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Capítulo 3

Fernando se levantó y volteó realmente enojado mirando con odio a Daniel y éste brinco en su lugar al ver la mirada de Fer.

—¡Tú!, maldita escoria, te éstas buscando que te golpee hasta dejarte sin poder moverte, ¡no es así!— lo tomo de la camisa, asustando a Daniel, pero un maestro le tomo del hombro.

—Las cosas no se arreglan con violencia... Deja en paz al chico nuevo, por favor — dijo serio el maestro para después quitar su mano. —Ahora todos ya vayan a sus aulas correspondientes— se alejo de ellos en silencio.

—Pronto verás mocoso un día de estos... Me las pagarás — dijo despacio y molesto, mientras soltaba a Daniel y caminaba a su aula.

Daniel se quedó sorprendido por como él otro le amenazó y él sin hacer nada.

—Pero si yo nunca le hice nada malo... ¿Verdad?— preguntó a Sam quien sólo negó y lo abrazó.

—Tranquilo, ese chico es un idiota, no le hagas tanto caso— susurro para después soltarlo y lo tomo del brazo para jalarlo e irse a su aula.

—Esa cosa...— susurro caminando sin que Sam escuchará.

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Daniel se encontraba haciendo la tarea en su habitación tranquilo mientras bebía un jugo.

Ey... Daniel

Collings levanto la mirada hacia donde escucho esa voz, y vio la puerta de su habitación abierta cuando él la había cerrado, creyó que su madre le había hablado y se levantó de la cama directo a la puerta.

—Mamá, ¿me llamaste?— grito desdé la puerta pero su madre no contestó. —¿mamá?— grito de nuevo y caminó directo hacia la cocina.

Volteo hacia las pocas habitaciones de la casa pero no se veía su madre por ningún lado, hasta que camino hacia la cocina y vio a alguien ahí, se escondió por impulso notando que esa persona estaba agregando algo a un vaso de agua.

—Pero ¿que...?— dijo asustado y esa persona volteó, pero su rostro no se le miraba sólo una sonrisa con los dientes afilados... Daniel se puso pálido.

—Y si... ¿Mandamos a tu mamá al otro mundo?— pregunto tomando aun el frasco con cuidado y agrego una gota más al vaso.

Daniel aún en shock al oír la voz de esa cosa miró el frasco y notó que era jarabe para dormir, su corazón se aceleró... El aire le faltaba.

—¡¿PERO QUE DICES?!— grito con lágrimas en los ojos, no podía moverse y comenzaba a ver borroso.

—¡Ups!... JAJAJA — se burló la cosa esa dejando caer todo en el vaso para después menear el agua con el dedo.

—¡DEJA AHÍ MALDICIÓN!— pudo moverse del lugar donde estaba cerrando los ojos se acercó y aventó el vaso al suelo.

El sonido del vaso quebrándose resonó en toda la casa y Daniel observó hacia los lados notando que no había nadie.

—¿¡DANIEL QUE PASO!? ¡¿ÉSTAS BIEN?!— gritó su madre llegando asustada hacia donde su hijo... Quién sólo la miró con lágrimas en los ojos.

—Mamá....— susurro antes de ir a abrazarla y llorar más de lo que ya lo estaba haciendo segundos atrás.

—Ya... ya... Dani no pasa nada— lo abrazó fuerte tratando de hacerlo sentir cálido y seguridad como madre, mientras observaba el vaso hecho pedazos en el suelo.

Daniel... Eres un maldito cobarde, no sirves para nada maldita mierda.

—.... Mi cabeza— susurro y su madre le vio preocupada.

—Te duele, ¿te pasa algo?— dijo su madre tomándolo de los hombros apartándolo un poco de ella.

—¿Tienes alguna pastilla para el dolor?— dijo tembloroso, su madre asintió y se alejo de él buscando en un pequeño botiquín una pastilla.

—Daniel para la próxima no tires los vasos así... Ten cuidado que te puedes cortar— dijo su madre un poco molesta entregándole la pastilla para luego ponerse a recoger los vidrios.

Daniel... No lo vez como una gran oportunidad... un vidrio de esos te sería de ayuda.

Daniel se quedó mirando los vidrios y se dio la vuelta en dirección a su habitación.

—Mamá estaré en mi habitación... Si necesitas algo me hablas — dijo con una mueca de fastidio mientras salia de ahí pero se detuvo.

—Daniel... ¿Qué te sucede?, sabes que puedes confiar en tu ma...— fue interrumpida por un sonido de fastidio.

—Ahhg... Que te importa, no es nada— dijo sin voltear a verla para después irse a su habitación corriendo.

Esto apenas va comenzando Daniel...