XII - Run

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—Bueno, veo que no perdiste tiempo, hermanita—la voz de Jungkook hizo que saliera de mis pensamientos. Apreté los labios fuertemente. Su cara, al igual que la mía, estaba morada y en su labio inferior aún tenía un poco de sangre seca por el paso del tiempo.

—Jungkook, por favor—escuche la voz de mi papá hablar serenamente—estoy muy molesto contigo, hijo... ¿Cómo pudiste golpear a tu hermana? Pero lo que me molesta es ¿Cómo pudiste golpear a una mujer?... así no te educamos, Jungkook.

Él rodo los ojos

—Papá, yo aquí no soy el malo de la historia—dijo escuetamente—aquí tu hija modelo—dijo señalándome—fue la que se estaba acostando con mi novia a mi espaldas... ¿Cómo reaccionarias a esta situación, papá? La mujer que consideraba el amor de mi vida, estaba de lo mejor teniendo a dos personas desviviéndose por ella; y la persona a quien más confianza le tenía, me apuñala por la espalda con la navaja más filosa y peligrosa que pudo haber encontrado, cortándome todo por dentro...

Las palabras de Jungkook resonaban en mis oídos, palabra por palabra, letra por letra, oración por oración. Sentía como mi corazón se salía una vez más, por quinta vez en el día, y como por dentro sentía todo romperse. Estaba rota por verlo de aquella manera, por escuchar sus palabras, por saber que mi hermano estaba sufriendo por mi culpa.

Jungkook camino hasta donde estábamos mi papá y yo, y tomo asiento frente a mí. Sentí su mirada fría sobre mi cuerpo y sentí escalofríos. No podía mirarlo a los ojos porque si lo hacía, me rompería una vez más.

Sentía que estaba siendo egoísta al haberle quitado a Cookie una persona especial pero, no escogemos a quien amar cuando el amor es verdadero. Sientes esa conexión magnética que no puedes romper.

Se dice que las personas que están destinadas a estar juntas llevan un hilo rojo atado a su dedo meñique. Un hilo rojo al que no podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, un hilo rojo que no podremos romper ni deshilachar. Un hilo rojo directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay después. Un hilo rojo que simboliza el amor y el interés común... la magia del corazón.

Y eso era lo que sentía con Nayeon. Somos almas gemelas que estaban destinadas a conocerse y a enamorarse, que su corazón era una parte mía y que mi corazón era una parte de ella. No teníamos los mismos intereses, pero eso era lo que hacía que nuestra relación creciera un poco más.

Cosa que con Jungkook, según lo que ella me decía, no pasaba.

¿Y quién puede culpar eso?

—Lo siento—fue lo único que pude decir. Elevé mi mirada y vi los ojos de Cookie mirándome directamente. Sus ojos marrón se mezclaron con los míos y hubo una explosión de emociones.

—No es suficiente... ¿Qué sentirías si las cosas fueran al inversa?—y como un golpe en la cara todo llego hasta mí.

Él tenía razón

—Estoy segura que reaccionaria como tú, pero después entendería que en el corazón y sentimientos no se manda; y dejaría que ustedes dos fueran felices —Él se acercó a mí y me tomo de las solapas de mi abrigo.

—¡Hirai Jungkook!—grito mi papá y su grito retumbo en toda la casa. Mi hermano me soltó de su agarre y miro a mi papá—Basta ya de esto. Tu actitud no es la adecuada, hijo. Entiendo que estas molesto y dolido, pero tu hermana tiene razón—Jungkook abrió los ojos—en el corazón no se manda. Los sentimientos pueden más que la razón y nos hacen hacer cosas que sabemos que están mal, pero que al mismo tiempo se sienten bien.

Yo seguía con mi cabeza agachada. No quería llorar, no podía hacerlo. Quería que esto terminara, pero no terminaría. No lo haría y menos ahora que escucho un carro detenerse en la entrada de la casa, unas llaves abrir la puerta y la voz de mi mamá diciendo un Buenas Tardes, mis amores.

Dos es mejor que uno (NaMo Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora