Las Navidades se acaban y mi madre vuelve a Sigüenza tras las fiestas. He intentado convencerle de que se quede unos días más, aunque sea hasta el lunes que empiezan las clases, pero se niega a estar aquí más tiempo "molestando". ¡Una madre nunca molesta! Pero está claro que de ella he heredado la cabezonería...
Álvaro está en el salón jugando a la play con sus pantalones de chándal gris, el pelo húmedo y alborotado y con el torso al descubierto, y lo que veo, me encanta.
-¿Puedo? -pregunto señalando el televisor.
-¿Quieres jugar? -pregunta extrañado.
-¿Por qué no?
-Vale pues, mira a ver en el cajón ese de ahí.Voy hacia el cajón que me ha señalado y busco el mando. Cuando lo encuentro lo enciendo y miro sus controles. La verdad esque nunca he jugado a este tipo de juegos y no tengo ni idea de como funciona este mando, aunque lo cierto es que mi intención es jugar... pero no precisamente a la play ;)
Álvaro me explica brevemente cómo jugar, pero estoy absorta mirando cómo mueve sus sensuales labios al hablar y como sus grandes manos acarician los botones del mando. ¡Dios estoy súper caliente ahora mismo!
Rozo mis dedos lentamente por su pulgar sin dejar de mirarle a los ojos y con la boca entreabierta, haciendome ver muuuy sexy. Muerdo levemente mi labio inferior mientras le aparto el mando de sus manos. Sus ojos oscurecen poco a poco y su mandíbula se endurece al morderse él también su labio inferior.
Se deshace de los mandos y me agarra del cuello para besarme pasionalmente, atrayéndome hacia su cuerpo. Monto a horcajadas y tanteo el elástico de su pantalón. Noto cómo va endureciendo y perdiendo el control. Me encanta ser yo la que le provoque así.
En un movimiento rápido me quita los pantalones y el tanga, levanta mis piernas y las apoya en sus hombros, dejando mi cabeza sobre sus piernas. Me eleva un poco más hasta tenerme lo suficientemente cerca como para saborearme y darme un placer infinito con su ágil lengua. Y así lo hace pero, cuando estoy a punto de correrme decide parar.
-¿¡Por qué coño paras!? - digo enfadada y a la vez decepcionada, lo que le provoca una risa.
- Quiero hacerte sufrir un poco. -responde con malicia y con una mirada lasciva.Hace leves toques pero precisos sobre mi clítoris, haciendo que la sensación de escalofrío de cada golpecito recorra mi cuerpo entero y me erice la piel. Cierro los ojos y gimo. No puedo aguantar más, necesito correrme ya.
Álvaro acelera poco a poco su ritmo y luego decelera, algo que la verdad es genial pero al mismo tiempo una tortura, hasta que porfin llego al orgasmo, uno de los mejores orgasmos que he tenido nunca.
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Compañeros de piso
RomanceUna universitaria se muda a Madrid y necesita una compañera de piso, pero en vez de eso acaba compartiendo casa con un chico... Una historia entre amigos y romances, con mucho drama y muy adictiva.