舞~¿Esⷬ Sóͧlͨoͣ Miⷴ Meͭnⷨtⷯeͮ?~舞

Capítulo 1

Él estaba sentado poniéndose los calcetines, pero escucho una risa a su espalda... No movía ningún dedo tenía la vista pérdida.

Daniel~...

¿Real o imaginario?

—¿Daniel?— hablo su madre desde la puerta viéndole con el ceño fruncido, sacándolo de su trance.

—¿S-si mamá?— volvió a lo que hacía, ponerse los zapatos y salió de la habitación seguido por su madre.

—¿Daniel sucede algo?— pregunto la castaña preocupada por su único hijo, quien se sentó frente a ella, para comerse su tostada con mermelada.

—No, solamente estaba algo dormido todavía— mintió con una sonrisa "natural" que su madre notó, pero prefirió no indagar, solo le limpio las migajas de sus mejillas.

—Ya veo...— dijo suspirando tratando de no sonar tan preocupada, el sonido de el timbre los asusto un poco a ambos.

La señora Collings se acercó a la puerta y observo por un pequeño orificio de ésta, para ver a una chica bastante conocida y precedió a abrirle la puerta.

—Buenos días Sam, pasa— invito la señora con un gesto de amabilidad y cariño hacia la chica.

—Gracias Señora Collings, buen día— saludo animada entrando y sentándose junto a Daniel.

—Buen día Sam, que gusto verte, viniste para llevarme a mi primer día de escuela eh?— sonrió animado y divertido cerrando los ojos por la felicidad de que la contraria le ayudará en su primer día.

—Daniel te vez realmente adorable, pero vámonos ya, se nos hará tarde, si, no nos apuramos— aviso golpeando levemente la espalda del contrario.

—Si vamos ya, ¡mamá hasta luego!— se acercó a su madre le dio un beso pequeño en su mejilla y se despidió saliendo por la puerta junto a Sam, cerrándola después de eso.

—Daniel... Siento que te guardas algunas cosas, eres adolescente lo entiendo pero en verdad me preocupas hijo mío— suspiro cerrando sus ojos por unos segundos para luego ponerse a lavar los platos.

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—Oye... ¿Daniel te sucede algo?— pregunto Sam caminando por el pasillo de las aulas mirando al nombrado con el ceño fruncido.

—Nadie... ¿Me mira raro?— hablo entrecortado con la mirada en el suelo con el rostro pálido.

—De que hablas, 2 de 30 personas que hay aquí te están mirando pero asustados por la cara que traes— dijo incómoda por la vista de algunos al oírlos hablar de eso.

—Bien...— susurro antes de levantar la mirada y ver a todos mirarle normal, sin gestos o críticas.

—Tranquilo señor paranoico— sonrió Sam llegando al aula donde varios chicos iban ingresando.

—Bienvenidos chicos pasen— invito el maestro que se hallaba ahí, estos asintieron y entraron.

Una vez sentados Daniel volvió la mirada hacia la entrada donde entre los chicos que entraban vio a uno de una capucha negra y sólo se centró en su sonrisa macabra, el castaño se quedó pasmado, asustado.

Dani...

Daniel...

—¡Daniel!— grito su amiga castaña y el nombrado parpadeó.

—Pero que?...— busco con la mirada al encapuchado y no había nadie con esa imagen que se encontraba en la cabeza del chico.

—Desde ayer éstas raro, el cambio de casa te afecto... Y bastante— dijo suspirando derrotada, no sabía como ayudar a su amigo o que era lo que tenía.

—No es nada... Solamente me distraje— susurro recargando su cabeza en el pupitre bastante preocupado, estaba...

¿Volviéndose loco?

No... Él estaba seguro que había alguien ahí justo hace unos minutos y ayer cuando Sam lo visitó, no se pudo concentrar mucho en clases ya casi se acercaba la hora del almuerzo y sólo se quedo mirando la libreta y dibujo algo entretenido mientras Sam le miraba de reojo sin entender que tanto hacía.

—¿Otra vez se distrajo?, ya van tres veces en estos módulos de matemáticas — pensó la chica recargando su cabeza en su mano observando a Daniel de reojo.

Tus complejos...

Oye... Yo siempre estaré ahí...

Daniel seguía dibujando cada vez más concentrado hasta los ojos entrecerrados los tenía, esa voz llevaba dos días escuchándola, ¿qué se supone que era?... Sus pensamientos, volteo hacía donde estaba Sam y se quedó congelado.

Había una persona aun lado de Sam con esa sonrisa macabra pero rostro distorsionado y...

El timbre sonó, todos salieron incluso el maestro... sólo ellos no.

—¡DANIEL!— grito preocupada la castaña y este le miro brincando del susto.

—Vamos a almorzar— dijo tomando su mochila saliendo rápido del lugar y Sam lo siguió aún preocupada.

Alguien al fondo del salón se encontraba sentado...