Prólogo

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Abril.

Emily se vio en el espejo; tenía las mejillas sonrosadas, el pelo arreglado y llevaba joyas de lujo, pero sus ojos estaban tristes. Se contempló unos minutos en el espejo, tratando de asimilar por milésima vez que su vida había cambiado para siempre.

Entonces, Tullia, su dama de compañía se aclaró la garganta tratando de que se apresurase. No tenía tiempo para divagar, tenía que asistir a un evento importante al que no podía llegar tarde y tan sólo le quedaba media hora para terminar de cambiarse.

Eligió un vestido dorado y escogió llevar el pelo suelto. Sus rubios rizos caían por su espalda. Observó que ya no llevaba el pelo tan largo como siempre, se tocó el vientre, y una lágrima se escapó de sus ojos.

—¿Pasa algo? —preguntó Tullia preocupada.

—Para nada—contestó Emily—continúa—Tullia secó la incipiente lágrima de los ojos de su señora y la siguió maquillando con rapidez y eficiencia. Una vez lista, Emily se puso tacones y las joyas que su marido le había regalado.

Mi marido había bufado ella con una mezcla de burla y pesar. Tullia la miró de arriba abajo y asintió, por fin estaba lista.

Emily bajó las escaleras con la frente en alto. Recorrió con la mirada el salón y se dio cuenta de que no había rastro de él. No podía darse el lujo de que él la encontrara con la guardia baja. No se fiaba de él de ninguna manera. Suspiró, tragó en seco, y siguió bajando.

—¿Me buscabas? —Dijo una voz al pie de la escalera, Emily se sobresaltó.

—Creí que no irías al evento conmigo ya que no te vi listo en el salón— Contestó fríamente, él arqueó una ceja insolentemente.

—Jamás dejaría de ir a un evento contigo, mi flamante y bonita esposa, recuerda que esa es una oportunidad que no se repite con mucha frecuencia—Replicó con sarcasmo, Emily dejó salir aire, era absurdo mantener esa conversación al borde de la escalera.

—Sabes que odio los eventos sociales, Daniel—Contestó ella fríamente, él la taladró con la mirada, sus ojos eran negros como el acero, y mostraban un atisbo de humor. Pero ella no estaba para aguantarlo esa noche. Quería salir de él a toda costa, mejor aún, quería salir de todos esos eventos sociales en los que tenía que verlo con adoración y besarlo cuando ni con algodón se le acercaba en la vida real. Estaba segura de que ya todos lo sabían, pero todos modos, ese era el papel que tocaba desempeñar.

—Sin embargo, es obligatorio para ambos ir al de esta noche—Replicó el en tono de burla, ella puso los ojos en blanco y soltó un suspiro.

—¿Nos vamos? —Preguntó presa del fastidio. él asintió y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Pensé que nunca lo preguntarías—abrió la puerta para ella— después de ti—Emily salió para encontrar que como de costumbre Salvatore los esperaba afuera.

—Gracias— le agradeció Emily cortésmente cuando él abrió la puerta del coche para ella. Entonces, él la tomó de la cintura desde atrás, y hundió su cabeza en el cuello de ella. Vulnerable ante su tacto, Emily sintió el impulso de soltarse de él. Impulso que combatía el leve estremecimiento al sentir su cuerpo cálido, fuerte y fibroso detrás de ella.

—Esta noche—Susurró a su oído y Emily supo entonces que estaba realmente perdida.    

Boda Con el MagnateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora