Habían pasado dos meses más desde aquel viernes de misa, y la rutina se había establecido en nuestra vida. Por las mañanas, nos sentábamos juntas en el autobús de camino al colegio. Después, charlábamos un poco en clase, ya que seguíamos sentadas una al lado de la otra, pero los recreos los pasábamos con nuestras respectivas amigas, y comíamos con ellas. Luego, una vez finalizado el día, nos volvíamos a casa en el bus juntas otra vez. Pero esa rutina, yo lo sabía, estaba a punto de cambiar. Se acercaba el fin del curso, y, con él, las vacaciones de verano. Y ya no nos veríamos hasta septiembre. Este pensamiento me colmaba de una tristeza que no era capaz de consolar, ni aún pensando que a Cristina e Inés sí que las vería, porque veraneábamos en el mismo lugar, en Fuengirola, una calurosa ciudad costera malagueña. Pero yo sabía que Clara veraneaba en el Puerto de Santa María, como el resto de gente de Sevilla, en Cádiz. Es por esto por lo que una pequeña parte de mí no quería que el curso terminara todavía.En el recreo, en la última semana de clases del curso, esa semana en la que el calor nos impedía concentrarnos en clase y ni descansar en el patio, Inés no tenía ganas ni de jugar al fútbol con las demás, y se había sentado en nuestra esquina del patio junto a Cristina y a mí.
—Qué aburrimiento, este calor. Quiero que acaben ya las clases y estar bañándome en el mar fresquito. —proclamó Inés, inquieta, remangando las mangas de su camisa blanca del uniforme una y otra vez. Cristina y yo suspiramos profundamente, mientras yo giraba la manzana que tenía para almorzar todos los días. No tenía estómago ni para comerla.
—Inés, para eso queda una semana más todavía. —Dijo Cristina, y se giró para mirarme a la cara. —Bea, ¿te pasa algo? —Yo me puse alerta, de repente, al escuchar mi nombre.
—¿A mí? Qué va. Qué va...—Aparté la mirada de ellas dos, y revisé el patio de recreo, buscando a Clara. No la veía por ninguna parte.
—¿Es por Clara? —Sentí pánico al escuchar la increpación de Cristina. Volví la mirada hacia las dos, que analizaban mi reacción con curiosidad. Inés se rió en voz alta, con una risa que me pareció algo forzada.
—Bea, sabemos que te cae muy bien, no pasa nada por tener otras amigas. Aunque me da coraje que en los recreos no venga nunca con nosotras. —Yo no quería pensar en ello en este momento, porque ya lo reflexionaba suficiente todas las noches en mi cama, antes de dormir. ¿Y si sólo me hablaba en el bus porque se aburría en el camino a clase? ¿Y si sólo me hablaba en clase porque se sentía obligada, ya que nuestros pupitres estaban uno al lado de otro? ¿Y si le daba vergüenza que sus amigas nos vieran juntas? ¿Y si...?
Inés me agarró el brazo y acercó su cara a la mía. —Bea, vuelve a tierra. ¡Que no pasa nada! —Me abrazó. —Seguro que es porque las popus la tienen absorbida. —Abracé a Inés, intentando desentrañarme de los pensamientos que me habían acechado en un momento.
—Será eso. Y sí, estoy un poco triste porque me ha ayudado mucho con las mates este año, y no quiero suspender el año que viene si perdemos la amistad o algo. —Cristina me cogió la mano.
—Para eso estoy yo, no te preocupes. Si no entiendes algo yo te lo puedo explicar. Por cierto, tengo unas cuantas novelas para que te leas este verano. Ya me los irás devolviendo en la playa. —Sonreí, mucho más tranquila. No necesitaba a Clara para nada, ¿verdad?
Sonó el timbre, y rezamos el Ángelus en fila, como siempre, antes de volver a entrar en clase. Cuando entramos en el aula, Cristina sacó de su mochila tres libros, los tres primeros de la saga Crepúsculo. —El último me lo estoy leyendo yo todavía. —Me dijo, mientras los ponía en mis brazos. Me dirigí a mi mesa con mi nuevo botín entre los brazos. Cuando me abrí paso hacia el final de la clase, encontré a Clara apoyada en mi mesa, ensimismada.
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Clara y yo
RomanceColegio católico, sólo de chicas. Todos los días rezamos con las monjas, tenemos charlas sobre la fe cristiana, sobre la homosexualidad: obviamente es un pecado. Pero, ¿qué pasa cuando llega una nueva alumna al colegio, y ciertos sentimientos empiez...