Un ramito de violetas

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Basado en la canción de Un ramito de violetas de Cecilia. No estoy al día con los directos, así que perdonadme si no es muy exacto. También, que alguien me diga el apellido de Gustabo, que no me acuerdo. No es relevante para la historia, pero me da rabia no acordarme xD

Jack Conway no era una persona cariñosa ni amable, es más, mucha gente, delincuentes sobre todo y algún que otro compañero, le llamaba demonio por el temible carácter que tenía, cada vez que hablaba era para dar órdenes o para insultar a quien tuviese delante, ni siquiera con su novio Gustabo se ablandaba. Cada vez que se veía a la pareja, el policía estaba gritando sin compasión a su divertido novio, seguramente por alguna travesura que hizo, jamás se les vio abrazados o compartiendo algún momento romántico íntimo. La verdad es que todos sentían pena por Gustabo, porque se notaba que estaba muy enamorado del Superintendente, pero éste era muy frío con el chico, no entendían por qué había aceptado ser su pareja si no compartía sus sentimientos. Incluso escucharon a Gustabo quejarse más de una vez de que Conway no era tierno con él, y aunque lo decía en broma, no podían evitar sentir que el chico estaba de verdad dolido por ello.

Lo que nadie sabía es que desde hace unos días Gustabo recibía un ramito de violetas junto con una carta en la que su admirador secreto abría su corazón de forma tan hermosa que muchas veces no podía evitar derramar una lágrima o dos. No podía creer que alguien le amase de forma tan intensa, tan apasionada, tan sincera, no a él, un basurero busca pleitos, se sentía indigno de tanto amor, y con cada nota la cosa empeoraba, su admirador secreto cada día parecía amarle más y más. Por supuesto, Gustabo no era tonto... Bueno, no era tan tonto como para no tener ciertas sospechas de quién podría ser el que cada viernes le regalaba un ramo de violetas que dejaba en la dirección de la casa que compartía con Conway, que sólo conocían él, su novio y sus amigos más cercanos, los cuales estaban completamente descartados, además de que no había nadie en la ciudad lo suficientemente suicida como para intentar ligar con la pareja del hombre más temido de la ciudad, menos aún de forma tan descarada al mandar las flores a la casa en la que vivían juntos en lugar de dejarlas en un sitio más discreto. Además, conocía muy bien esa caligrafía, era la que normalmente veía en sus multas.

Por lo que ese día cuando Conway llegó a casa a las tantas de la madrugada, cansado y murmurando algo sobre unos capullos que hicieron cierta tontería, Gustabo salió a recibirle con una sonrisa, acercándose para darle un beso y después abrazarle. El superintendente se dejó hacer, algo sorprendido por el cariñoso acto, jamás lo admitiría, pero amaba esos momentos con su pareja, era lo que mejor curaba su cansancio, mejor incluso que ocho horas seguidas de sueño.

-¿Qué haces aún despierto, mariconetti? -Preguntó con tono suave, normalmente si a esas horas no estaba durmiendo, estaba en una fiesta con sus amigos y/o metiéndose en líos

-Quería esperarte para agradecerte por las cartas y las flores -murmuró contra su cuello- Han sido un detalle tan bonito que me han hecho llorar, no me puedo creer que haya alguien en este mundo que me quiera tanto

-...-Se quedó un momento en silencio, no esperaba que le descubriesen tan rápido- No hay nada que agradecer, amor -Murmuró tan bajo que Gustabo apenas pudo escucharle- Vamos a dormir, anda, que mañana ambos tenemos que madrugar


Sé que es cortito, pero ahora mismo no doy para más, espero que os haya gustado <3

Intendenteplay One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora