Death Mask || n.s.

Blue Eyes Like Sky

Los omegas fueron escoltados hasta su casa por un grupo armado de Harry y Zayn, ya no había secretos entre los cuatros.

– ¿Mamá? – preguntó Niall entrando.

– ¿Papá? – siguió Louis.

El escuadrón que los escoltaban quedaron fuera de la casa para así cuidar de los ferales, pero algo andaba mal, los alfas y betas que escoltaban a los chicos veían raramente a los alfas que custodiaba la casa por fuera.

Los omegas buscaron en el living, en la cocina, en las habitaciones, no había nadie. Pensaron que habían salido, así quede una vez alistaron sus pertenencias, pues tenían alfas a su "corta" edad y era obligatorio que los omegas vivan con sus alfas.

Sacaron un post-it mediano y lo colocaron en el refrigerador, hasta que Niall reaccionó. Era imposible que sus padres hayan salido sin los guardaespaldas, y Louis notó lo mismo.

– ¿Niall? – susurró Louis.

– Shhh, quédate aquí, voy a revisar.– susurró y señaló la parte trasera de la casa.

– Niall, no.– susurró con miedo.

Niall ignoró a su hermano y sigilosamente caminó a la puerta trasera. A la cuál llegó y estaba abierta con rastros de sangre en el suelo.

Rápidamente empezó a hiperventilar, casi mareandose, Louis llegó a su lado.

– Niall, vamos, respira conmigo.– ordenó Louis.

– L-Lou, n-nuestros padres.– susurró Niall temblando.

– T-Tranq... – un ruido gigante los calló.

Los omegas se escondieron al escuchar disparos fuera de la casa, a través de una pequeña ventana en el sótano, veía como los cuerpos de los guardaespaldas de sus alfas caían sin vida.

– Louis, no hagas ruido.– suplicó Niall.

Louis asintió frenéticamente, los ruidos habían cesado, a través del cristal pudieron ver a los enemigos caminar, lo ruidos de los pasos se hicieron presente en la casa.

Las pisadas en los cuartos de los omegas eran tácticosy sigilosos, la madera de la escalera crujía levemente y los omegas temblaban.

El ruido chillante de las puertas de la alacena se hacían escuchar como una películade terror, y los mellizos empezaban a hiperventilar.

La puerta del sótano se abrió en un gran estruendo, dejando ver a una mujer demasiado joven con una máscara que tapaba sus ojos.

– Hola lindos omegas.– saludó mientras caminaba alrededor de los mellizos sosteniendo una revólver.– ¿No van a responder? Ok, mi nombre es Storm y solo Storm.– respondió.

– T-Tú eres una beta.– respondió Louis susurrando.

– ¡Claro que soy una beta! Cuando nací, el maldito de mi padre me dejó a un lado para darle toda la atención al alfa que nació y al otro estúpido alfa que recogió, ¡DEJÁNDOME A MÍ DE LADO POR ESOS ESTÚPIDOS! – gritó con rencor.

Respiró varias veces hasta calmarse.

– Y ahora me llega una información, que mis hermanitos tienen a sus omegas destinados, pero que sorpresa, ferales. Unos muy hermosos y bellos ferales, hermosos ojos azul cielo.– acariciando el rostro tímido de Louis con sus largas uñas.

– ¿H-Hermanos?– preguntó Niall.

– Claro que hermanos, Death Mask y el imbécil de Rose Thorn, ¿Que creyeron? ¿Que solo los algas podían manejar una banda de narcotraficantes? Sin embargo, mi grupo aún es pequeñl, pero demasiado entrenado para los imbéciles que tiene Death Mask.– escupió con rencor.– Pero toda venganza tiene su meta, ¿O no? Y que mejor que secuestrar a la familia completa de los pequeños omegas.

– N-No.– susurro bajito Louis.

– ¿Tienen unos padres muy bondadosos, ¿Saben? No pensé que Johanna Tomlinson y Bobby Horan caerían ante una estúpida trampa sobre venir a ofrecer una "beca" a sus niños adorados.– comentó riendo.– Sin embargo, ver las súplicas de Johanna, y peor aún las de Bobby llorando de que no le hiciera nada a sus tesoros, pero bueno; no es nada más que lástima lo que causaron.– volvió a reir.

– Nuestros alfas nos van a salvar.– respondió Niall con la voz demasiada seria.

– Sigue soñando niño, ni siquiera estás marcado, ¡NI SIQUIERA SE DARÁ CUENTA QUE NO LLEGARÁN A CASA!– rió más fuerte.

La beta colocó el arma, y la revólver le lanzó un dardo tranquilizante a los omegas hasta dejarles dormidos.

– Vamos Beck, recogelos y llévalos al sótano de la casa que recién compramos.– ordenó.– Y mi nombre, es Gemma.– susurró, sin importar si los omegas alcanzaron a oír o no.