Esta semana de clases ha sido mortal. Nos han dicho que la semana que viene tendremos un examen de Derecho Procesal, y apenas hemos visto nada. La verdad es que tengo suerte, ya que Miguel me ayuda en muchas cosas. Él va muy bien en la carrera, y al ser de un curso superior, lo mío ya se lo sabe.
Es domingo por la mañana, así que me voy a la cocina a desayunar para después salir a correr igual que todas las mañanas. Álvaro ya está despierto, y creo que está preparando churros. Como sean churros me muero. Llego a la cocina y, efectivamente, churros por todas partes. Parece un sueño.
-Buenos días. He preparado churros y porras. Coge lo que te apetezca. -dice con alegría.
-Por el amor de Dios, Álvaro, bendito el día que te presentaste para ser mi compañero de piso. -digo mientras me llevo una porra con azúcar a la boca. Qué delicia, con su aceitito y el azúcar y... ¡aggghh!
-Y... -se gira y coje una cafetera caliente. -he hecho café también. Toma. -me sirve una taza de café y me sonríe.
-Vaya, podría acostumbrarme a esto. ¿A qué se debe este ataque de generosidad? Pienso cobrarte el mismo alquiler, ¿eh?
-Jolín, y yo que pensaba que con mis servicios de mayordomo me ahorraría algo. -bromea.
-Hoy en día no se oye mucho "jolín". -nos reímos.
-Bueno, en verdad me apetecía estar un rato juntos. -me confiesa tímidamente.
-¿Más? Nos vemos a todas horas. Te recuerdo que vivimos juntos, Alvarito.
-Sí, ya. Me refiero a los dos solos. Vivo contigo y tengo la impresión de que no te conozco apenas.
-Eso es cierto. Vamos a hacer una cosa, vente a correr conmigo ahora y luego, nos ponemos a tomar el sol en el balcón con unos pitis, una sangría y mucha conversación, ¿qué te parece?
-Me parece muy muy bien. Voy a cambiarme.
-Yo me quedaré un rato más por aquí... -doy otro mordicos a la porra y pongo los ojos en blanco. Ojalá desayunar así todas las mañanas.Termino de desayunar y voy a mi dormitorio a cambiarme. Me pongo un top deportivo verde fosforito de Adidas, mayas negras por encima de las rodillas y unas zapatillas de colores. Me hago una coleta alta y me suelto dos rizos a los laterales, queda mejor. Cojo mis auriculares y mi brazalete para poner el móvil y mientras me lo pongo, voy a la habitación de Álvaro. Toco un par de veces.
-¡Venga! Luego somos las tías las que tardamos en vestirnos. -digo al otro lado de la puerta. Justo en ese momento sale con una camiseta de manga corta ancha y unos pantalones cortos de chándal.
-Ya está, joder, que prisas. La calle no se va a ir a ningún sitio.
-Deja de quejarte ya, pesado. Vamos.Después de media hora corriendo, subimos a nuestro piso y entra él primero a ducharse. Yo voy a la cocina y empiezo a preparar la sangría. Una botella de vino tinto, dos melocotones, una manzana, dos naranjas, un limón, canela, dos cucharadas de azúcar, dos de agua y... ¡Mierda! No tengo gaseosa. Me paso al piso de enfrente y me dan la lata gaseosa que necesito para terminar la sangría con mi toque personal (sí, mi toque es la gaseosa). Cuando la termino, meto la jarra en la nevera y espero en el salón a que salga mi compañero de piso del baño. Al rato, oigo la puerta del baño abrirse, así que voy hacia allí, pasando primero por mi habitación para cojer mi bikini para luego tomar el sol, y me meto en la ducha. Saco un altavoz de uno de los cajones del armario que hay bajo el lavabo y lo conecto con mi teléfono. Mi playlist de El Canto Del Loco resuena por todo el cuarto de baño, empezando por la canción Una foto en blanco y negro. Sin duda, el día que se separaron ECDL fue uno de los peores de la historia musical. Estoy enjabonándome el pelo, cuando la voz de Álvaro suena muy cerca de mí.
-Cantas de pena, ¿lo sabías? -opina divertido.
-¡Lárgate! ¿No ves que me estoy duchando o qué?
-No, no, si ver...lo veo. Y tanto que lo veo. -dice arrastrando las palabras.
-Vale, pues fuera de aquí. -digo tapándome con espuma mis partes más íntimas.
-Aunque te tapes con espuma se te ve igual.
-¿Aún sigues aquí?
-Sí, que me ha entrado un apretón, pero tú sigue como si yo no estuviera.
-Mira, paso. -empiezo a enjuagarme como si de una estrella porno se tratase. Me mojo lentamente, provocándole. Paso la alcachofa por mis grandes y firmes pechos, ayudándome con la mano para quitar la espuma. Mi mano sigue recorriendo todo mi cuerpo y llegan a mi nalga izquierda, la que está junto a la mampara. Hago círculos con la mano y luego voy hacia mi vagina, la cual está empapada de flujo. Voy muy cachonda, pero miro a Álvaro que está quieto, mirándome de arriba a abajo con los labios entreabiertos y además, está empalmado. Pongo el agua helada y por encima de la mampara, paso la alcachofa y empiezo a mojarle.-Una duchita fría te vendría bien. -se levanta de la taza del váter, empapado y con los pantalones por los tobillos.
-¡Me cago en ti! Joder, estoy empapado.
-Me mirabas mucho, no tiene que ser bueno sufrir tanto.
-Tú, que me has provocado.
-Eh, eh , eh. De eso nada. Has dicho que haga como si no estuvieras y, ¿alguna vez me has visto ducharme? No, ¿verdad? Pues yo me ducho así.
-Me piro.
-Ya era hora. -grito. Me he divertido con todo esto, y a una pequeña parte de mí le ha gustado que me haya visto desnuda.Me pongo mi bikini rojo de tanga y me dirijo a la cocina para cojer la sangría y el paquete de Marlboro que he dejado en la encimera. En el balcón está Álvaro secándose en calzoncillos, bueno más bien en bóxers blancos que le hacen un culo fantástico y... al ser blancos se transparenta todo. TODO. Trago saliva y vuelvo a la cocina a por dos vasos. Llego al balcón, me pongo mis gafas de sol y me tumbo al lado suya, en la tumbona. Sirvo dos vasos de sangría y me enciendo un cigarro. Veo cómo me mira por el rabillo del ojo y aparta la mirada rápidamente, para luego volver a repetir el proceso una y otra vez. Le pasa por ir de chulito, ¿no quería verme?, pues me ha visto pero bien.
-Me merecía la ducha fría. -dice, rompiendo el hielo.
-Claro, por eso lo he hecho.
-Esque, entiendeme. Soy un tío hetero, tú estás que te rompes, y si encima empiezas a pasear tu mano por TODO tu cuerpo, bajo el agua y con espuma, pues... pasa lo que pasa. -dice señalándose el pene.Un extraño calor florece en mi interior, expandiendose por todo mi cuerpo. No sé porqué, pero este chico me calienta sin ponerme un dedo encima. Una imagen de David me viene a la cabeza. Está hablándome, y me dice una y otra vez: le gustas, ten cuidado, estás conmigo, le pones mucho, estás caliente y no es por mí... Doy una larga calada a mi cigarro, llenando mi boca y mis pulmones de humo blanquecino. Miro a Álvaro, aún está esperando una respuesta a todo lo que me acaba de decir. Pienso en David, y dudo si contarle a Álvaro que estamos juntos, tal como me pidio que hiciera ayer. Aparto esa idea de mi cabeza y también evito todo lo que acaba de decir Álvaro. Simplemente me río y le digo con naturalidad:
-Gracias, tú tampoco estás nada mal.
ESTÁS LEYENDO
Compañeros de piso
RomanceUna universitaria se muda a Madrid y necesita una compañera de piso, pero en vez de eso acaba compartiendo casa con un chico... Una historia entre amigos y romances, con mucho drama y muy adictiva.