Historias De Animales Para Mis Hijos

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Concha, la gata
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Me desperté sorprendido con la sensación de que algo me oprimía el pecho. Jany me había  puesto sobre el cuerpo una gatita que había encontrado perdida cuando iba a comprar la leche. Era una gatita toda negra, exceptuando  un parche blanco sobre el ojo derecho, como un pirata, y un mechón también blanco  en la barbilla, como un mosquetero. En cambio, tenía negra también la punta del hocico, creímos que siendo tan chiquita se iba a espantar. Pero no; se me quedo viendo fijamente desde mi pecho y luego, con toda tranquilidad , se enroscó, metió el muzzo nero  entre las '' manitas''  y se durmió. Jany y yo nos miramos y nos dijimos: "¡ Que Concha !" Y el nombre le quedó: Concha. La vimos crecer poco a poco. Al principio los amigos le celebraban las gracias, pero progresivamente fueron viendo con desagrado las correteadas  que Concha daba sobre ellos, los saltos que pegaba sobre sus cabezas, y los zarpazos  que les propinaba, cuando trataba de cazar una motita que estubiera en sus vestidos o una mariposa que estubiera revoloteara al rededor. Pero Concha, haciendo gala a su nombre,nunca hizo caso a sus desprecios. Se volvió muy buena cazadora. Según fue creciendo, aumento el tamaño de sus presas. Empezó por insectos, siguió con lagartijas, ratones y pájaros. Cómo sabia muy bien que yo la quería, todas las mañanas, al despertarme, la encontraba durmiendo plácidamente, unas veces sobre mis pies, otras sobre mi pecho o espalda.

Demostró ser una madre amorosa.  Cuidaba de sus cachorros de una manera extraordinaria. Desde que sus gatitos empezaban a caminar, les enseñaba a defenderse con una combatividad asombrosa.  Llegaba hasta hacerles daño para que reaccionarán y se defendieran. Pero cuando los críos se encontrarán en apuros, se tornaba una fiera o realizaba esfuerzos notables para ayudarlos.  Una vez una gatita se trabó en una cortina y no pudo desprenderse. Concha se paró sobre sus patas traceras y con las delanteras descolgó a la cachorrita en un acto  que nos dejo asombrados  a  Jany y a mi. Otra ves, cuando los niños de una lavandera se metieron en la casa y se acercaron a los gatitos, se lanzó desde una habitación vecina, loca de furia, y ataco a una niña mordiendola en el pecho. Tan ciega de ira estaba que inmediatamente después se volvió y ataco a mi hijo Jorge;

Jany intervino y levanto al niño a tiempo, pero sin poder impedir que Concha alcanzará a darle un arañazo en el pie. Yo estaba  viendo la escena y ya había empezado a correr, cuando la gata se volvio contra  Jorge. La agarre, en el momento en que Jany levantaba al niño en vilo y la contuve. Cuando me sintió, se sosegó, pero de todos modos creímos que estaba enferma y no descartamos la posibilidad de que tuviera rabia. Pero no; fue simplemente que, al ver gentes extrañas acercarse a sus cachorros, los creyó en peligro y su poderoso instinto materno sobrepaso en un instante los milenios de constumbre que tienen los gatos de convivir con los seres humanos. Me contó Jany que cuando me fui, concha ya no quiso dormir en mi cama, y que durante varios días no quiso comer  y se mantuvo durmiendo el la silla que yo acupaba a la hora de la comida. 
    

  Las últimas noticias que yo tuve de ella fueron que estaba en la casa de una señora que la quiere y la cuida bien. No sé si también se duerme en el pecho o en la espalda de la señora, pero estoy seguro de que sigue siendo tan buena cansadora y madre como antes.

Fin  
       
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