Me he perdido en el rol, no sé que está pasando, no entiendo nada, así que me he rendido. Seguiré escribiendo sobre esta pareja porque la amo con todo mi ser, pero no creo que en ningún momento haga referencia al rol, y si lo hago serán de las cosas que me entere por twitter y entienda, lo demás será profundamente ignorado. Lo siento, pero mi cabeza no me da para más.
Advertencias: Depresión, intento de suicidio no demasiado explícito. Hay final feliz, pero si eres sensible esto puede resultar duro de leer.
Gustabo se tumbó en la cama con un suspiro cansado después de un duro día de trabajo, lo cierto es que no le apetecía hacer nada más que dormir, dormir durante mucho tiempo, días, semanas, meses, todo lo que fuera posible, así que cerró los ojos, dispuesto a ceder ante el agotamiento.
La alarma le despertó al día siguiente, y a pesar de que sabía que debía levantarse de la cama para prepararse, encontrarse con Horacio, ir a trabajar, ser productivo, fue incapaz de hacerlo, ni siquiera pudo extender el brazo para apagar el despertador, era como si algo muy pesado estuviese sobre él, imposibilitando que hiciese cualquier movimiento, solo podía quedarse tumbado en la cama, a oscuras, mirando la pared, perdido en sus pensamientos. No sabe cuanto tiempo pasó, ni siquiera fue consciente de en qué momento se hizo el silencio, pero tampoco es como si le importase demasiado, mientras pudiese quedarse así nada le interesaba. Sus pensamientos eran espirales negras sin coherencia alguna, era como si se hubiese perdido dentro de sí mismo, y no sabía como volver a la superficie, tampoco estaba seguro de querer hacerlo, pues una parte suya le susurraba que todo estaba mejor así, que de todas maneras no tenía nada que mereciese la pena ahí fuera, que no había nadie que le fuese a echar de menos porque todos sabían que era un manipulador y un mentiroso, por eso debía quedarse, porque todo era mejor así, cosa que por supuesto creyó, esa vocecita tenía razón, Gustabo lo sabía, por eso no hizo ningún esfuerzo en pelear contra aquello que le impedía vivir, aceptando que al parecer se acercaba su final, por su propia mano para sorpresa de todos, mientras soltaba dos únicas lágrimas de profunda tristeza que impactaron contra el colchón.
Los días pasaron sin que fuese consciente de ello, demasiado cansado para hacer movimiento alguno, la falta de comida y agua solo aumentando su cansancio y debilidad, apenas se daba cuenta de cuando dormía, solo cerraba los ojos, dejándose llevar por la oscuridad hasta que los abría de nuevo, teniendo el vago conocimiento de que en una de esas ocasiones no los volvería abrir nunca más.
Al tercer día, alguien entró al apartamento de Gustabo sin que éste se diese cuenta, demasiado alejado de la realidad como para notar nada. Esa persona estaba preocupada por su súbita desaparición, le había buscado frenéticamente por toda la ciudad sin éxito, había abatido a cuanto delincuente se había encontrado tratando de sacarle información sobre él, incluyendo terroristas y mafias, había movido cielo y tierra para encontrarle con ayuda de tanto sus subordinados como amigos. Finalmente, Horacio le dejó la llave que tenía de su apartamento para que buscase algún indicio de lo que le pasó, para ese momento ambos temían lo peor, pero se negaban a aceptarlo. Después de registrar el salón, la cocina y el baño, se dirigió al dormitorio, sin ninguna esperanza, pues el desuso de las estancias mostraban claramente que nadie se había pasado por ahí en esos tres días. Al entrar en la habitación, diversas emociones le embargaron, shock, alegría, tristeza, angustia, jamás pensó que vería al alegre, al travieso Gustabo así, tan perdido, tan derrotado, le recordaba demasiado a él mismo cuando perdió a su esposa y a sus hijos. Se acercó lentamente para no sobresaltarle, sentándose en la cama, a su espalda, posando una de sus manos en el hombro de Gustabo una vez que estuvo lo suficientemente cerca de él.
-Cariño -Le susurró con suavidad mientras le sacudía levemente para llamar su atención, sin aparente éxito, pues el otro en ningún momento dejó de mirar la pared, ni se dio la vuelta para encararle- Tienes que levantarte, cielo, sé que cuesta mucho, pero tienes que hacerlo -Prácticamente le rogó, su voz rompiéndose un poco al final de la frase, le dolía lo indecible ver a su amado así, además de que no quería perderle, no otra vez, no lo soportaría. Se inclinó para darle un beso en la mejilla, tan leve como el aleteo de una mariposa, pero que contenía todo el amor habido y por haber en el mundo. Eso pareció llamar la atención de Gustabo, que desvió la mirada para mirar a Conway, viendo sus ojos cristalizados por las lágrimas sin derramar por todo el amor y la tristeza que sentía por él. Elevó una de sus manos para apoyarla en su mejilla, tratando de ofrecerle consuelo aún cuando él mismo se encontraba en un pozo negro de tristeza del que no era capaz de salir.
Con ayuda de Conway, por fin fue capaz de levantarse. Le ayudó a ir hasta el baño, pues sus músculos estaban agarrotados debido a la falta de movimiento, sentándole en el retrete mientras le llenaba la bañera de agua caliente para que se relajase mientras él limpiaba la habitación. Mientras estaba en el agua, Gustabo iba volviendo poco a poco en sí, sintiendo diversas cosas a la vez, amor por el hombre que le estaba cuidando en sus horas más bajas, pero también vergüenza de que le hubiese visto así, se regañó a sí mismo por no ser capaz de ser más fuerte, por mostrar ese lado suyo tan vulnerable y asqueroso, según él. Cuando el Superintendente volvió, le ayudó a asearse, enjabonando su cuerpo, masajeando su cabello mientras echaba el champú, haciendo que casi se derritiese contra el mármol de lo bien que se sintió y aclarándole. Una vez Gustabo estuvo limpio, Conway le sacó de la bañera, envolviéndole con una suave toalla, secándole con todo el cuidado que pudo, como si fuese de cristal, temiendo que fuese a romperle en cualquier momento. Le llevó uno de sus pijamas, y cuando se cambió, volvió a envolverle, esta vez con una calentita manta, como si fuese un burrito para llevarle en brazos al sofá, dejándole ahí sentado con un beso en la frente, su película favorita puesta en la tele, mientras se iba a la cocina para preparar algo de comer para ambos.
Gustabo se cubrió todo lo que pudo con la manta, sintiéndose avergonzado por el trato, pero a la vez muy querido, tanto que una chispa de felicidad empezaba a iluminar su interior. Pensó que tal vez no era tan malo seguir vivo si tenía a alguien como a su amado Conway a su lado.
Más tarde hablarían de lo que había pasado, Gustabo se trabaría al hablar, asustado por lo que el Superintendente pudiese pensar de el, mientras Conway le escucharía pacientemente, dispuesto a ayudarle en todo lo que necesitase. Se fueron a vivir juntos para que algo así no les volviese a pillar desprevenidos, aunque eso era solo una parte de la verdad, en realidad los dos querían vivir con el otro desde hace mucho tiempo, pero no se atrevían a decirlo, este suceso les dio el empujoncito que necesitaban, porque así serían capaces de estar para el otro en caso de que volviese a suceder, y sí, Gustabo tuvo un par de recaídas, pero gracias al amor y las atenciones de Conway, estas recaídas fueron disminuyendo. No desaparecieron del todo, pues este tipo de cosas también dejan secuelas, cicatrices imposibles de curar del todo, sin embargo eso no impidió que fuesen felices juntos hasta el final de sus días.
Esto es lo que la inmensa tristeza en la que estoy inmersa en este momento hace que escriba, no es culpa mía, y alegraros, porque en un primer momento iba a matar a Gustabo, pero necesitaba un final feliz. Si hay algo mal escrito, disculpadme, hoy mi cabeza no funciona demasiado bien, debido al cansancio y a la tristeza antes mencionada, las cosas se me olvidan o pongo una palabra parecida a la que quiero poner en realidad pero que no significa lo mismo, y no me doy cuenta hasta que me paro a pensarlo, cosa que hoy me cuesta. No sé, tengo la cabeza embotada.
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Intendenteplay One-shots
FanficHistorias de un capítulo sin relación entre sí (en principio) de la pareja Jack Conway x Gustabo