Señores Robinson

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        -Soy Manuel Ne...

        -Robinson-interrumpo diciendo el primer apellido que se me viene a la cabeza. Le lanzo a Manuel una mirada significativa. Tal vez, si ellos oyen su verdadero apellido, se den cuenta que es un futbolista famoso. 

Manuel me entiende y vuelve a presentarse.

        -Soy Manuel...Robinson y ella es mi esposa Nina-dice con una sonrisa.

        -Oh, una pareja de esposos-dice Anne con ternura-Supongo que se quedarán aquí hasta que mi hija llegue.

        -Por supuesto-dije con una sonrisa falsa en mi rostro. ¿Adonde más iríamos si no? Tal vez, los arbustos sean cómodos para dormir.

        -Estupendo-nos dice Esra-¿Y porqué quieren ver a nuestra hija?

        -Verá, eh..nuestro vuelo fue cancelado y nos dejaron en una ciudad cerca de aquí, así que decidimos ir en auto hasta la capital, pero este se malogró y comenzamos a caminar hasta llegar aquí-les explica Manu.

        -Bueno, llegaron al lugar indicado. Les mostraré su habitación-nos dice Esra guiándonos por las escaleras hacia el segundo piso, mientras nosotros aún vamos de la mano-Esta es-nos abre la puerta y vemos el pequeño cuarto. Tiene una cama tamaño matrimonial en el centro, al frente de esta se encuentra la puerta hacia un baño,-supongo-,a los costados de la cama se encuentran dos mesitas de noche con una lámpara en cada una. La habitación es muy acogedora y muy pequeña-Les daré tiempo para que se instalen, a las 18:00 en punto serviremos la cena, así que bajen a esa hora.

        -Seguro-respondo-Gracias por todo, señor Herman.

        -No hay problema-me dice sonriendo-y llámenme Esra, por favor.

Después, Esra se retira y cierra la puerta detrás de él, Manuel y yo en ese momento soltamos nuestras manos y respiramos aliviados.

        -No lo puedo creer, ¿es qué están locos?-susurro.

        -Lo sé. Dejar que se hospeden solo parejas...-resopla-Pobres los chicos que vimos cuando llegamos, espero que lleguen a su destino.

        -Yo igual-digo suspirando, y me tiro en la cama boca abajo. Me siento muy cansada.

        -¡Hey! Déjame espacio recuerda que yo fui el que te cargó un largo rato cuando te cansaste-me reprocha. Comienzo a reír y le doy espacio, él se echa a mi costado boca arriba. Es cierto, cuando caminábamos llegó un punto en que no podía más, y le pedí a Manuel que me cargara lo que hizo hasta que él también se cansó.

Da un largo suspiro-Tendremos que fingir ser pareja.

Volteo a mirarlo-No hay que decirle nada a Jake ni a Kathrin. Ellos pensarán lo peor.

        -Eso es lo de menos-dice con una mirada indescifrable.

        -¿Por qué?-pregunto.

        -Nada. Me daré una ducha-anuncia mientras se levanta y se dirige al baño.

        -No, sí hay algo. Dime-exijo mientras me siento en la cama.

        -Todo a su debido tiempo, Nina-dice y cierra la puerta del baño. 

¿Qué piensa? ¿Que si estamos estos días solos, volveremos a sentir lo de antes? NO, eso no pasará, al menos yo no lo permitiré. O ¿qué otra cosa más piensa?

Hilo Rojo | Manuel NeuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora