Tamborileó la mesa con sus dedos, impaciente. Alrededor suyo, las personas estaban ya con su cita, comiendo y tomando mientras charlaban animadamente.
Sacó el pequeño aparato por el que se regía actualmente la sociedad; una pequeña pantalla redonda y blanca que cabía en la palma de su mano.
—¿Sabes cuanto falta para que llegue? —preguntó Mateo, nervioso.
"Ya está cruzando la puerta", avisó el dispositivo, logrando poner todavía más nervioso a Palacios, quien alzó la vista y entonces cruzó miradas con un chico bajito, de más o menos su altura, que vestía unos jeans negros pegados al cuerpo, una camisa blanca suelta con los primeros botones desabrochados y una chaqueta. Tenía el cabello teñido de rubio y sus mejillas eran regordetas, lo que le pareció adorable.
Sonrió, levantándose y tirando accidentalmente un tenedor. Sus ojos se abrieron con sorpresa y rápidamente lo recogió, sin pasar desapercibida la mirada del resto sobre él, y la pequeña risita que contenía su pareja de esa noche.
Soltó una risita nerviosa al estar frente al chico.
—Buenas noches. —saludó Palacios, tratando de camuflar su nerviosismo.
—Hola. —saludó el chico— Soy Daniel. —se presentó con una sonrisa que a Mateo le pareció hermosa.
—Soy Mateo, un gusto. —dijo, correspondiendo su sonrisa.
—Igualmente. —respondió mientras se sentaba.
—En realidad yo estaba... —negó, restándole importancia, solo era un lugar. Se sentó en frente del mayor, dejando el tenedor en la mesa. —Ehm... —pensó como iniciar la conversación, pero el otro lo hizo por él.
—¿Es tu primera vez? —preguntó, a lo que Mateo asintió, algo sorprendido por la repentina pregunta— Ah, que bien. —dijo, suspirando con alivio— También es la mía. —comentó, y eso de alguna forma logró alivianar el ambiente.
—Bien. —sonrió Mateo— ¿Deberíamos fijarnos? —preguntó, notando que alrededor suyo algunas personas se fijaban en la duración.
—Ah, sí. —Daniel sacó el dispositivo, y Mateo también lo hizo—Al mismo tiempo, a la cuenta de tres... Dos... Uno. —ambos presionaron el pequeño aparato y pronto sus sonrisas desaparecieron al leer la duración de su encuentro.
—12 horas... —comentó con desilusión el morocho.
—Si, me parece... poco. —espetó el teñido con una pequeña mueca.
Bueno, Mateo pensó que el chico frente a él era demasiado para alguien tan... Tan él. Tenía que agradecer que su primera vez podía compartirla con alguien tan genial.
El mesero llegó y ambos se vieron sorprendidos cuando simplemente colocó los platos con la comida, pues no habían pedido nada todavía.
—Este fue el menú seleccionado por el sistema, esperamos que lo disfruten. —aclaró el mesero con una cordial sonrisa antes de irse.
Mateo y Daniel se miraron, sorprendidos.
—No sabía que el sistema también elegía el menú... —comentó Daniel, observando su plato como si fuera algo desconocido.
—Al parecer... —respondió Palacios, igual de sorprendido— Parece que lo mío es bife con ensalada, ¿Vos? —pregunto, tratando de ver su plato.
—Ñoquis. —respondió el rubio, encogiéndose suavemente de hombros— ¿Querés probar? —preguntó, pinchando un ñoqui con el tenedor.
—¿Eso se puede? —preguntó un Mateo algo confundido. Ambos miraron a la entrada del lugar. Específicamente, al cuidador. Un hombre con un traje negro y de aspecto serio, que parecía no mirarlos.
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Hang the DJ [TrueDani]
Fiksi Penggemar» 𝓠𝓾𝓲𝓮𝓻𝓮𝓷 𝓮𝓼𝓽𝓪𝓻 𝓳𝓾𝓷𝓽𝓸𝓼, 𝓹𝓮𝓻𝓸 𝓮𝓵 𝓼𝓲𝓼𝓽𝓮𝓶𝓪 𝓼𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓲𝓶𝓹𝓲𝓭𝓮. «