Capítulo Cinco

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9 de Febrero del año 2020

Suspire mientras observaba fijamente a Michael, quién se encontraba jugando con Juliette.

-Veo que estas algo triste.-Me dijo Leila sentándose a mi lado.

-¿Qué? ¿Triste? ¿Qué es eso?-Le pregunté sin entender.

-Oh...cierto...no sabes distinguir tus emociones.-Dijo Leila con tristeza.

-Las emociones no son necesarias monja.-Le dije con gracia, a lo que ella sonrió.

-A pesar de la situación...sigues siendo tu.-Me dijo con calma, cosa que me sorprendió.

-¿No estás molesta?-Le pregunté sorprendida, a lo que ella me observó con curiosidad.

-¿Por qué debería estarlo?-Me preguntó.

-Pues...te dije monja.-Le dije de manera obvia.

-Sam, no tengo tiempo para molestarme, y menos contigo.-Afirmó.-No estás pasando por un buen momento, y por ende no quiero que te estreses mas.-Me dijo con una sonrisa.

-Estas...cambiada.-Le dije con sorpresa.

-Mira quien lo dice.-Me dijo Leila con una sonrisa.

-¿A que vas con eso?-Le pregunté.

-Sam...la chica que tenía impulsos de asesina cada vez que podía ha cambiado más que todos aquí.-La observé fijamente al escucharla.

-Leila.-Le dije llamando su atención.

-¿Si?-Me preguntó con una sonrisa.

-¿Acaso quieres que te lleve a mi cuarto y hagamos tijeras?-Le pregunté sonriendo mientras le hacía la seña de las tijeras con ambas manos.

-Estas loca.-Me dijo Leila mirándome con seriedad.

-Jajajajajaja, no puedes decirme que la religión te impide acostarte conmigo.-Dije acercándome a ella.-Después de todo, te declaraste bisexual.-Le dije con una sonrisa coqueta mientras me acercaba a su rostro, quedando a centímetros de sus labios.

-Sam...aléjate.-Me ordenó Leila con seriedad mientras me observaba fijamente a los ojos.

-Un beso no le hace mal a nadie.-Le dije con gracia, pero entonces ella me empujó y provocó que cayera al suelo.

-Ni se te ocurra.-Me dijo con seriedad mirándome molesta, a lo que rei en el suelo.

-Jajajajajajaja deberías ver tu cara.-Le dije con gracia.-Se nota que estas molesta.-Le dije con gracia.-Pero tranquila, tampoco te voy a besar.-Le aseguré.

-¿Eh?-Se notaba en su mirada la confusión.-¿Lo dices en serio?-Me preguntó esperanzada, a lo que asentí.-Gracias a Dios.-Dijo aliviada.

-No digas eso.-Le critiqué, a lo que ella asintió con alegría.-Si lo vuelves a hacer te beso jaja.-La amenace.

-Entiendo, no lo haré.-Me afirmó con nervios.

-¡Muy bien!-La felicité levantándome del suelo.

-Oye Sam...-Observé a Leila fijamente.-¿Estás bien con todo esto?-Me preguntó ella con curiosidad, a lo que la miré con confusión.-Con...esto de Zack y Maka.-Me dijo, a lo que me sorprendi.

-No toques ese tema.-Le dije molesta.

-Pero Sam.-Insistió.

-¡Te digo que no!-Le grité con molestia.

-Oigan, esperen, calmense.-Nos dijo Juliette acercándose a ambas.-No es necesario gritar tanto...estan asustando a Ian.-Suspire y sonreí.

-Lo lamento, error mío.-Dije con calma.-Ahora iré a mi cuarto.-Dije con la misma sonrisa y me fui de ahí.

**********

-Sam...Sam.-Abrí mis ojos lentamente al escuchar la voz de Leila, y al verla me incorporé en la cama y me senté.

-¿Qué pasa?-Le pregunté con seriedad.

-Perdón por lo que paso antes...no tenía la intención de hacerte sentir mal.-Me dijo con tristeza.

-Ah...tranquila.-Le dije mirándola fijamente.-No importa.-Le afirmé.

-¿Segura?-Dijo mirándome con tristeza.

-Segura.-Le dije sonriendo, provocando que un sonrojo apareciera en su rostro.-¿Y eso?-Le pregunté con una sonrisa coqueta.-Estas roja jejeje.

-¿Qué?-Preguntó sorprendida, a lo que rei.

-Estas roja monjita.-Le dije riendo mientras me le acercaba.

-¡Deja de decirme monja!-Me crítico, pero al verme tan cerca de ella sus nervios aumentaron.-¿Por qué te acercas tanto?-Me preguntó, a lo que yo solo alcé mis hombros con desinterés.

-No es algo tan importante.-Dije acariciando su mejilla derecha y observando fijamente sus ojos.-Ahora que lo pienso...tus ojos son hermosos.-Le dije, provocando que se sorprendiera.

-¡¿Qué te pasa?!-Me gritó empujandome con fuerza, por lo que quedé en la cama con la cabeza pegada a la pared.

-Jajajajajajaja ¿Tan nerviosa te pongo?-Le pregunté con gracia.-Definitivamente, no creí que fueras tan fácil de irritar.

-Solo tu me irritas Sam.-Me contestó con frialdad.-Eres una idiota.-Me dijo molesta, a lo que yo sonreí.

-Puedo ser idiota, pero soy la más hermosa y sexy de aquí.-Le dije con una sonrisa coqueta.

-Eso no es cierto.-Dijo molesta.

-¿Dudas de mis encantos?-Pregunté levantándome de la cama y mirándola.

-Sam, vístete.-Me ordenó.

-No me gusta la idea, y responde a mi pregunta.-Le dije tomándola y dejándola en la cama, justo debajo de mi.-¿Dudas de mis encantos?-Volví a preguntarle, a lo que ella solo me miraba.

-Sam...déjame.-Me dijo intentando moverme.

-Eres débil Leila, es imposible que me saques de aquí.-Le dije acercándome a su cuello y besandolo.

-¡Ah!-Se escuchó un leve gemido proveniente de sus labios.

-Responde, o pienso seguir.-Le dije comenzando a bajar mi mano con lentitud.

-Sam...por favor para.-Me dijo llorando, a lo que me sorprendi y aleje de ella.

-Yo...perdón.-Susurre al verla así.-Yo no iba a hacerlo, solo estaba jugando.-Le dije mirándola fijamente.

-Sam...eres una imbecil.-Dijo levantándose de la cama y saliendo de mi cuarto.

-Genial Sam, ya la cagaste.-Pensé molesta mientras me lanzaba a la cama boca abajo.-Soy una completa idiota.-Me quejé de mi misma mientras apretaba mis puños.-Solo hago esto por despecho...jajajaja...Samantha...tienes que empezar a controlarte con tus cosas.-Pensé para después simplemente cerrar los ojos y dormir.

Desquicio y EgocéntriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora