9.-Un problema hecho cenizas

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Una chica le había enviado una imagen de su cuerpo desnudo, la imagen venía de un número anónimo anclado a un pequeño texto que decía:  "profesor Louis, prometió darme una lección privada" . 

Negó, jamás había aceptado algo asi a nadie. Esa mierda era un problema.

Con el cuerpo frío, las manos templando y un enorme punzón en el pecho se dio cuenta de que estaba en una jaula de pánico, había borrado el mensaje inmediatamente para intentar convencerse a si mismo de que nunca pasó, pero no era algo que pudiera superar tan rápido como quisiera. 

No podía pasarle una desgracia de nuevo. No de nuevo, por favor. 

Qué debía hacer? 

No podía reportarlo a la policía o al director, lo tacharían de pedófilo u algo, no había nadie en esa escuela o comisaría que no supiera que estaba inculpado y ninguno de los padres o compañeros del trabajo lo apoyaba, perdería su empleo, mancharían su imagen y más importante aún, podía perder a Harry. Lastimarlo. 

Negó varias veces con la cabeza deseando borrar la realidad, deseando con ganas volver a su hogar muy lejos de allí.

Dios, estaba por desmoronarse una vez mas.








...

Par de días después.


Hugh, joder. Jamás vuelvo a hacer esto en la puta vida.

Tenía toda una montaña de cuadernos que quería llevar de un solo viaje a la sala de revisiones, en parte por flojera y por tener miedo de tener que movilizarse demasiado por los pasillos. 

Todos los libros se le cayeron por un mal movimiento de brazos haciendo a los cuadernos causar un estrepitoso sonido al tocar el piso, los pocos alumnos que merodeaban seguían en lo suyo y agradeció por eso.

"Profesor! Déjeme ayudarlo." 

Tragó duro. 

"Gracias." Apiló los cuadernos  entre sus brazos, uno sobre otro hasta sentirlo muy pesado dejando a Alicia, su mejor alumna, tomar el resto en brazos.  "Alicia, con qué profesor te encuentras?" Ambos caminaron por el pasillo.

"Oh, mates. El profesor Samy es un poco molestoso, y su curso un grano en el culo así que me salí un rato, por favor no le diga lo que le acabo de confesar."

Asintió. "Pierde cuidado."

"Va a la sala de revisión de cuadernos, me equivoco?"

"Sí, gracias por ayudarme, todo se me ha caído por flojo, realmente no quería hacer dos caminatas." Caminaron.

"Ya veo, que mal le ha salido el plan."

Chilló la puerta que empujó para ingresar y no le importó que todo estuviera tan oscuro simplemente corrió hasta la mesa más cercana para abandonar el peso que le iba a matar la espalda. Era joven para sentirse tan anciano, además solo eran treinta cuadernos.

"Sí que tiene suerte maestro, no hay nadie aquí, tiene la sala solo para usted."

"Ya, no lo veo así." Estiró los brazos haciendo sonar su espalda, en su mente piensa que se sentiría mas tranquilo si estuviera rodeado de sus compañeros de trabajo, aunque estos no le quisieran cerca. 

El Tacto De Los ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora