Capítulo 3: Un nuevo comienzo

13 2 1
                                    

Una vez acabadas las labores pesadas de la casa, con las que el ahora llamado Salvatore ayudó, el joven se preparaba para partir.

-Creo que es hora de que me marche, les estoy profundamente agradecido por la hospitalidad que su familia me ha mostrado. Estaré en deuda eternamente por esto.

-No se preocupe, joven. Por el contrario, nosotros nos sentimos en deuda por lo que hizo por nosotros aún en su delicado estado.

-Eso sólo lo hice porque no podía hacer oídos sordos al pedido de auxilio de 2 doncellas en peligro. -Le explicaba a la señora de la casa mientras alborotaba el cabello de la pequeña-.

-Mi esposo necesita decirle algo importante, ¿podría esperarlo?

-No se diga más, si esa es una petición de usted y de su esposo para mí será un placer aceptar la tarea.

Mientras la dedicada mujer preparaba la comida para el regreso de su esposo, Salvatore se dedicó a afilar y pulir su espada en el patio de la casa bajo la sombra de un árbol. La niña salió al patio a jugar y después de un rato así se acercó al joven.

- ¿Qué haces?

- Pues afilo mi espada.

- ¿Por qué? -Le decía mientras movía a un lado la cabeza mostrando su curiosidad.

- Porque siempre debo estar preparado.

La niña lo miró por un momento y se fue hasta el otro lado del patio. Sorprendió a Salvatore trayéndole un palo blandiéndolo de forma errática.

- Mira también tengo una espada.

- Jajajaja oh, ya veo.

La niña empezó a blandir su "espada" ante la mirada divertida del joven. Llegó la hora de la comida y con ella llegó Trevor.

- Bienvenido, querido.

- Qué maravillosa bienvenida.

- Bienvenido, señor. Me dice su esposa que tiene algo que decirme.

- Ah, claro, pero no ahora. Primero comamos.

Después de comer y hablar de cómo se sentía ahora Salvatore llegó el momento de hablar de lo que tenía que decir Trevor.

- Verás, Salvatore... Me he dado cuenta de que tus habilidades con la espada son bastante buenas, de hecho, son excelentes. Yo soy un pequeño comerciante y la verdad desde que un grupo de bandidos se instalaron cerca de las afueras de la cuidad los caminos se han vuelto muy peligrosos. Y pues usted parece no tener un rumbo que tomar. Mi propuesta es que sea mi guardaespaldas y que nos brinde protección. A cambio podría quedarse aquí y recibir todas las comidas.

- Señor, estoy en deuda con usted, pero no estoy seguro de aceptar su propuesta. No quisiera involucrarlos en mis asuntos. Además, ustedes no saben nada de mí; ¿por qué me ayudarían de ese modo?

- Pues usted tampoco sabía nada de nosotros cuando nos ayudó con esos bandidos. Es verdad que no lo conozco, pero sin tener porqué usted nos salvó y demostró ser una buena persona. Y deje de decir que está en deuda con nosotros, creo que con todo seguimos debiéndole nuestras vidas.

El joven empezó a sopesar la situación y propuesta de Trevor. La verdad después de irse de ahí su futuro era totalmente incierto, no tenía nada más que su espada y su habilidad adquirida en su anterior vida. Esta era una oportunidad muy buena para él y para vivir tranquilo.

- Señor, aceptaré su propuesta con la condición de que podré irme cuando lo crea conveniente.

- Está bien, espero que no nos deje demasiado pronto. Y por favor, dejemos las formalidades, llámame Trevor.

¿Cuánto debe perder un hombre para ser feliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora