―Chicas, voy para la residencia que es tarde y estoy cansada.
―¿Ya? ¿Qué hora es?― me pregunta Sandra arrastrando demasiado las letras.
―Las tres y media― contesto de una forma no muy diferente a ella.
―¿Y te vas ya?― dice Noelia levantando el vaso rojo sonriendo y luego hace un largo trago de él.
―Estoy cansada y no me encuentro muy bien― digo con una sonrisa tonta.
―Está bien, está bien, haz lo que quieras― dice Paula más pedo que nunca―. Nosotras nos vamos a quedar aquí hasta que salga el sol― se echa a reír sola―. ¡Sí! ¡Hasta que salga el sol!― grita levantando su vaso.
―Vas fatal― le digo echándome a reír sin remedio.
―Lo sé― dice ella―. ¡Estoy borracha!― grita y algunos de los alrededores empiezan a gritar lo mismo y se echa a reír.
―Bueno, me voy. Nos vemos mañana ya... si eso― digo mientras pienso que a saber dónde estarán.
Me voy y entro otra vez en la casa mientras algunas me acompañan porque van a la cocina a por más bebida, la cual estoy segura que no les va a sentar para nada bien. Salgo de la casa dispuesta a irme hacia el coche, cuando recuerdo que he venido con el de Paula.
―Mierda― maldigo.
Estas cosas solo me podían pasar a mí. ¿Cómo me he podido olvidar de una cosa así? ¿Cómo coño voy a volver yo ahora a la residencia?
No tengo ni idea de dónde puede haber una parada de bus, ni si a estas hora de la mañana hay alguno. Tampoco puedo llamar a un taxi porque mi móvil se ha quedado sin batería. ¿Y si entro y le pregunto a alguien si me puede dejar su móvil? Puede que la mayoría no sepan ni donde están y para encontrar ahora a mis amigas será casi misión imposible.
―¿Una princesa se ha quedado colgada?― Viene un chico totalmente diferente al impertinente de Ojos Azules. Este es rubio con los ojos marrones de tamaño normal, de altura media y poco ancho de hombros.
―¿Y la princesa?
―¿Prefieres princesa roquera?― sonríe de lado.
―Prefiero que te gires y te vayas por donde has venido.
Puede que sea el único candidato a poderme llevar a la residencia, pero, ¿de qué va diciéndome a mí princesa?
Justo en ese momento me pasa por al lado a unos metros más lejos míster Ojos Azules y me mira con mala cara, luego sonríe con maldad al chico pesado de mi lado.
―Cuidado con esta, no fuera caso que te contagiase lo de ser gafe― se echa a reír de manera fría que hace que se me erice la piel.
―Piérdete― le escupo.
―¿Contigo o sin ti?― hace una última sonrisa maliciosa antes de subirse a su BMW negro y se va.
―Le odio― digo con rabia.
―Eso suelen decir las chicas cuando se han acostado con él y luego las envía a tomar viento.
―Pues fíjate, hay excepciones― fuerzo una sonrisa falsa y me echo a andar.
―¿Dónde crees que vas?
―A mi residencia.
―¿Cómo? ¿Andando?― se echa a reír.
―Como me dé la santísima real gana― le digo en tono despectivo.
―Vaya carácter tienes.
―Que sepa, no te he preguntado― digo mientras sigo andando.
―¿Crees que voy a dejar que una princesa como tú vuelva sola hasta la residencia a estas horas de la madrugada?
―Vuelve a llamarle princesa y te juro que te dejo estéril― se coge sus partes nobles. ―No, por favor, qué desgracia para las chicas― le miro asqueada. ―En fin, si lo hiciera... ―¿El qué?― le corto brusca. ―No me metería en la cama contigo tan rápido. ―Eres repugnante. ―El acceso de alcohol me hace serlo― dice echándose a reír―. Venga, sube, te llevo.
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Nadie como tú.
RomanceRealmente odio a la gente. No la soporto. Todos son unos hipócritas superficiales que están vacíos por dentro. Sí, vacíos, no tienen ningún tipos de sentimiento. Solo lloran cuando se les rompe una uña o cuando les sale una arruga. Solo les duele q...