5- Esos días del mes

27 3 0
                                    

-Se te han quemado los sándwiches, por segunda vez Amy, ¿en qué demonios estás pensando?-

-Callate Finn. A la tercera va la vencida, ya lo verás. Solo déjame limpiar un poco la sarten y como nuevo…¡AAAAAH!-La mano de Amy comenzó a ponerse roja como un tomate.

-¿Cómo esperas saber usar un arma cuando te ves negra para coger una puta sarten? Eres desquiciante cuando quieres, de verdad. Anda déjame ver esa mano.-

-¿Desquiciante? He tenido un día de perros y encima me dedicas palabras bonitas mientras me tuesto la mano, gracias.-Amy ya no sabía si en la nube de humo que inundaba la cocina venía del sándwich quemado, de su mano a medio tostar o si salía de sus orejas. ¿Mal día? Ojalá fuera solo eso…

-Parece que no me conoces, lo dije porque fue lo primero que se me ocurrió. Lo hago siempre, pero normalmente pasas olímpicamente de mí, en plan “vete al infierno” o “anda y que te den”, nunca te lo tomas tan a pecho. Y eso solo puede significar una cosa…-

-¿A ver qué significa, listo?-

-Que estás de regla, claramente.-

-Claro, Finn. Has dado en el clavo. Lo de la sartén, lo de la carta, lo de escaparme de casa, y lo de David… todo culpa de mis hormonas revolucionadas, va a ser que sí.-

-¿Lo de David?¿Qué pasa con David?-

-Nada. Nada de nada. ¿Jugamos un GTA? Me estoy cansando aquí de pié sin hacer nada.-El GTA para los tíos, era algo sagrado. Una especie de “mandamiento” ,jugaban a cualquier hora en cualquier momento, si o sí. Reglas de los tíos, que sé yo.

-Nó, ahora me cuentas a que vino eso.-

Lástima que Finn, era él solito un mundo a parte.

-¿Vas a cansinear mucho tiempo más? No hay nada que contar, básicamente …

David entró en la comisaría por la puerta de atrás; no quería que nadie se percatara de que llegaba tan tarde. Cruzó el largo pasillo y subió por las escaleras del fondo hasta el segundo piso, donde se encontraba su despacho. Al llegar a la comisaría, no podía evitar acordarse de lo sucedido con Amy en su casa, ¿Cómo no podía acordarse de la mitad de lo que había pasado esa noche? No recordaba haber bebido tanto, pero claro, tampoco se acordaba de haberle dejado sus zapatos a Amy ni de cómo había llegado a su coche. ¿Cosas que pasan, verdad?

-¡Aaahhhhh¡- Un grito demasiado agudo para su gusto lo despertó de sus pensamientos instantáneamente.

-Oh yo… lo siento, no vi que estabas delante de mí.-se excusó David como pudo.

Acababa de tirarle un café encima de la camisa a su jefa. ¿Podría ir peor?

-Te quitaré lo que me cueste lavarla de tu sueldo, tranquilo. Aunque tendré que quitarme esto pero ya, ¿quema un poco sabes?-David no pudo evitar pasar por alto la postura que tenía su jefa en aquel momento; varios de sus rizos castaños caían acariciando su cara, tapando los bonitos ojos color ámbar hasta llegar al segundo de los botones desabrochados de su camisa, toda mojada, luciendo un prominente escote que dejaba muy poco a la imaginación … 

-Emmm sí, claro.-Fue todo lo que articuló a decir después de tener ese lapsus emocional. Los ojos ya se le habían vuelto al sitio.

-Entra en tu despacho, tengo que hablar contigo.

David hizo caso a lo que le dijo, no estaba muy sorprendido ya que estaba claro que llegar 4 horas tarde al trabajo no era algo fácil de disimular, y además en su intento le había tirado un café por encima a su jefa. Solo esperaba que no le mandaran hacer horas extras, odiaba tener que hacer turnos de noche o trabajar los domingos, prefería mil veces que le bajaran el sueldo o que le mandaran trabajo para casa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 26, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La nueva en la comisaríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora