Ceniza

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El Buen Cazador activó la campana para ayudar a colegas que estuvieran pasando un mal rato frente a la Iglesia de la Sanación cuando el delicado resonar lo transportó a una zona que sus ojos nunca habían visto.

Delante de él se encontraba una inmensa puerta cerrada y detrás, dos enemigos con aspecto de cabra se hallaban sentados dándole la espalda. Una especie de bosque muerto se extendía más allá de los enemigos, donde varios cadáveres de estas criaturas formaban un camino descendente. ¿Cómo carajos había llegado ahí? Incluso el olor de aquel lugar era diferente. 'Humo' se dijo a sí mismo, 'Apesta a quemado'.

Decidió caminar un poco a la izquierda: nada más que un claro con más cadáveres de enemigos, y entonces lo vio. Acercándose hacia él mientras una de las criaturas le perseguía, venía un caballero cargando un espadón. De pronto rodó hacia la criatura y le encestó un par de golpes con el arma antes de sacar un frasco amarillo, beber de él y dirigirse a la puerta. El Cazador no estaba impresionado, realmente. Si acaso, necesitaba preguntarle cómo regresar a su propio mundo pues era obvio que estaba en el sitio equivocado y, tal como pudo confirmar después, en el momento equivocado.

-¡La invocación! Gracias por venir. Aunque, ¿cómo llegaste hasta acá? Tu marca estaba al lado de la hoguera y... -el desconocido inclinó la cabeza para, en un ademán descarado, echarle un vistazo al Cazador de pies a cabeza- ...te ves diferente a tu imagen en la marca. D-diferente en el buen sentido.

Raro. Durante las numerosas y largas noches de caza se presentaban insinuaciones, quedos susurros de la existencia de otros mundos; líneas de tiempo alternas a las que uno cruzaba mediante objetos malditos. El cazador no había conseguido ningún artefacto nuevo que pudiera provocar este fenómeno tan particular, pero dudar de los hechos era inútil. Ya que era ágil de mente y de pensamientos fríos, y sabía que nada era imposible.

Antes de responder la pregunta del hombre desconocido intentó reunir toda la información visual que le fuera posible examinando lo que tenía en frente. El sujeto tenía puesta una armadura, lo que lo hacía lucir como un caballero. Sin embargo al observar mejor, el yelmo y el peto estaban sumamente desgastados, las grebas eran de un color distinto a los guanteletes, y el escudo era demasiado pequeño para ser la combinación apropiada del espadón que cargaba sobre el hombro.

-Umm –el caballero rompió el silencio antes de lo esperado- Para ser honesto, no creo que estés muy preparado para esta pelea. Si quieres puedo esperar a que te cambies porque Los Vigilantes pegan muy duro, ¿sabes? Y con ese traje, bueno, te ves muy bien en él pero te van a sacar el cerebro de un golpe, ja.

El Cazador lanzó una mirada que atravesó la espina dorsal de aquel sujeto con un escalofrío. No podía negar el sentimiento de aversión que nació de la nada cuando lo vio rodar de manera tan torpe mientras peleaba con la criatura. Tenía poca paciencia con los idiotas y este, sin haber hablado mucho, le parecía uno.

-Lo siento –dijo por fin- No puedo ir contigo. ¿Hay alguna manera de que deshagas esta 'invocación' que mencionaste?

-¡¿Qué?! ¿Tienes miedo o algo? Tampoco es para tanto pero te necesito en la segunda fase porque sus ataques suelen-

-Mira –interrumpió el Cazador, sintiendo como su nivel de irritación aumentaba- Primero, no tengo miedo; yo no le temo a nada. Segundo, odio repetirme pero haré una excepción contigo porque puedo notar que eres un poco lento: no voy a ayudarte, ¿puedes deshacer la invocación que me trajo aquí?

-¿Deshacer? Claro, puedo enviarte a casa. Aun así, uhh... no me importaría que te quedaras un rato ahí parado aunque sea para verte-

Los nervios del Cazador terminaron de crisparse del todo y terminaría disparando al sujeto si no dejaba de intentar coquetear.

-¡Solo hazlo, estúpido!

El caballero desconocido levantó una mano y retrocedió instintivamente ante el grito del Cazador.

-Vaya, tranquilo. Cancelaré la invocación, ¿ok? A ver, tengo... hueso de regreso, flor verde, saponita blanca... eh... aquí está, cristal negro de separación.

El sujeto tomó el cristal y lo alzó pero no ocurrió ningún indicio de que funcionara. Lo alzó un par de veces más sin obtener resultado. Ya un poco desesperado comenzó a agitarlo con fuerza.

-¿Qué mierda? –el desconocido levantó un poco la parte de atrás del yelmo para rascar su cuello, sonaba realmente consternado y aunque el Cazador no podía ver su expresión, pensó que debía ser graciosa- Nunca antes había fallado.

'Cristal negro de separación', el Cazador sopesaba el nombre del objeto que en este mundo debía enviar a un aliado de vuelta. Es cierto que le había pedido al sujeto que le mostrara la forma de deshacer la invocación, pero en el fondo de su mente sabía que los métodos tradicionales posiblemente fallarían. Solo esperaba que un milagro hiciera fácil la situación, que el universo hubiera sufrido un desbalance inofensivo y todo volviera a la normalidad rápidamente. Le dolía haber estado equivocado porque si el objeto no lo enviaba a casa las alternativas que le quedaban eran poco agradables.

-Déjalo –le dijo el Cazador- No llegué aquí por medios convencionales, seguramente tampoco podré salir así. Dime una cosa, esos tipos que están ahí, ¿qué tan fuertes son?

Los enemigos con aspecto de cabra descansaban ignorando la presencia de ambos hombres, probablemente dormidos o sordos, o ambos.

-¿Ellos? Uno solo no es gran cosa pero dos podrían causarte problemas. ¿Nunca mataste uno, ja? Hay un montón de camino acá.

El cazador lo miró con incredulidad. Sin responder avanzó hacia donde estaban los enemigos, apuntó al de la derecha con su pistola de repetición y disparó. La criatura se sacudió por el impacto pero eso fue suficiente para llamar la atención de su amigo de la izquierda, que ahora cargaba hacia él con una enorme lanza. El Cazador esquivó el golpe con agilidad y se reprendió mentalmente por tener instintos tan agudos. Esta vez se quedó quieto y dejó que ambos enemigos lo atravesaran con sus lanzas repetidas veces hasta matarlo.

Morir era una experiencia como ninguna otra; el dolor empieza como un rojo intenso, el color de la sangre hirviendo mientras supura de la carne abierta, luego se vuelve púrpura, después azul y se va enfriando lentamente hasta que se deja de sentir incluso el mismo cuerpo. Los átomos se desprenden en bocanadas, anestesiando la conciencia poco a poco. La muerte en este mundo se sintió extrañamente similar, tal vez un poco burda para su gusto. Lo último que vio antes de irse fue al desconocido gritando algo que no pudo escuchar, atacando a las criaturas y rodando de esa forma tan patética.

Cuando recuperó la conciencia sus ojos estaban cerrados y un profundo miedo de abrirlos lo invadió de pronto. Sus sentidos volvieron a él como un relámpago y antes de continuar esa abstracta línea de pensamiento que le impedía comprobar en donde estaba, su olfato le anunció la respuesta. Humo. Olor a quemado, a ceniza.

Desbalance CósmicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora