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El comedor estaba en silencio, Felix miraba con atención la manera en que Changbin comía con ansia.

- Binnie, ¿he hecho algo mal?

- ¿Por?

La voz de Changbin no sonaba enfadada, pero no logró mirar directamente a Felix, continuaba comiendo con su mirada fija en el plato.

- ¿Puedes mirarme a la cara cuando te hablo?

Changbin dejó la comida con agresividad, respiró hondo antes de limpiarse la cara y mirar a Felix con la agresividad pintada en su rostro.

- ¿Qué quieres?

El de pecas acarició con suavidad la mejilla del mayor y dejó un beso en sus labios. Changbin intentó enfadarse, intentó resistirse al hechizo que los suaves labios de Lee Yongbok poseían, pero no fue capaz. Profundizó el beso dejándose caer sobre el cuerpo del menor, sin una disculpa, sin una explicación.
Asumiendo que el menor le había perdonado, asumiendo que eso era lo mejor que podían hacer.

Besó con fiereza su cuello, su pecho, olvidando la comida que lo tenía antes tan concentrado, ignorando las peticiones de Felix de parar, de hacer algo que no tuviese que ver con sexo.

Pero aquellas peticiones fueron acalladas por los labios de Changbin y no quiso oponerse, todo estaba bien pues era su Changbin, no le haría daño.

Y a aquel beso le siguieron unas caricias improvisadas sobre el miembro recién erecto del menor y más tarde, penetraciones contínuas que llenaban el silencio del piso de gemidos y gruñidos. No fueron capaces por mucho que aquella fuera la intención inicial de Felix, comprobó que era imposible estar a solas con el mayor sin terminar oliendo a sexo y hormonas. Sin terminar con su estómago manchado de semen y su respiración exigiendo un poco de calma.

Iban a ver una película como plan inicial, pero quizá eso era algo demasiado aburrido para los adolescentes hormonales e inconscientes que ambos eran, tan aburrido que su única base de entretenimiento fue lanzarse a una segunda ronda de placer exageradamente duro.

Los ojos de Felix lloraban ante cada embestida del mayor, no se supo si era por placer o por dolor pero no dijo ni una sola palabra, no le pidió que parase. En cambio se aferró a sus brazos y cerró sus ojos con fuerza, siendo observado por la mirada inquisitiva de Seo Changbin mientras ponía todo su esfuerzo en aquella acción.

Y acabaron aquella segunda ronda tan agotados como sus encuentros los solían dejar, mirándose a los ojos creyendo que aquello era la forma más pura de amor. Ilusos.

Se miraron creyendo que no hacía falta conversar, no hacía falta apoyarse, escucharse o reírse juntos para amarse. Creyendo que todo lo necesario para enamorarse el uno del otro era el sexo sin compasión ni final.

No pensaron en Bangchan y en el daño que sus actos inconscientes podrían causarle al mayor, a aquel chico con el corazón más puro y hermoso que en su vida habían podido conocer. Porque eran solo ellos y el rubio no entraba en aquel estrecho espacio que creaban sus cuerpos desnudos.

Tampoco me malinterpretéis, apenas eran unos críos sin conocimiento de la vida, culparlos en este caso no podría haber sido lo más adecuado pues no pensaban parar aunque se lo rogaran.
No eran conscientes de la toxicidad que emanaban todos y cada uno de sus actos y creían amarse como nadie fue capaz de amar, se creían unos amantes a escondidas, una versión actualizada de Romeo y Julieta.

Se creían tan importantes, se creían felices. Nadie podía haberlos convencido en aquel momento de lo contrario, nadie podía haber logrado mostrarles la realidad pues se negaban a escuchar y a mirar a un palmo más lejos de sus sonrisas.

Celos enfermizos y sexo eran las palabras que definían aquella relación, traición e inconsciencia. Tanto Changbin como Felix traicionaban a la persona más importante en sus vidas por lo que ellos creían era amor. Ambos se creían unos revolucionarios que luchaban por quererse, no se dieron cuenta que más que aquello tan solo se estaban destruyendo, reduciendo poco a poco la esperanza de vida de aquella relación.

Con cada disculpa que no se dijo, con cada pelea que se arregló con sexo, cada escena de celos que ambos protagonizaron entre gritos y empujones. Cada palabra que dañaba poco a poco la confianza y la autoestima del contrario, se decía y se ignoraba y hacía mella en aquel espacio que nunca salía a la luz.

Felix destruía a Changbin cada vez que besaba a su hermano frente a él, cada vez que sentía celos injustificados de los amigos del mismo, cada vez que le contaba explícitamente como eran sus relaciones sexuales con Bangchan con la única intención de hacer daño cuando el enfado inundaba sus sentidos...
Changbin destruía a Felix con sus celos ante su propio hermano cada vez que se atrevía a tocar al que realmente era su pareja, cada vez que ignoraba sus negaciones y peticiones y lo follaba como si su opinión no importara, cada vez que se enfadaba con él y gritaba palabras hirientes frente a él, cada vez que no pedía perdón por sus acciones, cada vez que no perdonaba al menor...

Se destruían sin saber que aquella relación estaba destinada a la ruina, y no sólo la relación sino también las vidas de aquellos tres chicos que nunca quisieron ser culpables y nunca quisieron ser víctimas.

Aquellos que en su momento no pensaron en lo que hacían ni en las consecuencias de sus actos y fingieron que no comprendían lo que ocurría entre ellos, lo que ocurría en su relación.

Bangchan vivía perdidamente enamorado del chico que, mientras él pensaba en qué regalo sería ideal para el cumpleaños próximo del menor, gemía y temblaba bajo el cuerpo desnudo de su hermano menor. Bangchan nunca imaginó que aquel chico por el que había jurado dar su vida, podría traicionarlo de aquella manera,  tampoco imaginó que su hermano, aquel al que había cuidado y apoyado en sus momentos difíciles a pesar de no ser completamente su hermano, podría traicionarlo de igual manera.

Bangchan no hizo nada, pero se ganó la traición de las dos personas a las que más quería.

•TORN• ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora