четыре

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El soviético vio como su pareja se perdía en el horizonte en su Mercedes Benz 170H. Aquel auto en el que lo vio llegar, lo tendría que verse ir una y otra vez. 

— ¿Acaso planea algo en mi contra? — Se preguntó el de ushanka entrando a su hogar. Desde hace tiempo se estaba preguntado eso, siempre tenía la sensación de que ese hombre de dientes filosos, del que se había enamorado, estaba jugando con él y sus sentimientos.  Decidió enterrar esos pensamientos en lo más profundo de su mente y seguir hasta su despacho.

...

— Me preguntó... — El joven ruso abrió lentamente sus ojos, para mirar al alemán. Sus miradas se cruzaron por unos minutos hasta que el bicolor con la insignia comunista giro su rostro hasta la ventana.

— Ya se fue ¿no es cierto? — Cuestionó el menor. — Sí. — Respondió el contrario.

— Sabes... — Hizo una pequeña pausa y continuó — Te pareces a él. Eres su viva imagen, la diferencia es que jamás podrás ser como tu padre. Alemania, deja de intentar algo que jamás podrás hacer.

El hijo del nazi miró estupefacto al menor, no había esperado tal osadía del rojizo. Tantos años intentando convertirse en lo que su padre quería que fuese, había asesinado a esos judíos, inclusive, había un niño, fue su amigo, pero tuvo que matarlo con sus propias manos. Furioso se va de la habitación, se detiene en en el marco de la puerta para defender su imagen pero decidió olvidar esa idea. Azota la puerta con todo la fuerza que tenía y se va a su habitación pero en el camino se encuentra con el soviético.

— Ale, ¿sucede algo? — Preguntó con preocupación el mayor.

— ¡No! ¡No necesito que finjas que te importo sólo por ser el hijo de Third! ¡Y no me llames así! — respondió furibundo dejando solo a un confundido comunista.

— Pero que mier- ¡Rusia! — Fue hasta el dormitorio de su hijo para encontrar respuestas de lo que había sucedido — ¿Qué hiciste ahora, idiota?

El miedo se apoderó en el cuerpo del más pequeño quien se sentó en su cama para intentar calmarse, odiaba los castigos de su padre con toda su alma, y tenía sentido, pues, solía llenar de golpes por todo su cuerpo dejando moretones por todas partes. Tenía miedo de su progenitor cuando el nazi no estaba, él era el único que apaciguaba a ese gran monstruo rojizo.

— N-nada.

— Nada, sí claro. ¡¿Qué le dijiste a Alemania?! — Se desabrocho rápidamente la correa de su uniforme, jugando de manera amenazante con ella. El joven ruso sintió un escalofrío bajar por su espalda, ninguna palabra salía de su boca, haciendo molestar más a su padre.

— ¡Lo juro! ¡No le dije nada! — Sintió como jalaba su brazo y lo llevaban hasta una esquina de la habitación arrastras. — Tal vez esto te enseñe a ser más respetuoso. — Tomó de forma brusca el brazo del menor y con su otra mano levantó el cinturón amenazante.

...

— Idiota... — Se dijo un joven alemán escuchando todo desde la soledad de su habitación; los lloriqueos, los gritos y el sonido del cinturón contra la piel rojiza del ruso eran música para sus oídos. — No debiste haberme dicho eso, tal vez nada de esto hubiese pasado.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2021 ⏰

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❝𝘕𝘰 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘢𝘴𝘪́❞ ᵀʰⁱʳᵈ ᴿᵉⁱᶜʰ ˣ ᴿᵘˢⁱᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora