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Legoshi intentaba mover su gran y torpe cuerpo al ritmo de la música, él no sabía bailar este tipo de canciones, mejor dicho, ningún tipo de canciones. La chica movía su cadera de un lado a otro mientras con sus patas delineaba la forma de sus muslos, alzando ligeramente su corto vestido, subió sus patas hasta acunar sus senos y después pasó sus manos por su cuello. La guepardo, Mía, que hasta ahora estaba de espaldas a Legoshi volteó a verle.

—No tengas miedo de tocar...

Legoshi tragó saliva, estaba nervioso y no sabía qué hacer. La cola de la guepardo se enredó en la mano de Legoshi y sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Tratando de calmar sus nervios alzó su cabeza, a la parte de arriba del antro donde había más mesas, su mirada chocó con la de un ciervo macho, ambos se miraban fijamente, parecían estar examinándose, apreciando la belleza del otro; o al menos Legoshi estaba haciendo eso: apreciar al ciervo, apreciar el porte elegante de su postura, apreciar su delgada pero tonificada figura, apreciar su grande y poderosa cornamenta.

—Louis, ¿qué tanto ves? —preguntó su amiga Haru, quien estaba a su lado con las patas sobre el barandal, azomándose para ver en la dirección del ciervo.

—Nada, preciosa —dijo Louis y le dio una sonrisa.

—Ajá... —Haru se acercó más a su amigo— Ese chico de ahí no está tan mal, Louis

—¿Quién? —dijo Louis, quien estaba de espaldas recargado en el barandal, moviendo el líquido de su copa en círculos.

—El lobo, Louis, ese lobo gris que parece no saber qué hacer con la chica que se le está restregando.

Sin decir una palabra Louis se alejó de su amiga.

—¿Louis? —Haru observó la espalda de su amigo alejarse— de acuerdo...

Louis bajó las escaleras con parsimonia, se hizo paso entre la gente, se acercó a la barra a pedir dos shots de tequila, tomó el suyo rápidamente y se volvió a adentrar al mar de gente que era la pista de baile con el otro shot en mano. No le fue difícil encontrar su objetivo, aquel lobo era enorme y se podía ver fácilmente como su cabeza rebasaba la de los demás. Cuando llegó con ambos, se puso a un lado de ellos, la chica no le dio tanta importancia y se acercó a Louis para bailarle. Legoshi suspiró internamente cuando la chica se alejó de él y cerró sus ojos aliviado.

—Hazte a un lado —dijo Louis.

—Claro, claro —dijo Legoshi, se dio la vuelta y estaba dispuesto a avanzar, hasta que sintió un pequeño tirón en su cola, volteó y se dio cuenta de que el ciervo tenía sujeta su cola entre sus dedos; abrió los ojos con sorpresa.

—¿A dónde vas, perro tonto? —dijo Louis ladeando su cabeza y viendo a la figura encorvada de Legoshi.

A pesar del bullicioso y la estruendosa música, e incluso la poca iluminación, Legoshi podía observar y escuchar perfectamente a Louis, se puso nervioso al tener tan de cerca al ciervo. También se sorprendió al ver su atuendo, llevaba puestos unos botines con tacón grueso, un pantalón negro ajustado, una blusa blanca ceñida a su cuerpo con las mangas dobladas hasta sus codos y por último, unos pequeños cinturones que enmarcaban su pecho y hombros. Louis se dio cuenta del obvio escrutinio del lobo y sonrió vanidoso.

—¿Terminaste de comerme con la mirada? —preguntó Louis y se acercó más al lobo, seguía sin soltar su cola.

—Ah... yo... —Legoshi boqueó tratando de pensar en qué decir— No era mi intención, supongo...

—No te preocupes, yo tampoco he podido dejar de mirarte... —dijo suavemente Louis y dirigió sus ojos al pecho de Legoshi—. Toma, te traje un shot —Louis alzó el vaso que tenía en su pata y se lo ofreció al lobo, quien dudó en si tomarlo o no— Vamos, no estoy tratando de drogarte, soy un herbívoro, soy inofensivo...—dijo burlonamente Louis e insistió de nuevo con el shot, agitándolo ligeramente para no regar el tequila.

Roses | LouisxLegoshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora