, pero de nuevo no obtuve respuesta. 

-No puedo seguir con esto. - repitió Mike, ¿esto acaso era una broma de mal gusto?

-¡Eso ya lo has dicho! - exclamé furiosa.

-¡Joder! - me gritó. -¿No ves qué no me gustas?

Me quedé sin habla, estaba atónita.

-¿Qué coño quieres que te responda a eso, Mike? - tenía un ardor horrible en el pecho y me costaba horrores tragar. -Los besos que nos hemos dado, ¿eh? ¿no han significado nada para ti, verdad? - le pregunté. - ¿Yo qué era, otra de las tías que te follas y luego no llamas?

-No te he follado. - me corrigió él, mirándome directamente a los ojos.

-¿Eso es lo único qué vas a contestar después de todo lo qué te he dicho?

Y se volvió a callar, joder, ojalá meterme en su maldita cabeza y saber qué es lo que estaba pensando.

-Lo que sea que hayas sentido, no ha sido recíproco. Así que supéralo y sigamos con el plan. -habló con seriedad, como si no importase. 

-Para decirme eso, mejor no me contestes. - una lágrima empezó a caerme por la mejilla, no lo había podido evitar. -Que te den, Michael White, eres un completo capullo. - añadí antes de irme.

Empecé a caminar hacia la playa, me quité los zapatos y los dejé en la puerta de hierro que separaba la arena del césped de la casa. En cuanto mis pies tocaron la arena, me derrumbé, y me puse a llorar cómo si Mike se hubiese quedado mi corazón en esa conversación.

Diez minutos más tarde, me arremangé el vestido y empecé a caminar hacia la orilla. Mis pies tocaron el agua fría del mar y sentí cómo el pecho se me abría de nuevo para respirar. Empecé a pasear por la orilla, sin destino.

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