Un pergamino del primer hokage, un jutsu de tiempo-espacio, un chico rubio con problemas de hiperactividad, una chica tímida, una fangirl enojona de cabello rosado y un emo con problemas de socialización y una cuestionable estabilidad mental. ¿Qué p...
Un chico de cabello rubio y orbes tan azules como el cielo se levantaba de aquella banca, estirándose con pereza al recién despertar. Se quejó ligeramente al notar el pequeño -casi nulo- dolor y mareo que lo invadía, éste mermando conforme pasaba el tiempo debido al chakra del Kyubi que le permitía curarse mucho más rápido que cualquier otra persona, aunque él no estaba muy consciente de eso.
Terminó de levantarse del pasto, sacudiendo su traje de misión al haberse levantado por completo y miró a su alrededor, extrañado. Era la academia, de eso no tenía duda sin embargo... se veía algo distinta.
Caminó lentamente hasta donde se encontraba el columbio que lo acompañó en su infancia y lo miró con tristeza reflejada en sus zafiros, recordando todas las veces que la pasó mal por culpa de ser el contenedor del Zorro Maldito, como le decían algunos en la aldea.
Aunque parecía que no notaban la diferencia entre "contenedor que lo mantiene a raya" y "el Kyubi", no lo entendían y por eso lo despreciaban.
Siempre se preguntó porqué el Cuarto Hokage decidió sellar al zorro en él específicamente cuando sólo era un recién nacido, así como también se preguntaba quiénes eran sus padres y porqué no se habían opuesto a aquello.
Sin embargo, por mucho que se lo preguntara, lo hecho, hecho estaba y no lo podía cambiar, simplemente debía aceptarlo. Debía aprender a vivir siendo el jinchūriki del Kyūbi.
Naruto bajó lentamente la mirada a su abdomen, sosteniendo su sudadera naranja en esa área mientras fruncía el ceño y las lágrimas querían asomarse por sus ojos. ¿Por qué tuvo que haber sido él? ¿Acaso no pudo ser cualquier otra persona? Lo peor es que el Sandaime nunca contestó sus preguntas por mucho que preguntó, no tenía memorias de lo que realmente sucedió aquel día, ese 10 de octubre. No sabía ni quiénes eran sus padres.
Sus dientes y puños se apretaron con fuerza; sus uñas comenzando a clavarse en sus palmas en un intento de que el dolor físico detuviera al dolor psicológico que sentía, pero no lo confundan, él nunca se vengaría ni trataría mal a la gente de la aldea, porque no sentía odio u rencor hacia ellos, simplemente quería ser reconocido, quería sentir ese apoyo de su parte.
Sintió como repentinamente su cabeza se mareaba y tuvo que sujetarse del árbol, sintiéndose extraño y como si algo no estuviera bien. Una vez el mareo pasó miró hacia los lados, extrañándose al notar a alguien en el suelo a unos metros de él, se acercó un poco más y se sorprendió al ver a Sasuke en el suelo.
Rápidamente corrió hacia el pelinegro y lo sostuvo con sus brazos, observando que no estuviera gravemente herido.
