Como dijo Sócrates: "Las verdaderas batallas se libran en el interior"
Es por eso que todos luchamos batallas internas que nadie se imagina y las más ingenuas sonrisas esconden grandes secretos, por lo que la vida de las personas no es tan perfecta...
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Los números subían y bajaban rápidamente, la chica se encontraba expectante al resultado de la pequeña pantalla de la balanza.
— Por favor, por favor. Que no haya aumentado — Murmuraba en espera del resultado.
Hasta que el número por fin se detuvo —54kg.
—¿Solo uno? ¡Esto tiene que ser una broma!— Exclamó frustrada.
La chica de ojos pardos había pasado alrededor de una semana haciendo una dieta restringiendo un alto contenido calórico con la intención de perder cinco kilogramos esa semana. Sin embargo, a pesar de sus intentos no había podido negarse a la celebración en Kingsbury's aquel día; por lo que su dieta se vió afectada y no alcanzó el resultado esperado.
Megan bajó de la balanza, molesta y decepcionada, con pequeñas lágrimas saliendo de sus ojos. Fue directo al baño y abrió el grifo de la tina permitiendo que el agua caliente la llenara introduciendo su cuerpo una vez la misma estuvo al límite deseado; relajando todo su cuerpo, aprovechó de aquel momento para sacar de su mente todos esos pensamientos negativos que la abordaban respecto a su falla de no haber alcanzado los cincuenta kilogramos deseados y se prometió aumentar su rutina de ejercicios una hora más para ayudar a su organismos a deshacerse de la grasa sobrante, sin importarle el tener que saltarse una o dos comidas al día para lograrlo.
Después de unos veinte minutos, salió de la tina colocando sus pies en la pequeña alfombra al lado de la misma. Tomó la toalla para cubrir su cuerpo desnudo y deslizó sus pies entre las sandalias frente a ella. Salió del baño con dirección a su vestidor, sacó la pijama de seda blanca que le había regalado su madre en su cumpleaños y la colocó vistiendo su delgado cuerpo de piel blanca.
Bajó las persianas de la ventana de su alcoba y apagó la luz dejando solo la tenue luz de la lámpara sobre la mesa de noche al lado de su cama, se echó en la misma; hambrienta y con su estómago rugiendo. Se había saltado la cena otra vez con la excusa de un dolor de cabeza que le había inventado a su madre, levantándose de la mesa tal y como siempre lo hacía para evitar comer. Sentía la necesidad de hacerlo pues con eso podría perder peso mucho más rápido. Apagó la lámpara junto a ella y se quedó dormida en cuestión de minutos.
Al día siguiente, las clases transcurrían normalmente en el Ravenwood Institute. En la hora del almuerzo, Megan se encontraba con Alice y Jenna en una de las mesas de la cafetería, mientras Alice y Megan charlaban, Jenna terminaba una asignación que no había terminado la noche anterior por quedarse dormida. Jordan y Harris se acercaban a ellas hablando y riendo tal como solían hacerlo siempre, Jordan traía consigo una bandeja donde traía el almuerzo que ya había comprado.
— ¡Hola, hermosa! — Dijo Jordan dándole un beso en la mejilla a Megan. — Ten, te traje el almuerzo. — Añadió acercándole la bandeja.
