4-¿Los hombres usáis alguna vez el cerebro?

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Amy estaba muerta y lo sabía…pero no podía dejarse vencer tan fácilmente, nunca ha tomado los caminos fáciles y sencillos y menos en estas situaciones, eso es algo que había heredado de su padre.

Sus padres parecían estar esperando una forma de saltar sobre ella y poder atacarla, su padre sujetaba un sobre que la morena no tardo en reconocer…creo que alguien había encontrado el sobre más pronto de lo que debía…maldita sea, tenía que haberlo guardado bien, esto había sido culpa de David, por culpa de estar tan borracho que había tenido que cuidarle y dejar de lado otras cosas.

-Espero que tengas algo que decirnos referente a esto-bufó su padre sin apartar la mirada de la de su hija, era esa mirada capaz de matarte en menos de dos segundos…necesitaba un plan para poder escapar de esto sin salir mal parada o al menos temporalmente.

-Lo sé papá, pero hay algo que tengo que deciros y es muy importante-dijo Amy , ¿Qué excusa barata podía ocurrírsele ahora? Pero entonces lo vio, una pequeña luz entre tanta oscuridad…o más bien a su hermano pequeño bajar detrás suya.

-Qué raro que estéis discutiendo ya-dijo este con sarcasmo.-luego yo soy el irresponsable…si es Amy la que discute más con vosotros y a mi me ponéis hora de llegar a casa.

-Tienes 16 años, ¿Qué te esperas?-dijo con un suspiro, lo siento por esto…pero tenía que salir corriendo como fuese.-mamá, papá…lo siento hermanito pero no puedo aguantar más con tu secreto, es una carga demasiado grande.-de lo malo era buna actriz…algo era algo.-casi deja embarazada a una de las chicas con las que se acuesta.

-¿¡Que!?-dijeron sus padres al unísono

-¡Amy!-protestó este-me prometiste que le comprarías la píldora y no dirías nada, maldita traidora.

-Lo sé, pero es por tu bien…yo mientras…me iré a dar una vuelta y esas cosas, ya hablaremos en un rato…o nunca si me doy a la fuga-dijo esto por lo bajo, aunque no importaba demasiado, sus padres estaban  ocupados encargándose de gritar a su hermano pequeño, tal vez este se vengase en el futuro…pero ella necesita irse de allí y sabía el lugar adecuado al que siempre acudía a ocultarse cuando lo necesitaba.

Siempre había acudido a David cuando lo había necesitado y este era uno de esos casos, llevándose consigo los zapatos que le había dejado la noche anterior se adentro en las calles de la ciudad hasta llegar al piso del gran amigo de su hermano mayor, era irónico que su padre fuese el jefe de aquel rubio…y que siempre ayudase a su pequeña niña en lo que necesitase.

Al llegar al piso comenzó a llamar con fuerza una y otra vez sin dejar de mirar hacia atrás, sabía que sus padres no tardarían en darse cuenta de que estaba allí y mandarían a su hermano por lo que necesitaba entrar sí o sí.

-David, abre la maldita puerta-grito por última vez, no esperaba encontrarse a un rubio con cara de zombie y sin camiseta, aún con el pelo mojado…parece que cierta persona debe despertarse del todo.

-¿Amy?, ¿Qué haces aquí?-pregunto sin entender, obteniendo como única respuesta de la asiática una rápida entrada en el piso cerrando la puerta detrás de ella.-puedes pasar, no preguntes-dijo este con sarcasmo.

-Me quedaré un tiempo, o tal vez el resto de mi vida-dijo Amy cruzándose de brazos mientras examinaba al rubio.-haz el favor de taparte, que tienes visita.

-Acabas de entrar en mi piso porque te ha dado la gana, perdóneme por no estar el todo vestido al salir de la ducha.-dijo este con sarcasmo.-no has respondido mi pregunta.

-Mis padres han encontrado la carta-dijo Amy restándole importancia antes de tenderle los zapatos-por cierto, esto es tuyo.

-Mis zapatos…¿qué haces tú con ellos?-pregunto David enarcando una ceja.

La nueva en la comisaríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora