Capítulo 4: Nueva vida, nuevas pérdidas.

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Ya han pasado varias semanas desde que Salvatore empezó su trabajo como guardaespaldas de Trevor y tutor de Esmeralda. Las cosas han cambiado para bien de una manera extraordinaria. Desde que fue exiliado nunca se había sentido tan alegre y en paz. Se había formado una amistad con Trevor y Cristal, se había acostumbrado tanto a la voz y risa de Esmeralda, que hasta la extrañaba un poco si salía muy temprano con Trevor y no podía despedirse de ella.

Empieza el día muy temprano, Salvatore se levanta y revisa un poco los alrededores asegurándose de que todo esté bien, afila su espada mientras espera que se despierten todos. Para cuando Cristal se dirige a la cocina encuentra la leña que Salvatore cortó y trajo para ella. Se levanta Trevor y se dirigen a mover las cosas del carruaje como cada mañana. Acabado ese trabajo, los hombres regresan a por un desayuno que los mantendrá en su trabajo. Mientras toman sus alimentos y discuten su itinerario sale la pequeña Esmeralda con su muñeca de trapo arrastrando y frotándose los ojos.

-Buenos días, padres.

-Buenos días mi amor.

-Veo que ya habla como Salvatore.

-Es totalmente mérito de ella, aprende muy rápido.

La señora de la casa carga a la pequeña y la lleva a que se asee y se ponga su ropa del día.

-Vamos, señorita.

-Buenos días Salvatore.

-Buenos días pequeña.

Sin poder evitar esbozar una sonrisa por el tierno saludo de la niña Salvatore termina su desayuno con alegría.

Es hora de partir y el carruaje empieza a avanzar. Habiendo avanzado unos metros los hombres pueden escuchar la voz aguda de la niña y al voltear a ver se encuentran con la imagen de Cristal con Esmeralda en los brazos despidiéndose de ellos.

- Es usted un hombre afortunado, Trevor.

- Ya lo creo, esas dos son mi razón de ser.

Esta era básicamente la rutina de los días en que Salvatore debe salir del pueblo al lado de Trevor para volver al atardecer o incluso más tarde. Un poco diferente es la rutina que sigue en los días que debe actuar como el tutor de Esmeralda.

Luego de tomar el desayuno, el único en partir es Trevor y la tarea de tutor empieza para Salvatore. Ya había avanzado bastante en cuanto a leer y escribir, los modales de la niña aún dejaban mucho que desear, pero eso no era algo que le molestara al joven tutor, puesto que era muy divertido para él ver el desastre que hacía la pequeña en la mesa.

Cuando llegó el momento de empezar con las lecciones la niña dejaba ver una expresión algo pesada, como si estuviera aburrida.

- ¿Qué pasa pequeña?

La niña calló por un momento, haciendo un puchero.

- Puedes decirme

- Es que... Me aburre siempre tener que leer y escribir, quisiera hacer otra cosa.

- Ya veo... Entonces, ¿qué propones?

- Enséñame a usar la espada como lo haces tú.

- Jajajaja vaya, pero qué tenemos aquí. Una pequeña revoltosa que quiere seguir el camino de la espada.

- Sí, sí.

Salvatore sabía por experiencia propia lo pesado que puede ser estudiar sin ninguna distracción. Por lo que después de sopesarlo accedió con condiciones.

- Podría enseñarte con una condición.

- ¿Cuál condición?

- Que estudies por ahora mientras preparo las cosas para poder enseñarte a usar la espada.

¿Cuánto debe perder un hombre para ser feliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora