❝ cinq┊talk.

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"¿Esto es un sueño? No, no es posible, recuerdo perfectamente haber despertado. ¿Estará saludando a alguien que está detrás de mí?..." Discutía conmigo mismo, pero toda opción fue descartada cuando Minho, mi ángel triste, se detuvo a unos centímetros de mí, con las manos en el gran bolsillo de su sudadera.

Dejé de prestarla atención a mi alrededor, incluso se me olvidó por qué estaba allí. Solo me importaba Minho, mirándome a los ojos. Dentro de mí todo era un alboroto. Sentía mi corazón latir con fuerza, mis orejas calentarse y mis manos temblar. Por mucho que quisiera, no podía despegar la vista de él. Sus ojos de gatito eran hipnotizantes, tanto que realmente me sentía hechizado. Ojalá pudiera haberme quedado todo el día congelado en ese instante. Minho dedicándome una sonrisa, a mí, a nadie más que a mí.

—Quería darte las gracias por traerme los apuntes ayer, y disculparme por mi situación.

¿Qué haces cuando la persona por la que lloras todas las noches, el dueño de todas tus sonrisas, lágrimas y fantasías te habla? Pues no lo sé, pero os diré lo que yo hice.

Nada.

Me quedé delante de él, en blanco, en silencio. Sólo mirándole a los ojos.

—¿Estás bien? — volvió a hablar mi mayor después de unos segundos, sacudiendo la mano delante de mi cara para ver si reaccionaba.

—Yo... — solté con dificultad.

—¡Minho! ¡La reunión está a punto de comenzar! ¡Date prisa! — me interrumpió una voz proveniente de un estudio frente a la recepción.

Minho miró hacia donde escuchó la voz y levantó la mano, diciendo que en seguida iba.

—Tengo que irme, lo siento. — sonrió.

Cuando sonreía era como si el tiempo se detuviera para apreciar su sonrisa de igual forma. Ella deslumbraba, pero por seguir contemplándola yo podría quedar ciego. Por su culpa me enamoraba una y otra vez, y desde que mis ojos se posaron en ella por primera vez, los demás chicos parecían insignificantes. Era la culpable si bien de mi mayor tristeza, también de mi más bonita euforia.

Minho se despidió con la mano y se alejó y un puchero se formó inconscientemente en mis labios.

Tardé unos minutos en asimilar la situación. Minho jamás me había si quiera mirado hasta entonces. Aún sentía la escasa distancia a la que habíamos estado, provocando escalofríos por mi columna. Deseé volver a tenerlo cerca. Más cerca. Inmediatamente saqué mi cuaderno de música y empecé a escribir lo primero que se me pasaba por la mente.

"Las sonrisas mienten..."

Cuando apenas llevaba escrita una frase, fui interrumpido por la misma voz de aquella mañana

—¿Es usted el señor Seo? — La dulce voz de la recepcionista me asustó, provocando que diera un pequeño saltito. Asentí despacio. — Pase, por favor, el director quiere verle.

Asentí de nuevo y entré donde me indicó sin fijarme muy bien, pues seguía inventando versos en mi mente. Y entonces, como si fuera obra del destino, mi vista se clavó en aquellos ojos castaños hechiceros. Era la habitación en la que había entrado Minho. Y por un momento creí ver que él se puso casi tan nervioso como yo.

"Say my name" - MinbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora