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―Creo que sabes bien lo que significa ―si esto no era otra de sus bromas, las cosas se pondrían feas.

―Entonces, si soy hombre y me meto con una chica diferente cada semana ―cosa que él básicamente hacía ―, no tiene nada de malo; pero si soy mujer y me meto con un chico una noche de fiesta, ¿es porque estoy muy jodidamente necesitada? ―se puso justo frente a él, ahora también de brazos cruzados.

―No necesariamente a lo que me refería, pero... ―se encogió de hombros e hizo una mueca ―. Da igual, es tu cuerpo... supongo ―rodó los ojos y luego salió de ahí.

―Pero, ¿qué? ―salió después de él, quien entró a su habitación y empezó a buscar ropa.

―Pero nada... no hagas tanto drama, ¿quieres? ―le miró por un momento antes de entrar a su baño y cerrar la puerta con seguro.

¿Qué mierda le sucedía? Nunca en todos los años de conocerle le había escuchado expresarse de esa forma. Nada de lo que había dicho era remotamente cercano a quien él era como persona. Quizá le había ocurrido algo y solo no estaba de humor. Lo mejor que podía hacer era tratar de no mortificarse tanto pensando en ello todo el día y seguir con lo suyo. Momentos más tarde, cuando colocó el temporizador en la secadora, pudo escuchar cómo Bill salió de casa con rapidez. Soltó un fuerte suspiro frente a la ventana al verle subir a su auto e irse. Al parecer pasaría la noche sola en casa.


. . .


―Ahora sí parece de nuevo el hogar de alguien ―dijo orgullosa para ella misma al ver la casa por completo limpia.

Estaba empezando a oscurecer, así que encendió en un tono tenue las luces de la casa para no sentir temor y luego decidió darse otro largo baño con su música favorita del momento. Después de vestirse con lo que usaba para dormir, bajó a la cocina para preparar algo de cenar. Tenía antojo de pasta, así que aprovecharía el estar sola para poder cocinar alguna receta de su preciado Gordon Ramsay.

Luego de seguir las instrucciones del video paso por paso, por fin había terminado; así que dejó reposar su comida y se dirigió hasta el cuarto de televisión para buscar una película en Netflix. Le gustaba ese lugar porque era donde se encontraba el televisor más grande de toda la casa. Decidió reproducir La lista de Schindler, ya que al estar sola, podría llorar descaradamente sin sentir vergüenza alguna. Se sirvió pasta en un gran plato, al igual que una copa de vino, y se dispuso a disfrutar de la cita perfecta consigo misma.

A mitad de la película su estómago moría por chatarra y no le quedó más que complacerlo con frituras, así que caminó a la cocina por una de las múltiples bolsas de Cheetos Flamin' Hot que se encontraban en la alacena. Los primos Skarsgård y ella tenían cierta obsesión con estos. También tomó un par de cervezas de las que aún quedaban en la nevera y media cajetilla de Lucky Strike's que alguien había dejado olvidada en uno de los baños.

Ahí se encontraba ella, tomando de su quinta botella de cerveza y fumando su segundo cigarrillo mientras intentaba calmar el llanto y la tristeza inmensa que aquella película le hacía sentir cada vez que la veía. Y le hubiera sido imposible, si tan solo la presencia de alguien no hubiese interrumpido su noche a solas. Se quedó en silencio limpiando sus lágrimas al instante en el que escuchó la puerta principal abrirse, pero cuando reconoció el sonido de las llaves siendo arrojadas; supo de quién se trataba, así que tan solo siguió con lo suyo.

―Pensé que alcanzarías a los demás en la playa ―Bill dijo como si nada, tomando asiento a lado de ella en el enorme sofá con forma de L.

―No sentí ganas ―le miró un segundo y devolvió los ojos al televisor. Al parecer él no iba a decir nada sobre lo sucedido antes, así que tan solo decidió dejarlo pasar. Los silencios incómodos eran mil veces más incómodos para una persona como ella que odiaba las confrontaciones ―. ¿Tienes hambre? Hice pasta ―comentó, antes de aspirar de lo último de su cigarrillo y apagar la colilla contra el cenicero.

ABOUT GODDAMN TIME // Bill Skarsgård [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora