Hay días que no.
Y no se por qué.
Sé que todos libramos batallas, tenemos complejos, inseguridades...
Tristeza acumulada y seguramente algún dolor.
Estoy segura de que somos muchos los que nos sentimos incompletos.
Hay días que si.
Que de pronto te miras al espejo y te ves fuerte, te quieres y te gustas.
Y que bien sienta todo eso.
Pero al día siguiente todo vuelve a cambiar. Vuelven las batallas, los complejos, el miedo y la fuerza te abandonan.
Y no encuentras tiempo de mirarte al espejo, que eso siempre ha sido una buena excusa, echarle todas las culpas al tiempo.
Y así nos pasamos los días, subidos en una montaña rusa.
Construyendo un puzzle sin fin.
Perdidos en un laberinto sin salida.Yo ya me he acostumbrado al juego de la vida.
He luchado algunas batallas, le he dado la espalda a otras.
Lloré los complejos hasta que conseguí amarlos.
Le escribo poemas a la inseguridad para mantenerla entretenida.
Y a veces siento miedo y dolor, pero dicen que eso significa estar vivo no?
Supongo que tenemos que aceptarlo.Lo más bonito que aprendí de esta mochila llena de ángeles y demonios que todos cargamos, es a no juzgar.
Y no es fácil porque juzgar es algo que llevamos dentro todos, y aunque muchas veces no lo hacemos con maldad, duele.
Sé que duele.
Y entonces pienso en mí mochila llena de ángeles y demonios con sus interminables batallas y ya no me sale juzgar.
Lo único que pienso es que ojalá logremos disfrutar sin marearnos mucho de la montaña rusa que es la vida y en la qué la mayoría estamos subidos.