¿Cuánto debe perder un hombre para ser feliz?

Capítulo 5: No más pérdidas

Desesperado pensando en lo que podía haber pasado, Salvatore entra rápidamente en la casa. Tras recorrer el pasillo llegó en el preciso momento para presenciar como Cristal y Trevor son ejecutados, manchando de sangre en rostro horrorizado de la pequeña Esmeralda. La asustada niña perdió el conocimiento producto del shock que le generó ver la muerte de sus padres.

Mientras la pobre niña iba cayendo ante la mirada atónita de Salvatore, se podía ver una estela dejada por sus lágrimas. El sonido producido por el cuerpo de la pequeña al estrellarse con el suelo fue lo que marcó el instante de la pérdida temporal de la cordura de Salvatore.

Totalmente consumido por la furia y desesperación, Salvatore desenvainó su espada y empezó su arremetida contra los asesinos de la pareja. Aún cuando los agresores veían venir el ataque, poco pudieron hacer contra al salvaje ataque de Salvatore. Fuera de sí y con movimientos rápidos y fuertes, acompañados de gritos desgarradores, el joven pudo cortar las manos de sus enemigos, para seguir atacando sin piedad. Los gritos de dolor hicieron eco en la humilde casa.

Habiendo acabado con los dos asesinos, la furia de Salvatore no parecía haberse calmado en lo absoluto. Advertido por los gritos de las recientes víctimas de Salvatore, entró un nuevo atacante, con espada en mano se dispuso a hacerle frente al enloquecido joven. Al asumir la postura para empezar el combate, pudo notar la intimidante mirada llena de odio en los ojos de Salvatore. Aún con miedo continuó con la idea de enfrentarlo.

Sólo bastaron unos segundos para que Salvatore desarmara a su enemigo. Tras desarmarlo, el enfurecido joven levantó en peso a su contrincante atravesando su abdomen con la hoja de su espada, quedando con su enemigo suspendido por encima de su cabeza. La sangre salpicaba por todos lados, manchando la ropa y el rostro de Salvatore, al mismo tiempo que Salvatore soltaba un último grito de furia.

El fuego empezaba a consumir la estructura, con la caída de una viga en llamas, Salvatore volvió en sí y recordó que la pequeña Esmeralda podía estar viva. Rápidamente corrió en su auxilio. Cuando llegó hasta ella pudo ver que tenía sangre en la ropa. Sin más opción que salir de ahí, Salvatore tomó a la niña y salió de la casa, que ahora se estaba cayendo a pedazos.

Se alejó de la casa y con la niña en brazos, mientras los vecinos trataban de apagar el fuego, Salvatore recordaba los rostros sonrientes de la familia que lo había acogido cuando todos los demás lo rechazaron y marginaron. Unas lágrimas caían por sus ensangrentadas mejillas. La vida nuevamente le había arrebatado algo. La familia que confió en él, ahora estaba muerta. Cuando pensó que todo empezaba a cambiar para mejor, la vida o el destino le quitaron esa pequeña ilusión.

Sintiéndose totalmente perdido, sin rumbo y solo, el joven contemplaba con tristeza el rostro de la niña que tenía en brazos. La profunda tristeza que estaba sintiendo al ver a la pequeña, se fue transformando en ira.

Hasta ahora todo le había sido arrebatado sin que él pudiera hacer nada, pero ahora no. Él no estaba dispuesto a perderlo todo de nuevo y sólo aceptarlo: él quería saber quién era el responsable de tan repugnante acto... él quería venganza.

Tras tomar una determinación no se quedaría sentado a esperar que la vida le de una oportunidad, o peor aún, que le quite algo más.

Al poco tiempo los vecinos empezaron a acercarse para ver si se encontraba bien, pero se asustaban al ver el rostro ensangrentado del joven. Todos reaccionaban igual, excepto una anciana que era más sensata, y al ser testigo de la personalidad amable de Salvatore, sabía que debía haber una explicación para que estuviera en esas condiciones.

—Pero, ¿qué pasó aquí muchacho? —, le preguntaba la anciana mientras se acercaba.

—Alguien atacó y prendió fuego a la casa de Trevor y su esposa mientras no estaba.