Два

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— Enséñame alemán. — Pidió el ruso a su “hermano mayor”

¿Qué? Rusia últimamente has estado muy extraño, no paras de insistirme siempre lo mismo, ¿estas bien?

Alemania, parecía ser el único que notaba la forma tan extraña como se comportaba el ruso, nadie más en esa casa podían distinguir su nuevo comportamiento.

El contrario chasqueo la lengua molesto, lo único que quería era poder entender el idioma de su amado ¿era tanto pedir?

— Por favor Ale, haré lo que quieras solo enséñame. — Su orgullo había sido pisoteado como nunca antes; se le notaba desesperado, sus facciones y la forma de hablar lo demostraban.

El alemán extrañado pensó un poco, ¿podría ser que al fin se dio cuenta de lo importante que era entender ambos idiomas como él lo hacía con el ruso? No estaba seguro pero al menos para que lo dejara de molestar, le enseñaría lo básico.

— E-esta bien. Mañana después del desayuno empezaremos. — Acto seguido el joven pelinegro se marchó dejando solo al rubio en el gran jardín de su casa.  

De sus labios se escapó un  suspiro de alivio, convencer al de lentes no era tan fácil como se lo imaginaba. Quiso volver a dentro de su casa, pero la silueta de alguien conocido lo detuvo. 

Third Reich, su querido nazi estaba caminando lentamente hasta adentrarse a lo profundo del bosque que rodeaba su hogar. decidió seguirlo sigilosamente para ver a qué lugar iría. 

Caminaron unos minutos hasta llegar a un pequeño lago, de aguas cristalinas, animales silvestres de distintas especies bebían pacíficamente del arroyo; arbustos llenos de frutos adornaban el lugar. Parecía un escenario sacado de un cuento de hadas, de esos que siempre le leía  su padre a su hermana.  

Sal de donde quieras que estés... — Dijo el de uniforme negro sentado en una rica a orillas de riachuelo.

El menor salió de su escondite con frustración, arreglando un poco el cabello.

¿Como sabias que estaba aquí? — Preguntó el ruso.

No lo sabía, simplemente supuse que alguien me seguía — respondió sin siquiera mirarlo. Sacó de su mochila un cuaderno y unos lápices. — Solo vine a descansar un poco.

Empezó a hacer trazos finos en la libreta de hojas blancas; para el menor ver como el fascista era tan te tallado y delicado cuando se trata de arte, le era bello. 

Se sentó junto al rojizo en silencio; a pesar de ser solo un muchachito, cada acción del mayor le era tan exquisita y  magnífico. En el fondo de su pequeño y frío corazón sentía todo el dolor que en algún momento le haría sentir a su padre, pero ¿en realidad eso importaba más que el amor que sentía por ese hombre? Esa pregunta se la hacía cada noche, en la soledad de su cuarto. 

En medio del silencio una pregunta que tenía desde hace un tiempo se le vino a la mente.

¿Amas a mi padre?

❝𝘕𝘰 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘢𝘴𝘪́❞ ᵀʰⁱʳᵈ ᴿᵉⁱᶜʰ ˣ ᴿᵘˢⁱᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora