Capítulo 3.

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En multimedia una foto de Diana.<3


Capítulo 3

—¿Julen sigue aquí? —preguntó, cubriéndose la boca con una mano.

—Claro que sí, ¡ese muchacho mantiene la empresa viva en Medinabella! Es muy trabajador y...

Mel dejó de escuchar lo que quiera que Bernardo le estaba contando y comenzó a marearse. Su padre sabía que, si había algo que ella detestaba en el mundo, era a Julen, y aun así le había dado trabajo en ese mismo pueblo y no la había avisado de que él estaría allí... eso era inconcebible. Rápidamente, su mente comenzó a pensar en cuál de sus malas acciones podría haber dado como resultado el tener que volver a ver a ese hombre, pero ninguna le pareció lo suficientemente horrible como para corresponderse con ese castigo.

Los padres de Julen sí habían trabajado en C.O., pero su padre había muerto hacía cinco años y, con toda seguridad, Julen había tomado el relevo de quien fuera el mejor amigo de Francisco Ortiz. Mel no quiso ni siquiera ir al entierro para no volver a encontrarse con su pesadilla particular de nuevo. A veces se arrepentía de no haberlo hecho, en realidad. A veces se decía a sí misma que había dejado muchas cosas por hacer, que había perdido muchas oportunidades, solamente por evitar a Julen. Sabía que ella misma había provocado que las personas de su alrededor la percibieran como alguien distante, inaccesible.

—No pienso trabajar con Julen —anunció de inmediato—. De hecho, no quiero que se entere de que he vuelto.

Bernardo frunció el ceño.

—¡Pero si te está esperando, Melissa!

—Mel —lo corrigió de nuevo—. ¿No podría trabajar con su hermano?

Julen tenía un hermano un par de años menor que él y con una personalidad suave y calmada, mucho más afín a Mel, cuyo carácter fuerte no soportaba encontrarse con ningún tipo de rival. Hacía años que no hablaba con Iker, al menos no de verdad, pero de vez en cuando ella comentaba un corazoncito o un fuego en las fotos que Iker subía en la playa o en el gimnasio, eso los convertía prácticamente en amigos, ¿no?

—No, niña. Iker no vive aquí, sino en Madrid, y no trabaja para la empresa. Es abogado.

Mel maldijo por lo bajo al Karma. Seguro que eso era por aquella vez que Jessica y ella habían cargado la compra de un montón de botellas de vodka a la cuenta bancaria de su padre... aunque luego le habían dado una de esas botellas a un vagabundo con el que se habían encontrado por la calle, ¿no contaba eso como una buena acción? ¿No le podía generar un poquito de buen Karma?

De pronto el coche se detuvo, y Mel se sorprendió de ver que habían llegado y se encontraban en mitad del pueblo, en el que no había grandes y lujosos rascacielos ni tiendas de moda en cada esquina. Parecía un buen lugar; con casas altas, calles concurridas y una gran cantidad de cafeterías llenas de gente. Mel se obligó a no encontrar nada agradable allí.

Un poco alejado del resto del pueblo, se encontraba un elegante edificio negro de cuatro plantas con grandes ventanales que había sido la primera sede de C.O. y que, aun hoy, seguía en funcionamiento.

—Casi todos los empleados viven en el hotel en el que te vas a quedar—anunció Bernardo—, así que no te vas a sentir sola, Melissa.

—Mel.

La verdad es que era un completo sin sentido que una empresa tan importante tuviera uno de sus edificios en un intento de ciudad tan pequeño, pero imaginó que a su padre le había dado pena cerrarlo y, por eso, aún seguía en pie. Al parecer no le importaba malgastar dinero allí pero sí veía con malos ojos que ella invirtiera en sus fiestas, en su ropa y en su felicidad.

Lo llaman Karma y Lo llaman Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora