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"Hay buenos inventos que se convierten en malditos"
¡Lo que faltaba! Estaba llorando.
Y no hablaba de algunas lágrimas, la chica se había puesto las manos en el rostro y dejaba escapar grandes chillidos de tristeza. El drama se asemejaba a un dolor incontrolable o la muerte de un ser querido, pero por lo que sabía él, ninguna de las dos eran opciones lógicas.
Su "bebe" no había tocado ninguna parte del cuerpo de aquella atravesada chiquilla y no había presenciado ninguna llamada repentina, o un grito de muerte. Todo estaba bien, exceptuando que ella seguía llorando.
Y eso no estaba bien, para nada bien.
La gente comenzaba a atumultuarse en las aceras, algunos curiosos pasaban por el rayado peatonal y observaban con las narices bien en alto, mirando para luego comentar, las viejas de los edificios comenzaban a sacar sus paños y sillas y se sentaban en los balcones a murmuran cosas, que él no escuchaba, a las vecinas.
Y qué decir del transito, los carros tocaban sus cornetas como una sinfonía tras su espalda y uno que otro atorado pasaba a su lado sacándole el dedo corazón o gritándole un gran "maricón".
Aunado a eso, él odiaba ver a las chicas llorar. Se veían tan indefensas, como si el mundo se las fuese a comer, y como decía "mamá Kushina": "Cuando una mujer llora, hijo. Debes correr y hacer lo que sea para que ella sea feliz, o si no, no estaré orgullosa de mi chico"
Y Kushina lo había criado como un hijo culposo, si dejaba a la niña en medio de esos lagrimones en la avenida, le comería el remordimiento por el resto de la hora, por que seguramente dos horas después lo olvidaría.
Tenía corta memoria para cosas de poca importancia y siempre se encontraba muy ocupado.
Se acercó, sin que las personas dejasen de verle, agradeció de llevar siempre su gorra y sus lentes por que los curiosos comenzaban a trancar la vía. Los carros pasaban por el canal libre, algunos pensando en un choque otros insultando en voz alta. Esto no era un buen escenario para que vieran al ídolo de Japón, qué diría, mejor dicho qué no dirían.
- ¿Estás bien? –preguntó con voz cortada. Con los cabellos hacía el frente y la mirada perdida en el asfalto, esa jovencita se parecía a su madre, en los tiempos que lloraba porque Minato llegaba tan tarde a casa que levantaba sospechas.
- ¡Como voy a estar bien! –gritó ahora ella mirándole. Naruto se sobresaltó, ¿Qué forma era esa de contestar a una persona que se preocupaba por ella? –Si todo esto es tu maldita culpa.
¡No! ¿Esto estaba pasando de verdad o era un chiste? No podía estar culpándole, si ella paso con luz roja.
- ¿M-mi cul-culpa? –trato de no reírse, pero las palabras salieron entrecortadas- ¿No vio que estaba en roja para los peatones?
- ¡Que me importaba si estaba en roja o no! –le replicó ella. Esa actitud agresiva se le hizo conocida- El punto es que si no hubiese frenado por tu atore, hubiese agarrado a esos delincuentes y los hubiese hecho papilla con mis propias manos.
No era una linda imagen. Era una linda chica, con unas no lindas palabras.
- Menos mal que frene a tiempo, estuve a punto de atropellarle. ¡Y solo piensa en los delincuentes!
- Pues mire como maneja, mire quien pasa. ¡Que si se lleva a alguien lo paga por completo! –le contestó ella molesta, sus ojos eran turbios, de un extraño gris claro. ¡Espeluznantes! Pensó él.
- Está bien, siga su camino, tal vez aun los alcance. Yo no voy a perder mi tiempo con usted –dio media vuelta para montarse de nuevo en su carro, la gente observaba aún, algunos comentaban, otros relataban el casi-atropello.

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No soy tu fan
Fiksi PenggemarNaruto es cochinamente rico, guapo y famoso, después de todo, es el ídolo de Japón. Hinata vive a espesas de la venta de gallinas. Namikaze es creído y egocéntrico. Hyuuga honesta y sencilla. Ni muertos podrían ser la "pareja perfecta". Parejas: Nar...