Charles

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Lorna corría de un lado otro mientras David intentaba alcanzarla, los cachorritos botaban todo a su caso, poniendo la casa aún más desordenada de lo que comúnmente estaba.

Erik suspiró y luego dio un beso en el hombro de Charles, quien ya estaba acostumbrado a todo el caos que hacían los más pequeños, aunque si era objetivo no podía ni siquiera llegar a compararse al desorden que provocaban Peter y Wanda cuando eran pequeños, había sido la mejor decisión de su vida esperar unos buenos años entre los mellizos y unos nuevos cachorros, porque si no, ya se hubiera vuelto loco y el pelo se le habría caído hace años.

— Cachorros a la mesa — gritó Erik haciendo que Lorna se detuviera de golpe y David que iba detrás de ella, chocara y callera sentado mientras soltaba una risa, sus padres los quedaron mirando y no pudieron evitar soltar una risa, mientras el pequeño alfa reía con ganas Erik fue a levantarlo.

Luego Charles les gritó a los mellizos, que estaban en su habitación haciendo quizás que cosas, probablemente Peter escuchando alguna canción o practicando en su guitarra, mientras Wanda leía algún libro de ciencia o dibujaba, sus cachorros tenían muchas aficiones y talentos.

Peter fue el primer en llegar, Wanda ya ni siquiera se esforzaba en intentar ganarle, su hermano era el mejor en las carreras, en la escuela nadie podía ganarle.

Erik había encargado un delicioso almuerzo, al restaurante favorito de su esposo, quien sonreía ampliamente al ver los exquisitos platos que habían frente a él, definitivamente prefería un almuerzo tranquilo en casa, que intentar ir a comer fuera mientras los cachorros rompían platos y cosas.

— Cariño nuevamente te queremos celebrar, eres la madre más maravillosa del mundo. Gracias por tener a mis hijos y cuidarlos como lo has hecho — Erik le dio un beso mientras Lorna y David hacían muecas de asco, los mayores simplemente rodaban los ojos ya acostumbrados — Erik fue por su regalo y Charles rogaba que fuera el último libro de genética que había salido, lo necesitaba para sus clases, no pudo evitar soltar un chillido al ver que su esposo se lo había obsequiado, se colgó al cuello de Erik y le agradeció con una enorme sonrisa, amaba que el alfa siempre estuviera orgulloso de él y de su vida profesional.

— Feliz día mami — Lorna rompió el momento entregando un dibujo que había hecho, no tenía grandes talentos, pero Charles agradecía su dedicación.

— Mami — David sonriendo le dio algunas flores del jardín, Charles le agradeció poniéndolas en un florero.

— Para ti mami — Wanda le dio un gran abrazo mientras le entregaba un hermoso marcapáginas que ella misma había ilustrado.

Peter estaba algo más nervioso, quizás avergonzado. Con parsimonia le entregó un regalito muy bien envuelto.

Charles alzó la ceja sin comprender que se podía tratar, al abrirlo se encontró con una hermosa bufanda que había visto hace algunos días en el centro comercial, y por lo mismo, sabía muy bien cuanto dinero costaba aquella linda prenda.

— ¡Peter Django prometiste no volver a robar! — fue lo primero que salió de su boca, lanzando la bufanda por cualquier parte y mirando molesto a su hijo mayor.

— Yo... no — Peter se levantó de la mesa y salió corriendo.

— Él no robo, estuvo trabajando — explicó Wanda algo apenada, mientras se levantaba para ir a ver a su mellizo.

Charles se sentó frustrado, no sabía que hacer o decir. Los cachorros menores miraban a su padre, haciendo gestos como para que hiciera algo, Erik estaba estático, no sabía que hacer, era siempre él quien la cagaba, ahora que se habían invertido los roles no sabía que decir.

Abrazó a Charles por la espalda, mientras con un gesto les decía a Lorna y David que fueran con sus hermanos.

— Traigan a Pet, por favor — pidió Erik suplicando.

— Erik la cagué — Charles lo abrazó — hablé antes de pensar.

— Así me siento la mayor parte del tiempo — Erik no pudo evitar bromear mientras lo consolaba con cariño.

— Papis — Peter los interrumpió — no he vuelto a robar — se restregó los ojos — estuve trabajando, limpiando los jardines de algunos vecinos y juntando el dinero de mi mesada, lo juro.

— Te creo cachorro — Charles se le acercó — perdón.

— Claro mami, no hay problema — explicó el omega abrazándolo. Erik estaba enternecido, Peter jamás era problemático ni mucho menos rencoroso, de pequeño había sido un omega especial.

— Mami, no vuelvas a dar juicios sin haber preguntado primero, por favor — Wanda se abrazó a su hermano, ella siempre era quien lo defendía.

— Bueno bueno ¿pastel? — Lorna rompió la tensión del momento.

— Hey yo quiero un segundo plato — exigió David bufando.

Y así la familia Lehnsherr-Xavier volvió a la normalidad, a disfrutar la exquisita comida y celebrar a la mejor mami que tenían, y que como todas, a veces cometía errores.  

Saga Omegaverse Marvel: Día de las MadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora