Siete.

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Estaba encerrado en el baño con un cutter y la ducha llena con la excusa de que se daría un baño.

Su padre estaba en la planta baja, y Gumball en su habitación.

Tomó el cutter entre sus manos, y lo observó, por largos minutos, que parecían ser eternos.

¿Cuál era el punto de vivir una vida en dónde no sientes nada?

Empujó las mangas de su sudadera, dejando al aire sus brazos, comenzando a abrir lentamente su piel con el arma blanca, mordiéndose el labio por el dolor. Al menos sentía dolor físico.

Siguió con los cortes profundos, uno tras otro, la sangre caía sin parar al suelo, lo ensuciaba todo.

Las flores ya no estaban allí, debería sentirse feliz... ¿Y entonces?

Ni siquiera había dejado una nota despidiéndose, nada. Solo estaba quitándose la vida. Despojandola de el, como quien se deshace de una prenda vieja.

Al terminar, se metió a la ducha llena de agua, sintiendo la pérdida de sangre, poco a poco perdía la consciencia.

La muerte, al menos eso le traía algo de paz. Su rostro se volvía cada vez más pálido, y las voces de su padre y hermano que le gritaban del otro lado de la puerta se hacían cada vez más inaudible.

—Adiós, Adiós a todos.— fue lo único que se alcanzó a escuchar tras el lado del baño.

Darwin había muerto desangrado.

Hanahaki Disease. ┊DARWIN WATTERSON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora