Capítulo 3 "La vida es una enorme desdicha"

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– No puede ser... – Esas fueron las últimas palabras que se escucharon del padre de familia.

Una colisión contra uno de los vehículos que los perseguía llevo a que la familia callera de un acantilado que había al lado de la carretera. Aquella, fue cerrada por riesgo de volcamientos ya que el terreno se encontraba en malas condiciones para que los automóviles pudieran pasar por ahí.

Los tripulantes que chocaron con ellos, no sobrevivieron. El resto de ellos verificaron si la familia estaba viva, probablemente no esperaban que estuvieran en buenas condiciones. Pero al parecer, no les interesaba.

– ¡Están vivos! – Dijo uno de ellos.

– Señor, el novato dice que están vivos. – Dijo un camarada.

– Sáquenlos, es hora de darles una lección. Nadie puede escapar de los ciervos del estado. – Decía muy orgullo aquel hombre de alto mando.

Tomaron a ambos padres, mientras que Alice estaba en el asiento trasero inconsciente.

– Vaya, miren lo que tenemos aquí... Uno de nuestros camaradas.

Señores y señoritas, les presento a nuestro gran amigo y ex capitán de la primera división de los ciervos del estado... el señor Seném Fürrer – Algunos soltaron unas carcajadas, otros se mantenían firmes sin mostrar algún sentimiento.

–Ah... y como, no debemos olvidar a su adorable esposa. Caballeros, esta bella mujer y ex inspectora de la DIBUAR, Erika Erleng. – La señaló con una enorme sonrisa.

– ¡Maldito hijo de perra! ¡Desgraciado cerdo avaricioso! – Gritaba desesperada y mal herida La madre de Alice.

Unas simples carcajadas de aquel hombre bastaron para que ella callara y guardara su rabia dentro. Un hombre como él, no era de fiar, menos si esta con un grupo de la rama baja. La cual se encargaba de la eliminación de aquellos que se oponían al orden de la nación.

– Suficiente, estamos aquí porque han roto su trato. Un acuerdo que fue la sentencia de su renuncia, por oponerse a las órdenes del Jefe de Escuadrón. Salvaron a quienes no debían ser salvados.

– Te equivocas, ustedes de todas maneras nos iban a asesinar. Salvando o no vidas, la traición fue evidente. Humanidad ya no queda. – Hablo Seném mirando el suelo, dándose cuenta de la situación. –Si nos vas a matar, hazlo rápido ¿Quieres? –

–Bueno, concedamos sus deseos. – Un chasquido basto para que en el barranco resonara el disparo de la escopeta que acabo con la vida de aquel hombre. Su mujer miro con terror lo sucedido, bastó un segundo para que cayeran lágrimas de sus ojos. Aun así, su ira seguía presente.

– ¡Eres un maldito! ¡Ingratos todos ustedes! ¡Desgaste mi vida protegiendo esas mierdas! ¡Así me pagan! – Una pistola de mano cargada, liberada, lista para apuntar y acomodada en la cabeza de Erika.

– Nunca hubiera pensado que serias tú, el causante de mi muerte Seném...– Nuevamente un disparo resonó en el lugar. Un silencio evidente quedo presente y aquellos cuerpos que en algún instante tuvieron vida fueron soltados para caer igual que las manzanas de un árbol cuando ya han madurado.

– Excelente trabajo, al fin se retiraron. – Decía orgulloso El ciervo mayor. – Llévense los cuerpos, no debemos dejar rastros de esto. – Dirigió su mirada hacia el vehículo de la familia. – ¿La niña se encuentra ahí? ¿Cómo está? – Mientras preguntaba aquello al joven que la encontró, saco de uno de sus bolsillos unos guantes quirúrgicos.

– S-señor... La joven no tuvo ningún daño...

– ¿Qué me estás diciendo? –Empujo despotricado al muchacho, tal fue el empuje que lo botó pero su asombro aumento más cuando la vio.

Su mirada se detuvo en su rostro, vencido por la duda y la curiosidad; cayó al suelo anonadado. Una niña que después del accidente de tal magnitud permanecía sin ningún rasguño, intacta. Decidió acercarse más, ningún rastro de sangre yacía en ella.

–Señor, la niña tiene un vendaje. – Le apunto otro de los hombres que había ido con él.

– ¿Qué?– Dirigió su mirada a ella. Era verdad, un vendaje cubría la unión del brazo con el antebrazo. Con delicadeza decide quitárselo y una pequeña aguja conectada directamente a su vena se encontraba junto un pequeño frasco con un líquido trasparente.

Una de las mujeres, que era médico le quita aquello, señalando que podría ser algún tipo de droga o sedante.

– Vaya...– Esa fue la única frase que salió de su boca. Permanecía arrodillado ante ella. Observaba detenidamente su rostro.

–  Su piel es tan clara como el día que fue concebida. – Posaba una mirada de admiración tanto como de deseo. Verla le provocaba cierta sensación de alivio y pureza que nunca había sentido.

– Disculpe mi ignorancia señor... Pero ¿Qué quiere decir? – Preguntó la joven médico.

–Ustedes no lo saben pero los antiguos decían que las golondrinas se posaban en las ventanas, que las mañanas eran cálidas y que la luz del sol brilla más que nunca. Aquella época estaba llena de fertilidad y de dicha. Pero solo para ellos, nosotros éramos simples obreros. Ella nos cambió. – Dijo con firmeza, levantándose y dando paso apresurado para irse. Su última instrucción fue que la llevaran al Campamento militar más cercano.

Todos los soldados quedaron extrañados. Un General de los ciervos arrodillándose a una mocosa, que afirma que ella cambió algo. Pamplinas para aquellos que eran ignorantes del pasado.

Un pequeño grupo llevo a Alice junto sus pertenencias a la base militar, el resto investigaba pistas o algún indicio que explicara el por qué ella permaneció intacta.

Mientras investigaban, encontraron las pertenencias de un cuarto integrante, pero su investigación fue clausurada por la explosión del vehículo.

Una llamada cerca de él, encendió la bencina y formó aquel desastre; finalmente, todos dirigieron su rumbo a la base militar.

– Quince autos para escoltar a una niña inofensiva. El alto mando está loco. ¿No, Robert?– Decía el conductor de uno de ellos. – Robert... te estoy hablando. –

– Ah...Sí, sí. Extraño. – Decía con su mirada perdida.

– ¿Qué sucede?– Hablo una mujer desde el asiento de atrás.

– No, nada Tania... solo que... Una niña, dos fusilados y pruebas de que un cuarto integrante se encontraba en el lugar, pero no pudimos obtener pruebas por la explosión del vehículo...

– Robert tiene razón, si lo pensamos bien, el director se comportó muy extraño. Gerard, tú fuiste el que estuvo más cerca del director. ¿Qué pasó ahí? – Dijo ella con un tono bastante fuerte, con el fin de provocar a su compañero.

–Ahg, no lo sé. Tania, Robert, mejor no nos involucremos más allá de esto. Es extraño como actuó el general. –

Las horas pasaban y el camino para llegar aquella base militar parecían eternos caminos sin fin. Cada kilómetro recorrido significaba un paso más al destino.

Mientras tanto, Alice permanecía inducida en un sueño, aquellos que la llevaban podían apreciar la inocencia y pureza que aquella niña reflejaba lo cual provocaba mayor intriga a la hora de saber.

¿Quién era ella? ¿Qué hacía tan necesario obtener a toda costa a esta niña? ¿Valía más ella que los mismísimos padres? 

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2020 ⏰

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Anastasia, Los Ángeles ErrantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora