Cuatro

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—No me gustas.

—Oh...

Después de su declaración, había Sido rechazado, cruelmente rechazado. Bueno, no podía esperar algo lindo del chico de carácter explosivo.

El humo del cigarro llegaba directo a su rostro, ya no sabía si tocía por Hanahaki, o por el humo.

—Está bien... Lamento hacerte perder el tiempo.— ¿Qué era esa punzada que sentía en el pecho? ¿Qué era ese dolor creciente en su corazón? Sentía ganas de llorar, como si se fuera a derrumbar allí mismo.

—Oye, ¿Estás bien?

—Sí. No te preocupes.— dijo con una falsa sonrisa adornando su rostro, con los ojos cerrados para evitar llorar. —Bueno, adiós, Julius. ¡Nos vemos!— y salió corriendo de allí. Se encerró en un cubículo del baño a llorar, y en ese momento las arcadas volvieron.

Había vuelto a vomitar flores. Se había quedado toda la jornada escolar llorando en ese cubículo, hasta que tuvo que volver con su hermano, quién le preguntó por qué tenía los ojos tan rojos e hinchados. Tuvo que evadir la pregunta, pero la preocupación de su hermano no desaparecía.

Al llegar a casa, comenzó a tocer nuevamente. Sintió un dolor punzante en el corazón, como si algo se clavara. Calló al suelo de rodillas, preocupando más al peliazul.

—¿Darwin? ¿Estás bien?

Pero no había más respuesta que la toz del menor.

—¿Darwin?

Vomitó flores nuevamente, esta vez eran todas blancas, solo una al final que era una flor dorada. Al final, cayó inconsciente.

—¡Darwin!

Gumball corrió desesperado a su hogar, llamando a su padre y madre, avisándoles de lo que había ocurrido con el pelinaranjo.

Hanahaki Disease. ┊DARWIN WATTERSON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora