Capítulo 1

38 1 0
                                    

Faltan tres meses para mi cumpleaños número 21. Veintiuno un número demasiado especial para mi familia, pues por fin la compañía de mi padre se juntará con el grupo Hyuk al casarme con el hijo del empresario Hu Soo-Hyuk.

Durante años mis padres me han preparado para esto, pues al parecer el empresario Hu y mi padre se conocen de toda la vida y acordaron que cuando yo cumpliera 21 años iban a formar una dinastía entre el grupo Hyuk y el grupo Pattel uniendo en matrimonio a los primogénitos de cada familia.
No me preocupa en absoluto, pues siendo la única heredera de la dinastía Pattel, tengo que cumplir con el trato pactado de mi padre.

Me miró al espejo con esto bastará, frente a mi, una silueta curvilínea se ve dudosa ¿estaré llevando la ropa correcta para un viaje de más de 20 horas en avión?

- Señorita, pregunta su padre si ya está lista para irse - Doña Luisa se asoma por la puerta de mi habitación.

-¿Crees que tenga que vestir algo más ... femenino? - Volteo y miro a la señora que me ha cuidado durante toda mi vida, ya que mis padres siempre han estado ocupados en sus negocios.

- Mi niña, tu te podrías poner una bolsa de basura como vestido y aún así, te seguirías viendo hermosa - Se acerca y acomoda un mechón de pelo detrás de mi oreja.

- Gracias Luchis - Así la llamaba de cariño - Te voy a extrañar - Sus brazos rodearon mi cuerpo en un cálido abrazo.

- Nunca hagas algo de lo que no estés completamente segura - Me susurró.

Di un último vistazo al espejo, un vestido blanco de flores amarillas se ceñía en mi busto y mi cintura, gracias al cielo saque la genética de mi madre, pensé en ese momento. Y si, era muy idéntica a mi madre, mi piel color canela combinaban a la perfección con mis ojos miel en forma de almendra, cabello ondulado, castaño claro, una naríz respingada que hacía juego con unas orejas pequeñas. 1.69. Piernas largas y un tanto musculosas gracias a los 11 años de ballet y a los 7 años de gimnasia artística que había cursado, cintura pequeña y un busto del tamaño de unas naranjas armaban un rompecabezas un tanto agradable a la vista de todos.

Agarré mi abrigo y mi bolso y me dirigí al estacionamiento donde esperaba mi padre impaciente.

- Que hermosa te ves Lucía - Me beso mi padre la mejilla.

- Gracias padre - Entre al carro.

- ¡Perfecta! - Chilló mi madre de alegría al verme entrar al carro.

Después de 40 minutos de viaje en carretera, llegamos a una autopista dónde el jet privado de mi padre esperaba listos para despegar. Subimos. Ya no hay vuelta atrás ahora sí, me sentía un poco nerviosa.

Matrimonio ArregladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora