Subo al coche del rubio y me siento de copiloto. Pongo cara de pocos amigos y pasamos la mayoría del trayecto en silencio, solo la dirección de mi residencia y poca cosa más. Eso le pasa por imbécil, no es mi culpa.
―Así que además de una princesa roquera, eres una rebelde― dice con una pequeña sonrisa.
―¿Y tú a parte de hacerte el príncipe tienes algo más que hacer?
―Salvarte a ti, no― chasqueo la lengua y pongo los ojos en blanco―. He aprendido que sabes salvarte sola.
―Un chico que sabe que las princesas dejaron los lujos hace tiempo― se echa a reír.
―Bueno, menos cuando necesitan coche y no lo llevan― niego con la cabeza y me muerdo la lengua para no decirle un par de cosas.
―Eso ha sido un pequeño imprevisto.
―¿Pequeño?
―Vale, un poco grande― nos echamos a reír.
―Pero la cosa es que no llevabas coche― asiento con la cabeza.
―Lo que pasa cuando te vas de fiesta con el coche de una amiga y al final quieres irte antes de tiempo.
―Ya sabes, a la próxima lleva el tuyo.
―Sí, pero es que quería mantenerlo en su tamaño actual― me mira horrorizado.
―¿Cómo?― chasqueo la lengua.
―Soy una conductora muy finolis que aparcando se come todo lo que puede y más reduciendo así el tamaño de su hermoso coche.
―Vaya...― dice alzando las cejas―. Siento decirte que no voy a dejarte mi coche― me echo a reír.
―Tampoco te lo pediría― suspira fingiendo alivia.
―Pensaba que ya me estaba poniendo en un compromiso― niego con la cabeza aún riendo.
―Eres un exagerado― se encoge de hombros.
―A ver quién es el listo que deja su coche en manos de una salvaje.
―Pues... ¿la persona que confíe en mí?
―Tiene que querer muy poco a su coche― finjo una cara ofendida.
―Oye, que trato bien a los coches.
―Con los datos que me has dado... ni de lejos sobrevive un coche contigo― hago morros.
―Todavía no he matado a nadie que se haya subido en mi coche.
―Tú lo has dicho, todavía― chasqueo la lengua―. La cosa es, ¿cuántas personas han subido a tu coche?
―Amigos, familia...
―Ya, y una vez que han subido, ¿cuántos han repetido?― abro la boca.
―¡Serás hijo de mala madre!― exclamo mientras nos echamos a reír.
―No, si solo lo digo por si algún día tú me devuelves el favor― niego con la cabeza.
―¿Pues sabes qué? Que no te lo voy a devolver.
―Ah, gracias, muy amable.
―De nada, ha sido gratis― nos echamos a reír otra vez.
Parece majo, seguramente no sea amigo del míster Ojos Azules, son demasiado diferentes. Bueno, dicen que los polos opuestos se atraen, aunque siempre pienso que no es del todo cierto, hay gente que es muy diferente a mí, y por ese mismo motivo, no nos llevamos nada bien. ¿De esas personas que no aguantas y que a veces te gustaría estrangularlas porque se hacen demasiado pesadas por lo que puedes soportar? ¿Te suenan? Pues esas.
Al fin y al cabo, por muy diferentes que sean dos personas, si se avienen será porque coinciden en algún punto importante para los dos, porque sino no tiene ningún tipos de lógica... Bueno hay muchas cosas que no tienen lógica, porque si tuvieran, luego no se llamarían locura, ¿no?
Ni preguntéis a qué narices han venido estos pensamientos, será que el alcohol excesivo.
Llegamos y aparca delante de la gran entrada de la residencia.
―Gracias― digo simplemente y me bajo del coche.
―¿Nos volveremos a ver?― grita bajando la ventanilla del coche.
―¿Es importante la respuesta?― se encoge de hombros.
―Sí― suspiro y pongo los ojos en blanco.
―Ni lo sé, ni me importa.
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Nadie como tú.
RomanceRealmente odio a la gente. No la soporto. Todos son unos hipócritas superficiales que están vacíos por dentro. Sí, vacíos, no tienen ningún tipos de sentimiento. Solo lloran cuando se les rompe una uña o cuando les sale una arruga. Solo les duele q...