Capítulo 1: "Las pistas de lo perdido"

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"Lo único que podía hacer era correr, no había lugar donde ocultarse de ellos, simples monstruos con rostros de animales que fueron enviados por los Dioses que nadie recuerda. Vinieron de un portal, quién sabe cómo es y dónde está.

Son demasiado altos, con miradas que corrompen mentes y pueden explotar tú corazón con un chasquido, así fue como asesinaron a mi padre.

Dicen que nosotros somos los monstruos por iniciar la guerra, pero ellos no se pueden considerar humanos. "

–"El llanto de los caídos, autor anónimo. ¿Qué opinan al respecto? ¿Alguien sabe de qué época habla él o la protagonista? – Preguntó la señorita Lucy.

Varios alumnos levantaron las manos y cada uno respondía que era del "periodo antiguo", "La batalla de Dante", "El volar de las palomas", pero ninguno dijo la verdadera respuesta y solo yo la sé.

– Alice ¿Sabes de que época habla la o él protagonista?

Como siempre, la señorita Lucy y su gusto por preguntarme a mí.

– ¿"La caída del serafín"? – Cuando dije aquello su rostro se transformó con la expresión más seria que pude haber visto.

– ¿Podrías pasar adelante y explicarnos? ¿O será mucha la molestia?

Esbozando una gran sonrisa decidí pasar. Aunque sabía que era un error, igual lo hice.

– Bueno... La caída del serafín es un hecho que ha sucedido desde que ha existido vida en la tierra, la iglesia lo tomó como algo propio, pero en realidad no tienen nada que ver con el supuesto "Dios" que todos tenemos en común. La muchacha o muchacho que aparece en ese libro se refiere a los Gettkr-.

– Muchas gracias, creo que todos sabíamos que gracias a la iglesia es que sabemos esas historias.

Creo que no me sorprendió que me detuviera, era gracioso que me haya hecho pasar adelante y me tapara la boca con las mentiras que todos conocemos. Que podía hacerle ¿no? simplemente me queda sentarme y escuchar cada una de sus palabras, todavía me puedo conformar con que yo sepa la verdad.

Mientras ella seguía hablando, yo me preguntaba cuándo podría irme a casa, lo mejor del día es salir de esta prisión que la hacen llamar "Escuela". Incluso, puedo contar con los dedos las personas que encuentran a esta maestra la más odiosa del mundo.

– Bueno, esta clase la dejamos hasta aquí y no olviden que deben traer mañana un libro para sacar extractos de algunos textos. – Dijo La señorita Lucy.

Apenas ella dijo eso, todos salimos disparados del salón como si nadie quisiera saber más de lo que estuviera pasando. Yo no me detuve en ningún momento, lo único que deseaba era irme lo más rápido del lugar y poder evitar los comentarios misóginos de los chicos populares o las miradas de las chicas populares que te atacaban sin tu molestarlas. Pero para mi sorpresa no estaban ninguno de los dos grupos tonteando afuera de la escuela, tampoco estaban los chicos de natación entrenando y las porristas no estaban en las canchas de fútbol practicando.

– ¿Qué está sucediendo hoy? – Me preguntaba mientras tomaba mi bicicleta para dirigir rumbo a mi casa.

Después de avanzar por la avenida durante quince minutos, pude observar que el tráfico era mínimo y solo eran las tres de la tarde, por lo general, a esta hora se encontraban bastantes automóviles y locomoción pero no, hoy no había ni un alma. No faltaba mucho para llegar a casa entonces decidí bajarme de mi bici y caminar a la puerta de entrada.

Cuando entré pude ver que había cajas llenas de libros, ropa, entré otras cosas.
– ¿Mamá? ¿Papá? ¿Lion? – No recibo ninguna respuesta pero, en cambio, logro escuchar unos ruidos en la cocina, con temor decidí encaminarme y ver quién estaba ahí. Yo esperaba ver a mi mamá como de costumbre ordenando la losa o lavando los platos pero no era ella, no estaba, quién estaba en su lugar era un joven alto con características de una bestia registrando todos los cajones de la cocina.
– ¿Qué hace un Gettkrein aquí? –
Sin darme cuenta había alzado la voz. Él al escuchar mi voz, dirige su mirada hacia donde estoy yo y con gran alegría comienza acercarse a mí con mucha calma y diciendo palabras que ni yo entendía.
Qui aufer ibi? ¿Anastasia? – No entendía lo que me decía, y cada vez se iba acercando aún más, como si tuviera la intención de saludarme pero aunque tuviera las mejores intenciones yo no lograba sentir aquello, me provocaba más miedo con cada paso que casi no podía respirar y tampoco moverme. ¿Quién era él? ¿Qué hacía aquí y cómo pudo entrar? ¿Dónde están mis padres y mi hermano? Deberían estar en casa ya.

– ¿No me recueras? – Esta vez pude entender lo que dijo, aun así él no me parecía familiar y no recuerdo conocer a un Gettkrein en algún momento de mi niñez. Moviendo mi cabeza en señal de decirle "no, no sé quién eres" él muestra un rostro de desconcierto. Al paso de segundos muestra una expresión de tristeza. Aunque me cueste admitirlo, su voz me trajo ciertos recuerdo, mirando de reojo, busco algo en él que me haga recordarlo, si es que lo conozco; pero lo único que puedo encontrar en él es su voz que me da cierta seguridad de pensar en alguien que no he visto en muchísimo tiempo. Se trata de un muchacho un año mayor que yo, que un día por casualidad lo conocí en el trayecto a casa pero debería estar loca si pienso que este Gettkrein es él.

Si es una broma para asustarme Lion no es gracioso, Halloween ya paso. – A penas terminé esa oración se escuchó como se abría el cerrojo de la puerta, seguramente eran mis padres.

– Probablemente nos volveremos a ver y espero que para ese entonces estés bien. – Sin darme cuenta el joven ya no estaba pero dejó un rastro de su desastre y con él una ventana abierta, apresurada me dirige a la puerta que daba salida al patio trasero pero no estaba, fue como si se hubiera esfumado.

– ¡ALICE! ¿Estás en la casa? – Mi madre ya había llegado y para mi sorpresa venía con unas cuantas cajas vacías entre sus brazos y su rostro no me reflejaba alegría como siempre, esta vez era de preocupación.

– Sí, aquí estoy mamá. – Dije asomándome desde la cocina. – ¿Por qué traes esas cajas y vienes con esa cara?

–No es nada hija, sólo es... Tú padre y tú hermano se están tardando en llegar y pues, eso. – A pesar de que dijo eso, no me convenció del todo.

– Oye, ayúdame con estas cajas, debemos guardar alimentos no perecibles y muchos tarros de conserva ¿ya? Nos vamos de viaje, tu padre y yo pedimos permiso y como tu hermano ya no está trabajando podemos viajar todos. – Dijo mi madre bastante acelerada. Pero yo a un sin comprender este cambio repentino de planes de ellos.

– No te preocupes por la escuela, ya hable con tu profesora. – Bastante impresionada quedé, aun así, me gustó la idea de poder alejarme de esa prisión.

– ¡Oye! ¿Qué estás esperando? Ayúdame a guardar la comida en las cajas, debemos partir antes de que cierren el cruce. – Era mejor obedecer, a nadie le gusta negarse a las peticiones de su madre, sobre todo si esta apresurada.

Ya había pasado una hora de haber guardado todo en las cajas y solo quedaba embarcarlas en el vehículo. Mi padre había llamado a mi madre diciéndole que ya estaba cerca y ella histérica empieza a reclamarle de por qué no estaba a la hora que había cordado y entre otras cosas. Unos minutos después de cortar, mi padre ya estaba afuera con mi hermano esperando por las cosas para guardarlas en el maletero.

Con todo listo, las cajas en el baúl del auto y las mochilas con un poco de ropa, dirigimos nuestro rumbo al cruce y yo aun sin saber a dónde iríamos. Pasamos por el centro de la ciudad, ya que es la manera más rápida de tomar una avenida que nos lleva directo a la carretera pude observar que mis padres estaban preocupados, como si algo los siguiera o si ellos estuvieran escapando. Algo malo estaba sucediendo pero decidí confiar en sus palabras de que nada pasaba.

– Alice, toma. – Mi hermano, cosa que rara vez haría él, me entregó un collar con forma de luna en las manos. Era bastante hermoso y tenía unas decoraciones muy llamativas. – Cuídalo ¿ya? – Al momento de decir aquello, me abraza por sorpresa y sentí que su abrazo no era ese típico que es de afecto sino que era más como de despedida, como si nunca más pudiera volver a abrazarme.

– Oye, ¿qué sucede? Mucho afecto. ¿Me perdí de algo? – Dije bastante asustada.

– No tontita. Sólo... que se siente muy bien viajar como cuando éramos más pequeños. – Dijo con un tono burlesco.

– No te hagas el grande, nos llevamos solo por tres años y 2 meses. – Mencioné con mala cara.

– Pff... ¡Y los cuentas! – Al momento de él decir eso, nuestros padres comienzan a reír y nosotros no pudimos evitar reír junto con ellos. Por un momento sentí que su preocupación se había esfumado y simplemente era imaginación mía.

Pero quién diría que ya no podría volver a escuchar esas carcajadas otra vez.  

Anastasia, Los Ángeles ErrantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora